SOBRE LAS PRESUNCIONES BRITÁNICAS



"...En cambio, la legión inglesa se componía de gentes incapaces para el servicio. Era la escoria de las calles de Londres; apenas sabían manejar sus armas y era preciso embriagarlos para hacerles entrar en fuego. Un día en San Sebastián se hicieron tan mal las cuentas al repartir unas pagas atrasadas, que 300 de ellos se fueron con las manos. En el cuartel general no se sabía qué hacer de ellos; por fin, se confió su mando al coronel Merry, del cuarto del infante, quien, por ser de origen inglés, hablaba su lengua. Antes de ocho días tuvo que suplicar que se le librase de aquella carga, diciendo que prefería la muerte al mando de tales soldados. Entre las muchas quejas que se dieron de ellos, recuerdo una que es característica. Se había fijado el precio de una piastra (25 céntimos) a cada fusil que presentasen los desertores del enemigo. Presentáronse varios al coronel Merry con fusiles ingleses procedentes de la legión de Evans, Io cual no le extrañó al principio, y abonaba el importe del premio convenido; pero los mismos fusiles se los vendían unos a otros, presentándolos varias veces, para gastarse en vino el dinero robado de este modo. Cuando entraban en un pueblo carlista su primer cuidado era desvalijar al patrón. En vano Merry había hecho aplicar los castigos más severos haciendo dar hasta trescientos palos a un soldado; los soportaban con una indiferencia estoica y al siguiente día volvían a sus depredaciones. No hubo más remedio que deshacerse de esta detestable tropa, haciéndoles pasar la frontera bajo escolta..."

F. Lichnowsky, Recuerdos de la Guerra Carlista (1837-1839).





"INGLATERRA, SOLA, NUNCA LE GANÓ A NADIE.
Una reciente polémica suscitada en un foro sobre historia militar me inspiró a escribir este artículo. Un forista ponderaba exageradamente las cualidades guerreras de los británicos y se refería a Gran Bretaña, a lo largo de la historia, como la “espada de la libertad”. Yo le contesté que ambos puntos eran muy cuestionables y que, de hecho, Gran Bretaña, sola, no ganó nunca una guerra. Que en todos los conflictos que libró en los últimos 950 años siempre necesitó integrar alianzas con muchos otros países, a menudo para enfrentar a un solo enemigo, y que las veces que luchó sola, no ganó. La persona en cuestión me desafió a que argumentara mi posición, y el resultado es este. Debo aclarar que este artículo no está inspirado por ninguna clase de chauvinismo, como así también que acepto que el enemigo histórico de la Argentina y de la Hispanidad ha tenido a lo largo de siglos gente valiente y destacable, como Santo Tomás Moro, Hilaire Belloc y Gilbert Chesterton. Respeto a todo aquel que muere por su Patria, sea amigo o enemigo, y si alguien quiere polemizar o aportar algo, en el marco del respeto se puede armar un fructífero debate.
Si bien la cantidad de conflictos en los que ha participado dicho país es muy grande, hay algunos que sólo pueden ser considerados meras intervenciones. Descarté, por ejemplo, los más recientes de la ex Yugoslavia, Afaganistán, Irak y el último bombardeo a Libia. Creo que las 14 guerras de las que daré cuenta son bastante representativas.
1.-BATALLA DE HASTINGS (1066). Los normandos de Guillermo El Conquistador desembarcan en Inglaterra y derrotan a los sajones del rey Harold. Con razón dice William Pfaff que desde esa época no ha vuelto a haber un rey propiamente inglés, ya que la casa real británica será sucesivamente francesa, galesa, escocesa, holandesa y alemana.
2.-GUERRA DE LOS CIEN AÑOS (1337-1453). Inglaterra vs. Francia. Cuando Enrique II Plantagenet, Duque de Normandía y Conde De Anjou , ascendió al trono de Inglaterra en 1154, se generó un conflicto que duró generaciones: él y sus descendientes eran soberanos de un reino importante, pero como duques de Normandía seguían siendo vasallos del rey de Francia, al cual le debían homenaje. Así las cosas, en 1328 falleció Carlos IV de Francia y se produjo un conflicto por la sucesión: Eduardo III de Inglaterra sostenía que por línea materna podía reclamar el trono francés, pero el coronado fue Felipe VI, ya que según la Ley Sálica las mujeres no podían ser herederas. Se produjo así una contienda que, dados los recursos militares y las características de la época, se hizo casi interminable y, al cabo de 116 años de lucha, los soberanos ingleses renunciaron a sus posesiones y presuntos derechos sucesorios en Francia. Son los tiempos de Juana de Arco y de los famosos arqueros de Azincourt.
3.-GUERRAS CON ESPAÑA (1585-1604). Tuvo dos episodios fundamentales: la expedición española a Inglaterra en 1588, y la devolución de visita inglesa a España al año siguiente. Desde hacía algunos años era evidente que ambos países iban a chocar más tarde o más temprano por una suma de razones religiosas y geopolíticas, pero lamentablemente los planes propuestos por don Álvaro de Bazán, el ilustre marino vencedor de Lepanto, fueron pospuestos y se perdió un tiempo preciosísimo que los ingleses aprovecharon para fortalecer su flota. A ellos se suma la muerte del gran comandante apenas un mes antes de la proyectada invasión a Inglaterra. Vale decir que la operación militar no buscaba anexionar las islas británicas al Imperio Español, sino castigar la ejecución de María Estuardo, restituir a un soberano católico en el trono de ese país y escarmentar a Inglaterra por su protección de la piratería y su apoyo a los rebeldes de Flandes.
En los astilleros españoles se botó una importante flota compuesta por 127 buques, a la cual se dio el nombre de “Grande y Felicísima Armada”. El término arrogante “Armada Invencible” es de origen anglosajón y forma parte de la Leyenda Negra antiespañola. Esta flota debió lidiar con otra por lo menos equivalente (sino mayor) inglesa y. sobre todo, con un temporal que llevó a pique a algunas naves. Si bien esta flota debió volver a puerto sin haber logrado sus objetivos militares y políticos, jamás existió un desastre naval como el pregonado por la propaganda enemiga, y de ello da perfecta cuenta el autor Luis Gorrochategui Santos en su libro Contraarmada al detallar el paradero exacto del grueso de las naves retornadas a España, que estaban siendo sometidas a reparaciones.
Al año siguiente Inglaterra envió una gran armada compuesta por entre 170 y 200 buques (un tercio mayor que la española), con el objeto de destruir el poder naval hispánico y colocar en el trono de Portugal (por entonces parte de España) al infame prior de Crato, que a cambio de la ayuda inglesa estaba dispuesto a convertir a su tierra en un Estado satélite y a regalarle Brasil a Inglaterra. El gran problema era que Drake y sus hombres no eran marinos disciplinados al servicio de los objetivos de su país, sino simples piratas que buscaban botín, por lo cual no atacaron Santander como estaba previsto y se dirigieron a La Coruña, donde intentaron un desembarco pero fueron derrotados. Es célebre la epopeya de la gallega María Pita, quien en el momento más crítico de la lucha vio caer a su esposo y, con su misma espada, dio muerte al abanderado inglés y arengó a los defensores, los cuales envalentonados rechazaron el ataque.
La derrota de la Invencible Inglesa, como se la conoce, fue un hecho más categórico que el fracaso español del año anterior, pero el hecho de que la historia y el cine recuerden un hecho y casi no hablen del otro, nos debe hace reflexionar mucho sobre el poder de la propaganda anglosajona.
4.-GUERRA DE SUCESIÓN ESPAÑOLA (1701-1713). Motivo: la muerte sin descendencia de Carlos II de España y su sucesión entre dos partidos posibles: el Archiduque Carlos –candidato de los Habsburgo- o el de los Borbones, Felipe de Anjou. Temerosa de que un ascenso al trono de España de un príncipe francés unifique ambas coronas –lo cual desquilibraría completamente la hegemonía en Europa- Inglaterra fomentó una coalición para apoyar al archiduque Carlos de Habsburgo, junto al Sacro Imperio, las Provincias Unidas de los Países Bajos, Portugal, Saboya, Prusia y la mayoría de los estados alemanes. Enfrente estaban la España borbónica y Francia. Al prolongarse mucho la guerra –en la cual se produjo la usurpación de Gibraltar- ambos bandos buscaron fórmulas de paz pero éstas naufragaron. Al final ocurrió algo que cambió completamente el panorama: la muerte del Emperador de José de Habsburgo. De esa manera el archiduque Carlos, apoyado hasta allí por Inglaterra, pasaba a ser soberano del Imperio Español y del Sacro Imperio Romano Germánico, perspectiva aún más temida que la unión entre España y Francia. Gran Bretaña cambió de preferencia y se allanó así el camino para la firma el Tratado de Utrecht, que fue una transacción: se reconoció como rey de España a Felipe de Anjou bajo el nombre de Felipe V, a cambio de que él renunciase para siempre al trono de Francia, de ciertas ventajas comerciales para Inglaterra y de Gibraltar y otras concesiones territoriales. La Hispanidad, mutilada por un príncipe extranjero.
5.-GUERRA DE LA OREJA DE JENKINS. (1739-41). España contra Gran Bretaña. Llamada así porque el pretexto fue el apresamiento del pirata inglés Robert Jenkins por el capitán Juan León Fandiño, quien le cortó una oreja y le dijo que se la llevara a su rey. Tras ver cómo agitaba Jenkins la oreja cortada ante el Parlamento, los británicos adujeron que el asunto se había convertido en una cuestión de honor y armaron una imponente flota compuesta por 186 buques y 27 mil hombres, cuyo objetivo era tomar Hispanoamérica. Sitiaron Cartagena de Indias (actual Colombia), defendida por el almirante Blas de Lezo con sólo 6 buques y 3000 hombres entre peninsulares, criollos e indios. Tras un largo asedio, los británicos desembarcaron para el asalto final, pero fueron rechazados con grandes pérdidas en lo que fue la derrota naval más grande de la historia inglesa y la operación anfibia más importante hasta el desembarco de Normandía.
6.-GUERRA DE LOS SIETE AÑOS. (1756-63). Gran Bretaña, Portugal, Prusia, Hannover, Brunswick-Wolfenbüttel, Hesse-Kassel y Schaumburg-Lippe (los cinco últimos, Estados alemanes), contra Francia, Austria, Rusia, España, Suecia, Sajonia, Cerdeña Piamonte, Dos Sicilias y el Imperio Mogol. Fue casi una guerra mundial, por los escenarios bélicos tan distantes, y tuvo múltiples causas. En definitiva, la razón de fondo eran el apetito territorial de algunos Estados y la búsqueda de un nuevo equilibrio europeo. Los ingleses obtuvieron posesiones importantes en Canadá y la India a costa de Francia, pero fueron derrotados por España en las Filipinas y en el Río de la Plata (ataque anglo portugués a Colonia del Sacramento). Tras este triunfo, el gobernador Pedro de Cevallos tomó la iniciativa y llevó las operaciones hasta Río Grande do Sul, en el actual territorio brasileño, pero debió detenerse al ser notificado de la Paz de París (1763).
7.-GUERRA DE INDEPENDENCIA NORTEAMERICANA. (1775-83). Colonos norteamericanos, con ayuda de España y Francia, contra Gran Bretaña. El detonante para la insurrección fueron los impuestos excesivos que los colonos debían pagar, y el sentimiento de falta de representación de los mismos. Tras el Motín del Té ( en el que los colonos tomaron un barco mercante y arrojaron el cargamento de té por la borda), aumentaron las medidas de rigor de los británicos y el descontento se extendió. En 1774 se reunió un Primer Congreso Continental, que se atribuyó funciones de gobierno nacional, y se produjo un choque entre colonos y tropas inglesas en Lexington que desencadenó la guerra. George Washington fue elegido para comandar a los rebeldes, e improvisó un ejército cuyos miembros poseían los oficios más variados, dedicándose en principio a las escaramuzas por considerar que aún no estaba en condiciones de librar una batalla clásica contra las tropas inglesas. En 1776 se declaró la independencia, y un año después los británicos sufrieron una derrota en Saratoga. En 1778 y 1779 Francia y España, respectivamente, declararon la guerra a Gran Bretaña, y en 1781 el general Cornwallis, jefe del último reducto británico en Virginia, capituló tas un largo asedio. La paz se firmó en 1783 y debe decirse que en el curso de este conflicto Gran Bretaña utilizó 16 mil mercenarios de los distintos Estados alemanes.
8.-GUERRAS NAPOLEÓNICAS. (1793-1815). Gran Bretaña, Austria, Prusia, Rusia, Portugal, España, Holanda, Suecia y la mayoría de los Estados alemanes contra Francia. Si bien comenzaron como una guerra contra la Francia revolucionaria de 1789, por los objetivos en juego –y pese a algunos breves intervalos de paz- se puede hablar de estos 22 años como un mismo período. Tanto la República Francesa –cuyo lema era “exportar la revolución”- como luego el Imperio de Napoleón eran incompatibles con el equilibrio europeo deseado por Inglaterra, que promovió nada menos que siete coaliciones contra Francia. En general la política inglesa no era enviar directamente efectivos al continente sino “buscar aliados que ejecuten el trabajo militar requerido”, como comenta Hilaire Belloc en su Historia de Inglaterra. Napoleón proyectó la invasión de Gran Bretaña pero su flota, aliada a la española, se perdió en el cabo de Trafalgar en octubre de 1805 debido a una imprudencia del almirante Villeneuve. Acá viene la parte argentina del asunto: porque Napoleón no pudo invadir Inglaterra entonces, Gran Bretaña quedó dueña de los mares y tuvimos a los ingleses invadiendo Buenos Aires en 1806 y 1807, pero fueron derrotados.
Cuando un nuevo contingente, mucho más numeroso, se preparaba en Portugal a las órdenes de Wellington para embarcar otra vez hacia el Río de la Plata, los franceses invadieron a España, su aliada, y la guerra dio un vuelco total. Wellington inició su publicitada campaña en la península ibérica pero, esto hay que decirlo, no fueron los ingleses sino los españoles los primeros en derrotar a Napoleón en toda regla en 1808 en Bailén, donde peleó José de San Martín. Las guerrillas españolas causaron por su parte un alto desgaste a las columnas invasoras.
Es a este ejército hostigado y dividido en dos frentes –porque el grueso del ejército francés ya estaba concernido en la invasión a Rusia-, al que Wellington derrotó en Badajoz, los Arapiles y Vitoria. En San Marcial (1813), Wellington puso el nombre, pero reservó a sus tropas y mandó al frente al IV Ejército de Galicia con el lisonjero argumento de que sus hombres no disputasen la gloria de la acción a los españoles.
Mientras tanto, en el este la campaña de Rusia terminó de la forma más desastrosa para Napoleón, y su ejército de 700.000 hombres sucumbió ante un invierno de cuarenta grados bajo cero. Pocos meses después, la Sexta Coalición derrotó a lo que quedaba del ejército francés en Leipzig (acción donde la participación inglesa fue absolutamente desdeñable en cuanto a recursos humanos), y Napoleón fue confinado a la isla de Elba, de la que luego escapó.
Tras organizar un último ejército con viejos y adolescentes “despojando a las tumbas y cunas”, según se dijo, tuvo un último encuentro con los ingleses en Waterloo (Bélgica), en 1815. Una parte de sus tropas, a las órdenes de Grouchy, debía dar caza y aniquilar a los prusianos por separado, antes de que pudieran unir fuerzas con los ingleses. Mientras tanto, la caballería francesa cargó una y otra vez contra los cuadros de la infantería británica, y ya estaba a punto de quebrar su centro. Ambos bandos esperaban con ansiedad la llegada de refuerzos y Wellington, desesperado, exclamó: “¡Quiera Dios que llegue la noche o los prusianos!”. De pronto, una línea azul apareció en el horizonte. Napoleón creyó que era la columna de Grouchy, que llegaba con refuerzos, pero no; eran los prusianos, que se les habían evadido en la persecución, y cargaban contra los franceses. Todo estaba terminado.
9.-GUERA ANGLOESTADOUNIDENSE DE 1812. La poco conocida guerra que entre 1812 y 1815 enfrentó a EEUU e Inglaterra fue tan extraña que el principal motivo para que estallara había desaparecido una semana antes de la declaración de guerra, y la batalla más sangrienta de la misma tuvo lugar dos días después de firmarse la paz.
Gran Bretaña estaba en lucha contra la Francia de Napoleón desde hacía nueve años, y estaba necesitada de recursos humanos para hacer frente a la poderosa Grande Armée. Los ingleses nunca había reconocido la independencia norteamericana de 1776, y de acuerdo a sus leyes, cualquier ciudadano de dicho país seguía siendo inglés, por lo cual los británicos abordaban buques de bandera norteamericana en alta mar y obligaban a sus tripulantes a prestarles servicio militar. Durante varios años miles de norteamericanos corrieron esta suerte.
Cansado de esta situación, el gobierno de EEUU le declaró la guerra a los británicos en 1812, con la ironía de que el parlamento inglés había decidido suprimir dicha ley una semana antes pero los estadounidenses no lo sabían debido a las comunicaciones lentas de esa época. La guerra tuvo una serie de vicisitudes en las cuales los norteamericanos quisieron apoderarse de Canadá y fracasaron, luego los ingleses tomaron Washington y prendieron fuego el Capitolio y la Casa Blanca y apoyaron a las diferentes tribus indias con el objetivo de crear un Estado indígena en Norteamérica. (Lo mismo que intentan hacer hoy en día con los mapuches en perjuicio de Argentina y Chile).
Tras tres años de desgaste, delegados de ambos países firmaron un armisticio en Gante, actual Bélgica, pero... una vez más, debido a lo tardío de las comunicaciones, los ejércitos en pugna desconocían esto y se enfrentaron en la batalla más sangrienta de la contienda dos días después en Nueva Orleáns, que fue una masacre para los británicos, los cuales perdieron a todo su Estado Mayor en una hora y dejaron dos mil muertos sobre el campo, contra 13 norteamericanos.
10.-GUERRA DE CRIMEA. (1853-56). Inglaterra, Francia, Imperio Otomano y Reino de Cerdeña Piamonte contra Rusia. Son recordados la carga de la Brigada Ligera, sobre la que se han hecho tantas películas, y la enfermera Florence Nightingale. Hicieron falta tres años de penosa lucha y cuatro países para satisfacer la preocupación anglo francesa por evitar que Rusia obtuviera una salida al Mediterráneo.
11.-GUERRAS ANGLO BÓERES. (1880-81 y 1899-1902). Imperio Británico (Gran Bretaña, Colonia del Cabo, Colonia de Natal, Rhodesia, India, Australia, Canadá y Nueva Zelanda) contra el Estado Libre de Orange y la República de Transvaal. Se suele hablar sólo de la segunda de éstas, pero hubo dos. Los bóeres eran colonos de origen holandés (bóer significa “granjero”), que se habían establecido en África del Sur en el siglo XIX, fundando dos pequeñas repúblicas. En 1877 el gobierno británico anexionó el Transvaal y en 1880 estalló la revuelta. Inmediatamente los bóeres pusieron sitio a todos los destacamentos británicos y, tras varias escaramuzas, les infligieron una clara derrota en Majuba Hill (1881). Al ver que las cosas se complicaban demasiado, el gobierno británico les reconoció el autogobierno un mes después.
La segunda guerra anglo bóer -la más conocida- estalló a raíz del descubrimiento de oro en Witwatersrand (Transvaal), apenas seis años después del final del conflicto anterior. El presidente de dicho país, Paul Kruger, comentó amargamente: “En lugar de regocijaros haríais mejor en llorar, pues este oro será causa de un baño de sangre en nuestro país”. Así fue; inmediatamente, el territorio fue invadido por miles de buscadores de oro británicos que luego pretendieron tener derechos electorales y exigieron facilidades para la explotación del metal precioso. En 1895, el célebre imperialista Cecil Rhodes promovió un golpe de Estado fallido contra el gobierno del Transvaal, y la situación se fue agravando cada vez más hasta que, en 1899, Gran Bretaña presentó un ultimátum exigiendo para sus explotadores de minas los mismos derechos que tenía la población bóer. El gobierno de Transvaal envió al mismo tiempo un ultimátum exigiendo el retiro de las tropas inglesas y, en consecuencia, la guerra estalló.
Magersfontein, Makeking, Colenso, Ladysmith y Spionkop son los nombres de varias derrotas humillantes para Gran Bretaña. Los ingleses continuaban utilizando sus tradicionales uniformes rojos, que los hacían muy visibles a la distancia, y los bóeres usaban sus ropas color caqui de granjeros, hecho que facilitaba su mimetización con el paisaje. De ahí viene la adopción color caqui en los ejércitos modernos. Esta circunstancia, sumada a la buena puntería de los granjeros y a su conocimiento del terreno, ocasionó grandes bajas a los invasores.
Así y todo, el peso de un imperio que comprendía la cuarta parte de la población mundial y la quinta parte de las tierras emergidas, se tenía que hacer sentir contra dos minúsculos estados cuya superficie, sumada, era de 391.000 km y los ingleses tomaron tras grandes pérdidas las dos ciudades capitales. No obstante ello, los bóeres aún resistieron un tiempo más, apelando a la guerra de guerrillas. En esta contienda los británicos implementaron los “campos de concentración” para confinar a la población civil bóer.
12.-PRIMERA GUERRA MUNDIAL. (1914-18). Gran Bretaña, Francia, Rusia, EEUU, Italia, Bélgica, Portugal y Japón contra Alemania, Austria-Hungría y el Imperio Otomano. Las causas de esta guerra fueron múltiples pero, por parte inglesa, existía una profunda ansiedad por evitar que Alemania se convirtiera en una potencia naval que compitiera comercial y militarmente con su imperio. Se estrenaron armas muy mortíferas, como las ametralladoras, tanques y aviones. En esta guerra no hubo generales brillantes, ni grandes maniobras tácticas: fue una lucha de desgaste a lo largo de cuatro años en la que, naturalmente, vencería el bando con más recursos y población. Así y todo, hicieron falta cuatro largos años de guerra de trincheras, una campaña derrotista y una huelga de armamentos para que el Imperio Británico y sus aliados derrotasen a Alemania. (Austria-Hungría era un país relativamente débil y su participación se redujo al frente oriental). La única vez que las flotas inglesa y alemana se enfrentaron en gran escala, en Jutlandia (1915), terminó en un “empate”. (La batalla naval de las Malvinas en 1914 fue de menor envergadura).
13.-SEGUNDA GUERRA MUNDIAL. (1939-45). Aliados: Imperio británico (Gran Bretaña, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, India, Sudáfrica y demás colonias…), Francia, EEUU, URSS, Noruega, Bélgica, Holanda, Luxemburgo, Polonia, Grecia, Yugoslavia, Brasil, China, etc… Potencias del Eje: Alemania, Italia, Japón. Este último país llevó a cabo su propia guerra en el Lejano Oriente y no hubo nunca operaciones combinadas germano niponas. Como bien dice Salvador Borrego en Derrota Mundial (libro de referencia sobre el tema), Gran Bretaña y Francia le declararon la guerra a Alemania con el argumento de defender a Polonia, pero quince días después de la irrupción alemana a dicho país por su frontera occidental, la URSS la invadió también por el este, pese a lo cual no hubo una declaración de guerra franco británica a los alemanes. La paradoja es que al final de la guerra ya no era Polonia la que había perdido su libertad, sino que también Checoslovaquia, Bulgaria, Yugoslavia, Hungría, Rumania, Estonia, Letonia, Lituania, Albania (toda Europa del Este) habían caído bajo la órbita comunista.
Hubo 14 propuestas de paz alemanas a Gran Bretaña, las cuales fueron rechazadas.
Luego de la fulminante victoria alemana sobre Francia, quedó un cuerpo franco británico atrapado en Dunkerque pero se le permitió evacuarse por mar, en un gesto hacia Londres. El ataque alemán a la URS en 1941 representó la salvación para Gran Bretaña, al trasladar el peso del poderío germano al frente oriental. Del otro lado del Atlántico, Roosevelt había sido reelegido como presidente de EEUU por mantener a su país fuera de la contienda, a pesar de lo cual pactó con Churchill en agosto de 1941, a bordo del acorazado Príncipe de Gales, la entrada en guerra norteamericana. Faltaba un pretexto para encuadrar a la opinión pública de su país en un ánimo belicista, y el muy sugestivo y conveniente ataque japonés a Pearl Harbour lo proveyó. Pese a los considerables recursos humanos y materiales aliados, fue necesaria una guerra en tres frentes, con muchos millones de muertos y luchando –al final de la contienda- casa por casa, para vencer al esfuerzo bélico alemán.
Las cifras de muertos por país dan idea clara de quiénes llevaron realmente el peso de la guerra: URSS (20 millones); Alemania (4,5 millones durante la guerra y entre 5 y 8 millones durante la ocupación soviética. Estos muertos, y los 2 a 4 millones de bengalíes que los ingleses dejaron morir de hambruna, son los olvidados de la IIGM); China (10 millones), Japón (1.200.000); Gran Bretaña, 390.000 (muy atrás de todos los anteriores); Italia, (380.000); Francia, 250.000, y EEUU (220.000).
14.-GUERRA DE LAS MALVINAS. (1982). Argentina contra Gran Bretaña (y otros…).
Seguramente éste será el punto más controvertido, pero debe entenderse que Malvinas tuvo todas las características de una guerra moderna, donde la tecnología, la información y la acción psicológica juegan un papel preponderante. Fue la primera vez que hubo combates aeronavales en la era de los aviones a reacción equipados con misiles, se probaron nuevas armas y se reescribieron los manuales de tácticas aéreas.
Los motivos son conocidos: la persistencia de la ocupación británica de las Malvinas a lo largo de 149 años y su reticencia a aceptar la Resolución 2065 de las Naciones Unidas, que exhortaba a ambas partes a negociar la resolución de la disputa. Argentina envió un contingente militar para recuperar las islas el 2 de abril de 1982, bajo la premisa de no causar bajas al adversario, que se cumplió al precio de tres muertes propias. Las fuerzas de recuperación comenzaron a replegarse para ser sustituidas por una presencia militar simbólica, pero ante el anuncio del envío de una gran Fuerza de Tareas (compuesta por 107 buques de guerra y logísticos y un total de veinte mil hombres), se decidió reforzar las islas con unidades compuestas en unas tres cuartas partes por conscriptos.
Gran Bretaña se hallaba en medio de una severa crisis económica y la Primer Ministro Thatcher corría un gran riesgo de ser derrotada en las elecciones. Por su parte, la Armada de superficie inglesa sería reducida considerablemente para sustituirla por un costoso programa de submarinos con misiles nucleares, los Trident. Así las cosas, se produjo una alianza de intereses entre los “halcones” del Almirantazgo británico, que deseaban su oportunidad de demostrar que la flota era necesaria, y las urgencias políticas de Thatcher.
Con todo, la apuesta era muy arriesgada: los británicos deberían librar una guerra a muchos miles de kilómetros de casa, con grandes complejidades logísticas y el peligro que suponían la Fuerza Aérea y la Aviación Naval argentinas. Enseguida, el gobierno de EEUU hizo una ficción de mediación: envió a Alexander Haig a Londres y a Buenos Aires a “buscar una salida pacífica”. Al mismo tiempo, EEUU facilitó a los ingleses la isla Ascensión, en el Océano Atlántico, para servir de base de operaciones. También les entregó bajo el mayor sigilo 100 misiles Sidewinder de última generación para equipar a los Harrier de la flota, y les aportó cobertura de inteligencia y satelital de los movimientos argentinos. Mientras que del lado argentino se creía que Haig podría cumplir un rol similar al de John Foster Dulles, el Secretario de Estado de EEUU que en 1957 había frenado la intervención anglo francesa en Suez, del lado norteamericano la lógica era muy distinta: “porque ya hubo un Suez, jamás puede volver a haber otro”: es decir, que se temía que una Gran Bretaña humillada y resentida abandonase sus compromisos en el seno de la OTAN. La propaganda irradiada desde el mundo anglosajón al resto del orbe era “democracia inglesa versus fascismo argentino”.
Quedaba un problema, y era el coraje y profesionalismo que estaban demostrando los pilotos argentinos en general, pero particularmente con el uso del sistema de armas combinado de aviones Super Étendard y misiles Exocet. La Argentina había pagado por anticipado 14 de estos aviones y 36 misiles, pero al momento del inicio de las hostilidades sólo contaba con cinco unidades de cada uno. El hundimiento del destructor Tipo 42 HMS Sheffield demostró que la flota era altamente vulnerable a un ataque con estas armas, y conjugar esta amenaza se convirtió en prioridad para los británicos. Inmediatamente Francia bloqueó el envío de los aviones y misiles restantes, pero aún quedaban los ya entregados a la Argentina, que en un golpe de suerte podrían hundir alguno de los dos portaaviones enemigos, o algún buque de crucial importancia logística, y condenar al fracaso a la operación británica. Según las revelaciones de Ali Magoudi, psicoanalista del fallecido presidente François Mitterrand, Thatcher extorsionó al mandatario galo exigiéndole que le entregue los códigos secretos para neutralizar los misiles Exocet franceses en poder de la Argentina, bajo amenaza de desencadenar un ataque nuclear contra nuestro país.
Hubo un tercer factor externo cuyo efecto no puede ser desdeñado, y concierne al riesgo que suponía para la Argentina verse envuelta en una guerra en dos frentes. Se sabe actualmente que el general Pinochet, del otro lado de los Andes, cooperó con el esfuerzo de guerra inglés brindándoles información de inteligencia, pero también, y acaso de un modo más sensible, realizando ciertas concentraciones de tropas que autorizaban a suponer que su país se hallaba listo para atacar a la Argentina desde el oeste. Ante esta situación, unidades muy capacitadas como las tropas de alta montaña, los paracaidistas o los infantes de Marina, que hubieran sido enviadas a las islas, debieron quedarse aferradas en el continente. Si bien las tropas de Pinochet no participaron abiertamente de las hostilidades, obligaron a la Argentina a tomar previsiones defensivas dividiendo su potencial bélico. Si se permite una analogía deportiva, es lo que sucede cuando un jugador de fútbol realiza un gol pero éste es anulado porque su compañero, que estaba en offside pasivo, no tocó la pelota pero intervino indirectamente al distraer el esfuerzo defensivo del otro equipo.
En lo que refiere a la participación de otros países del lado inglés hay un cuarto aspecto, quizás desdeñable en su incidencia en el resultado final del conflicto, pero lo mencionaremos porque es muy poco conocido. Es lo que refiere Nigel West en su obra La guerra Secreta por las Malvinas, al señalar que, cuando los buques que debían proteger a los portaaviones británicos comenzaron a ser hundidos o dejados fuera de combate, Nueva Zelanda envió un destructor Tipo 42 –gemelo del Sheffield- a la zona de operaciones. Tomen nota los simpatizantes de los All Blacks…"
Gabriel Martínez

ANTONIO MORENO RUIZ