• Referéndum irlandés rechaza Tratado de Lisboa

Dublín/Madrid, 13 junio 2008. Las herramientas del sistema pueden volverse contra él. La plebiscitaria presenta ese peligro de forma especialmente aguda cuando lo que se somete a referéndum es percibido como peligroso. Por eso la oligarquía dominante la ha ido sustituyendo por los mecanismos parlamentarios, más seguros para mantener su tiranía.

Eso acaba de ocurrir en la República de Irlanda, según ha admitido su Gobierno. Los resultados provisionales oficiales del referéndum celebrado ayer jueves sobre el Tratado de Lisboa (nueva forma con la que se intenta imponer el anteriormente rechazado Tratado Constitucional Europeo) son del 53,4 % no (862.415 votantes), con una abstención (que es también rechazo) del 46,9 %.

Ello a pesar de la intensa campaña en favor del "sí", de los vaticinios, las presiones, las amenazas y los desprecios que los irlandeses han sufrido durante meses, endurecida en las últimas semanas. En el ánimo de los votantes ha pesado más el rechazo al abortismo, el aberrosexualismo, la eutanasia, el laicismo militante y la supresión de los restos que van quedando de algo parecido a la justicia social; así como la certeza de que el Tratado de Lisboa supone otra vuelta de tuerca en la supresión de cualquier independencia nacional por parte del macro estado europeo.

Los portavoces de la oligarquía, desde la Comisión Europea, la presidencia de la Unión Europea y los grandes medios, se han apresurado a quitar importancia a este resultado, manifestando su intención de seguir adelante, contra su propia legalidad. Dando, una vez más, la razón a quienes se oponen a este tratado y a las instituciones europeas en su totalidad.

Desde la Comunión Tradicionalista sólo podemos felicitarnos por el resultado del referéndum en Irlanda. Hoy es un buen día para la causa de la Cristiandad y de la libertad, contra una Europa que, como decía S.A.R. Don Sixto Enrique de Borbón en su mensaje a los carlistas el seis de enero de este año:


Una Europa que no es sino el subrogado secularizado de la vieja Cristiandad, de la que las Españas fueron parte primero, continuación después y relicto hoy que no permanece sino en pequeños grupos fieles a una civilización de base católica, comunitariamente vivida, en ocasiones contra las propias jerarquías de la Santa Iglesia Católica, cuyo designio pareciera ser completar la revolución liberal, llevando a sus filas a quienes secularmente y hasta el momento le han sido refractarios. Por eso el discurso en pro de una "laicidad" no "laicista", círculo cuadrado del liberalismo de matriz anglosajona, hoy tan en boga en ambientes quizá sanamente conservadores, pero objetivamente cómplices con el error liberal, a través de sus conocidas (también por sus efectos destructivos) versiones de los sedicentes liberalismo católico y democracia cristiana, en buena parte dirigidos por quienes alguna vez militaron bajo nuestras banderas, pero les faltó la esperanza. Mi Secretaría Política, en nombre de la Comunión Tradicionalista, en este punto, cuando en los primeros meses de 2005 se sometió a referéndum del pueblo español el denominado "Tratado por el que se instituye una Constitución para Europa", luego fallido, realizó una importante declaración que hoy, ante el reciente Tratado de Lisboa, en puridad reiteración maquillada si no camuflada del anterior, sería oportuno reiterar.

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Agencia FARO