Volar sobre los nevados de Ecuador, un regalo para los sentidos

Thalía Flores / Corresponsal en Quito








Los paisajes emblemáticos de Ecuador son una mezcla de nieve, fuego y enigmática neblina

ABC



La riqueza natural de Ecuador está en sus volcanes y montañas





Como si la naturaleza despojara del velo que cubre gran parte del año a los nevados del Ecuador, copados de espesas nubes y densas neblina, durante el verano es posible contemplarlos en todo su esplendor. Un viaje entre Quito y Cuenca (450 km al sur de la capital) es, en esta época, un deleite para los sentidos. Apenas se despega del moderno aeropuerto de Tababela, emerge ante los viajeros el volcán Cotopaxi, que se muestra imponente, con un enrome cono cilíndrico en la mitad, como mostrando sus entrañas que le dan un aire de misterio; aunque también deja entrever sus padecimientos por el calentamiento global que deshiela sus nieves perpetuas.
El majestuoso Chimborazo

Pocos minutos después es posible observar a los Illinizas, así como el Altar, elevaciones que está temporada están cubiertas de nieve y que tienen formas fantasmagóricas. Cuando aún se habla de esas montañas, de inmediato se deja ver el Tungurahua, desafiante, espléndido, enorme. Un volcán que en los últimos años ha permanecido en permanente erupción, alterando la vida de los habitantes de dos provincias. Pero lo mejor está por verse, cuando asoma el Chimborazo, el nevado más alto del Ecuador, 6 310 metros de altitud. El coloso, ubicado a 150 kilómetros al sudoeste de Quito, desafía al tiempo con sus nieves perpetuas y sus formas perfectas, por lo que ha sido motivo de exaltación desde siempre. El libertador Simón Bolívar le dedicó «Delirio sobre el Chimborazo», y, a lo largo del tiempo, ha sido inspiración para un sinnúmero de poetas, así como un desafío para los montañistas. Para Ecuador como nación, constituye un símbolo eterno que lo exhibe en el escudo patrio.
La «avenida de los volcanes»

La cadena de montañas prosigue y, de pronto, cuando da la idea de que ya se ha visto todo, surge, como por magia, en el oriente, uno de los volcanes más activos, El Sangay, luciendo con galanura un simétrico cono y unas pronunciadas pendientes. Ubicado en la provincia amazónica de Morona Santiago cerca ya de los límites con Perú. Los 35 o 40 minutos que dura el vuelo de Quito a Cuenca parecen insuficientes, por todo lo que hay que mirar. Por eso, en el vuelo de regreso desde Cuenca el paisaje te ofrece nuevas miradas y visiones de este también llamado callejón interandino, formado por relieves que suben y bajan, como dibujados a mano; una espléndida cadena de montañas a las que el científico alemán Alexander Von Humboldt, llamó allá, por el 1800, «avenida de los volcanes».




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