CRISTÓBAL COLÓN Y LA ISLA DE CUBA

Inés Ceballos Fernández de Cordoba 02/12/2022






La historia moderna de Cuba comienza con la llegada de los primeros hombres blancos a finales del siglo XV. Fueron los españoles los que implementaron la civilización en Cuba, los que colonizaron la isla. Antes de su llegada parece que hay ciertos vestigios de que los normandos emprendieron una serie de conquistas y descubrimientos que los acercaron cada vez más a América entre los siglos IX y XI. Hay también quien afirma que la Gran Antilla fue descubierta en 1414 por un marino cuyo nombre se ha perdido, pero que la isla figura con forma rectangular en un mapa del siglo XIII bajo el nombre de Antillia. A día de hoy se desconoce de donde provenían los primeros pobladores de Cuba. Eran de pequeña estatura y según algunos estudiosos con características físicas semejantes a los que habitaban en la desembocadura del río Orinoco. Hay quien en cambio cree que venían del corredor de Bering.

En Europa en la época del Renacimiento existía un interés extraordinario hacia todo lo que significara estudio. España se encontraba materialmente con las manos libres y con un caudal enorme de energías que necesitaba emplear de forma provechosa. La organización feudal en la península agonizaba y todo el poder se concentraba en la Corona, una condición indispensable para llevar a cabo la colonización, que acabó siendo obra directa del poder real.

Cuando se consuma la unidad dinástica en España se van armonizando los intereses de sus dos reinos, a pesar de que al principio cada uno gobernara separadamente. Entre los grandes logros de su reinado estará la conquista y colonización de América y los viajes de Cristóbal Colón. Cuando éste llegó a Cuba dijo: “Nunca tan hermosa cosa vi, lleno de arboles, todo cercado al río, fermosos y verdes, flores con su fruto cada uno a su manera”. Aquellos bosques debían ser al principio una barrera insalvable para los seres que habitaban la isla y un obstáculo para la movilidad de sus habitantes. Al principio Colón se obstinó en la continentalidad de Cuba.
Fue en 1476 cuando Cristóbal Colón se estableció en Portugal. Era patrón de naves y se dedicaba al comercio marítimo. Durante esos años forjó la idea de que era posible la empresa de buscar un nuevo camino hacia las Indias, “la tierra profetizada”. Los portugueses eran intrépidos marineros y Colón, que había nacido en 1451, tenía ya una gran experiencia como marino y una obsesión por los viajes de Marco Polo. Fue entonces cuando “ordenaron los reyes que fuese por el camino de Occidente en vez del de Oriente, un lugar por donde no había pasado nadie”.



El libro de Ailly había influido mucho en Colón: allí ya se planteaba la posibilidad de viajar a Oriente por Occidente por la esfericidad de la Tierra. Había posibilidad de encontrar las Indias con la ayuda de un buen almirante, una brújula y una gran determinación de los marineros que le acompañasen pero cuando Colón se presentó ante el rey Juan II de Portugal con sus proyectos, el rey le negó todo el apoyo. Entonces Colón salió rumbo a Huelva con su hijo Diego. En el convento de la Rábida ― adonde dicen que acudió a pedir pan y agua ― hizo amistad con el Prior Juan Marchena. Este gozaba de influencia con la reina Isabel pues era su confesor y le brindó todo su apoyo. De ahí emprendió camino al Puerto de Santa María para recabar ayuda financiera del Duque de Medinaceli, lugar en el que permaneció dos años.

En 1486 Colón somete sus planes a conocimiento de Isabel y Fernando, tras la Toma de Granada y seis años de lucha finalmente le dan su consentimiento. La reina hasta se empeña en donar sus propias joyas para levantar fondos para la travesía.



Se firman las célebres Capitulaciones de Santa Fe y Colón tiene ya por fin autoridad para viajar a lo desconocido el 3 de agosto de 1492 desde Palos de la Frontera. Partió la flota ese día con la Santa María, la Pinta y la Niña con 120 hombres de tripulación. La finalidad del viaje no era otra que la expansión de la fe católica, lo cual repetirá el propio Colón en su testamento.

El 12 de octubre a las dos de la madrugada un marinero de la Pinta avista tierra al amanecer. Colón desembarca en la isla San Salvador. Días después llega a otras islas como Santa María de la Concepción, Fernandina, Isabela, Cayo Fermoso e Islas de Arena. Las costas de Cuba las descubrió al anochecer del 27 de octubre. Del puerto cubano en el que desembarcó dijo “que tenía doce brazas y era bien ancho para barloventear”. Los historiadores creen que fue Gíbara el primer puerto de desembarco de la tripulación. Colón tardaría un mes en reconocer la costa Norte de Cuba. Al principio la llamó Juana en honor del príncipe Juan, primogénito de los Reyes Católicos.



El propio descubridor creyó estar en uno de los países visitados por Marco Polo. Mandó embajadores a una población a doce leguas donde había cincuenta casas. Allí les recibieron con solemnidad, vieron usar el tabaco, encontraron algodón y siembras de judías y boniatos. Allí observaron el nudismo y la ingenuidad de los indígenas. La población indígena oscilaba entre los 300.000 y 500.000 y eran por lo general pacíficos. Los indígenas masticaban las hojas de una planta llamada cohíba. A cambio de tabaco o algodón los expedicionarios les ofrecían trozos de loza u otras bagatelas. Los guanahatabateyes fueron los primeros indígenas en Cuba, después estaban los taínos de mayor cultura que se establecieron en el Oriente de la isla. Hasta entonces las sociedades taínas eran las que habían introducido la agricultura en la isla.



A dieciocho leguas del Puerto de Mares halló el Cabo de Cuba. Luego visitó varios puertos donde la población indígena era muy numerosa. En Baraga fue uno de los pocos sitios donde fueron recibidos de manera agresiva, con dardos. El 5 de diciembre de 1492 Colón se alejaba de las costas cubanas. Después diría: “Por las costas que recorrí vi que era mayor que Inglaterra y Escocia juntas”. De ahí el 6 de diciembre pasaría a Haití, a la cual denominó La Española. El día de Navidad encalló el Santa María por lo que dejó a treinta y nueve hombres en tierra y con el resto inició el regreso a Europa. Fueron recibidos a mediados de abril en 1493 en Barcelona, la ciudad en la que se hallaba la Corte, con un gran recibimiento.



En 1494 emprendió su segundo viaje, esta vez con 1.200 hombres, y allí se animó a ir a la costa Sur de Cuba, a Guantánamo y la isla de Pinos. Entró en Santiago de Cuba y siguió hasta Santa Cruz. Después descubriría Jamaica. Al volver a Cabo Cruz halló un pueblo de indios y descubrió Cienfuegos. Divisó los Montes de la Isla de Pinos y continuó hacía Pinar del Río. En ese lugar obligó a la tripulación a jurar ante notario que se hallaban en territorio asiático y que creían que Cuba “era tierra firme”. Después parece ser que recapituló y que diría: “Averigüe por los indios que se trataba de una isla”.

Los indígenas de Oriente ― taínos ― no se entendían con los que encontraba de nuevo a su paso ― los guanahatabeyes ―. Estos les regalaban numerosos objetos fabricados por ellos a su paso. En este viaje iban muchos labradores por la fertilidad de las tierras y llevaban plantas y semillas en los buques. El regreso de Cuba fue penoso. Las naves destrozadas y los víveres escasos. Frente al Cabo Cruz casi naufragan hasta que llegaron a Santo Domingo a finales de Septiembre. Colón llegó enfermo del segundo viaje y estuvo cinco meses postrado en cama.



Su hermano Bartolomé Colón llegaría al frente de una expedición de varios buques. Hubo entonces un brote de indisciplina entre los colonos pues ignoraban la autoridad de los hermanos Colón. Se apoderaron de varios buques y regresaron a España. Bartolomé se quedó al frente de la Española. El almirante llegó a mediados de 1496. La acogida nada tuvo que ver con la del primer viaje. Su hermano fundó por esos días la ciudad de Santo Domingo.



En el tercer viaje que realizó en 1498 Colón regresó a España preso con grilletes por los supuestos abusos cometidos en la isla de La Española. Había sido arrestado junto a su hermano Bartolomé por Francisco de Bobadilla ― que entonces era juez pesquisidor ― en Santo Domingo. Al llegar fue libertado por los reyes quienes le desagraviaron. El pueblo de Cádiz se indignó al verlo tratado de esa manera y los reyes, tras ordenar su libertad, lo recibieron calurosamente en Granada prometiéndole reparar la injusticia cometida. Bobadilla le sustituyó a Colón como gobernador de La Española. Los indígenas trabajarían en la extracción del oro de los yacimientos existentes y gastó rentas y tributos reales para conseguir el favor de la gente. A éste último le habían enviado para averiguar la causa de las quejas que llegaban constantemente a España. Finalmente Bobadilla fue sustituido de su cargo y falleció en el naufragio de su barco. En 1500 Juan de la Cosa termina su famoso mapamundi que revela la insularidad de la isla en contra del criterio inicial de Cristóbal Colón.



El cuarto viaje fue en mayo de 1502, hubo tormentas y fue una odisea en la que se descubrieron Nicaragua y Panamá. A su regreso Colón llegó enfermo y desamparado, a lo que se sumaba que la reina Isabel iba a fallecer a los pocos días. La muerte de su protectora le produciría un hondo pesar y el rey Fernando le trató con indiferencia y le desposeyó de sus cargos. Le prometió satisfacer las Capitulaciones de Santa Fe y al final se desestimaron sus reclamaciones.



Colón muere en Valladolid en una modesta casa el 20 de mayo de 1506 y se le considera el autor de la mayor revolución moderna y uno de los hombres más grandes que ha habido en la humanidad. España iba inventando su imperio en solo unas pocas décadas en lo que fue una de las aventuras más colosales de la historia humana. Los restos de Colón se trasladaron a Santo Domingo en 1536 y de La Habana a Sevilla en 1898. La inscripción del pedestal dice así: “Cuando la isla de Cuba se emancipó de la Madre España, Sevilla obtuvo el depósito de los restos de Colón y su ayuntamiento erigió este pedestal”. Dos años después de su muerte en 1508 el marino Sebastián Ocampo realizó un viaje alrededor de Cuba de siete meses y demostró que era una isla.



Tres años después todos coincidían en que Cuba era “una tierra enjuta y buena” por lo que quedaba abierto el camino de la conquista de la mayor de las Antillas. Faltaban carabelas para acometer más conquistas. Diego Colón ― primogénito de Colón y antiguo soldado de los Tercios españoles ― tenía sospechas por su padre de que en la isla de Cuba había oro por lo que el rey lanzó un claro mensaje: “Que se mande saber el secreto de Cuba y que podamos saber si hay en ella algún oro”. Diego Colón fue investido de poderes para dirigir la ocupación de Cuba. “Convertir a los indios a la religión católica, no causarles daño, fundar nuevos pueblos para dar sentido de permanencia a la dominación española”. Los indios no estaban acostumbrados a combatir por lo que no mostraron resistencia a los nuevos colonizadores.




Algunos indígenas poseían costumbres mayas y mexicanas. Los indios de Pinar del Río eran mucho menos civiles que los de la costa contraria; “eran salvajes, comían tortugas, pescado y salvajinas que tomaban de los montes”. Sí coinciden los estudiosos en afirmar que había varias culturas: de la concha en la zona litoral, de la piedra en la zona oriente de Cuba y la alfarera. La conquista/colonización pasaba por desestructurar por la fuerza las comunidades indígenas y simultáneamente implementar en ellas una nueva relación social, en palabras de Moreno Fraginals. En 1514 termina la ocupación virtual de Cuba. De 1513 es la Real Cédula de 8 de mayo en la que se recomendaba a Diego Velázquez, hidalgo castellano, que colonizase Cuba y “tratar bien a los indios y sacar a la isla todo el provecho que se pudiera sacar”. Se trataba de una esclavitud mitigada, pues a cambio de vestirlos y alimentarlos les servían y fueron sometidos a duros trabajos.

Velázquez pobló la mayor parte de la isla, se formaron villas ― que organizaban, explotaban y consolidaban los territorios explotados ― y desaparecieron todos los pueblos nativos, pues, el intento de sublevación de los indios fracasó, los nexos culturales entre los indios se rompieron y el número de indios, sometidos a duras condiciones y enfermedades, fue descendiendo drásticamente y hacia 1552 solo llegaban a 2.000. Los conquistadores fueron distribuidos en distintos centros de colonización. Santísima Trinidad, Baracoa, Sancti Espíritus, Puerto Príncipe y San Cristóbal de la Habana fueron fundadas entre 1514 y 1515.



Un año después fundó Velázquez Santiago de Cuba, un puerto muy a propósito para la navegación. Ese mismo año de 1515 Fernando el Católico rebautiza la isla como Fernandina aunque Cuba era como la conocían sus pobladores primitivos. Desde Cuba y gracias a Diego Velázquez fueron lanzados los primeros conquistadores. Eran guerreros aficionados, en busca de nuevos territorios que conquistar. Cuatro de ellos pasarían a los anales de la Historia. Hernán Cortés, Vasco Núñez de Balboa, Francisco Pizarro y Juan Ponce de León. Los planes de Velázquez de conquistar México arruinaron a Cuba y contribuyeron a despoblarla en gran parte.




Las villas fundadas en la isla de Cuba por los españoles no tardarían en ser asaltadas por corsarios franceses e ingleses. En 1516 se concede escudo a La Habana. Hacia 1517 el padre Las Casas propuso la introducción de africanos en la isla para ir supliendo a los indios. Mientras en España se disolvían los vínculos feudales, en América se revitalizaba el sistema de servidumbre y vasallaje en lo que parecía la única solución posible a la lógica conquistadora. En 1519 la capital se trasladó a la zona Norte al puerto de Carenas en donde está hoy y en donde se celebró un 16 de noviembre la primera misa en lugar donde hoy está el templete. La costa noroeste cubana se convirtió en una zona estratégica fundamental para el imperio. Desde Santiago tomaría Cortés el 18 de noviembre de 1518 rumbo a la costa mexicana, concretamente a la isla de Cozumel. La aventura expedicionaria continuaba.



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