El mito de Alfaro (II) : Opinión : La Hora Noticias de Ecuador, sus provincias y el mundo.
Sábado, 7 de Enero de 2012
Por : Carlos Freile Granizo
Hace pocos días un historiador áulico alababa a Eloy Alfaro por su “defensa de los derechos humanos”. Alabanza que refleja otro mito. Ya en la campaña de la Restauración en 1883, en la Costa, mandó fusilar a decenas de personas por el delito de no estar de acuerdo con él o por oponerse a la requisa de acémilas, reses y alimentos, justificó tales excesos con “que es principio admitido por todas las naciones civilizadas, el que la guerra viva de la guerra”. Olvidaba que los campesinos costeños no eran sus enemigos, sino el dictador Veintemilla, a quien había apoyado con anterioridad. Ya en el poder, Alfaro no escatimó método alguno para reprimir a sus opositores con desprecio absoluto de las libertades ciudadanas y de los derechos naturales. Son de sobra conocidas las torturas administradas a los presos políticos y a los periodistas disidentes: “Cepo Pérez”, “Trapiche Franco”, baños de agua helada… Todos conocían a los vencidos desorejados después de alguna batalla, nadie ignoraba el fusilamiento de soldados participantes en un frustrado golpe contra él, escogidos por sorteo; sin fórmula de juicio y con el agravante de que la pena de muerte ya estaba abolida en el Ecuador, igual el de Tello y cien más. Varias familias lloraron a los estudiantes universitarios asesinados por pedir libertad de sufragio en manifestación pacífica (1907). El número de desterrados y confinados alcanzaba cotas nunca vistas. Para qué hablar de las imprentas destruidas y “empastadas”, de las calumnias contra los opositores, de las campañas de desprestigio en la prensa adicta. Cedo la palabra a un contemporáneo de Alfaro, Ricardo Cornejo, el 27 de junio de 1911: “… sean largos o cortos los días que queden de vida al Caudillo de Enero y de Junio, seguirá influyendo siniestramente en la política del Ecuador; más todavía: se nos imagina que hasta después de un siglo de su muerte, se hará sentir el fatal influjo de aquel personaje en la suerte de las generaciones futuras. Las obras del mal son mucho más largas y duraderas que las del bien”. Obligatorio recordar.
coterraneus – el blog de Francisco Núñez Proaño