Re: Masones de pico y pala
Hola, me he suscrito solo por puntualizar el escrito anterior.
Leí la historia a mediados de los 80 en una revista de las Siervas de Jesús. No sé si conservo la revista, después de tantos expurgos y no la encuentro en el maremágnum de libros que me quedan, y aunque escaneé la historia y testimonio para mi interés y porque me pareció increíble y con su punto milagroso. No tenía permiso para fotocopiarlo y ha permanecido en mi memoria más de 30 años. Espero localizarla para ponerla extensamente y con precisión. La sierva de Jesús tardó 30 años en dar a conocer lo sucedido porque se sintió obligada a no llevarse ese secreto a la tumba, cuando además la otra comunidad también se veía favorecida. No dio nombres del masón.
El masón había sido alcalde y en su mandato guardó bajo llave en su despacho la imagen la de Virgen de los Desamparados y posteriormente rescató de la incineración 'a lo bestia' el cuerpo de la Madre Petra, con no recuerdo qué argumentos, pues participó en la excursión que pretendía destruir los restos.
Cuando enfermó su familia no sabía de su pertenencia ala masonería. contrataron el servicio de la religiosa que haría luego las declaraciones. La buena religiosa lo encomendaba continuamente y durante muchísimo tiempo, sin conseguir ni siquiera la afabilidad. Después de muchos meses, el mason pidió que fuera un jesuita que él conocía a confesarlo (o a hablar con él, no recuerdo)... Posteriormente contó la historia de su rescate de la imagen de la Virgen y de donde estaban los restos de la madre Petra a la religiosa con la prohibición de contarlo a nadie. Murió en la fe.
Su conversión la interpreté como una gracia, muy, muy especial, de la Virgen y de la intercesión de la Madre Petra con quienes tuvo tanto respeto. si un vaso de agua no se queda sin premio...
La sierva de Jesús lo encomendaba a la madre Josefa, hoy canonizada, fundadora de las siervas de Jesús.
Entre lo que recuerdo, hubo una prohibición de recibir visitas de sus 'amigos' masones al enfermo después de su conversión con el fin de evitar su influencia.
. No recuerdo si su hija llegó a saber la historia de su padre.
Hay una breve referencia en
Un caso insólito: la Beata Petra de San José
Con su sugestiva personalidad y su entrega sin condiciones a los más pobres, la Beata Petra de San José sintió que el Señor le llamaba a fundar la Congregación de Madres de Desamparados, en 1881. Fundó 11 casas, y falleció a los 60 años en el mismo santuario de San José de la Montaña, en Barcelona. Allí, en el año 1936, los milicianos entraron, saquearon e incendiaron todo lo que encontraron a su paso y expulsaron a las religiosas. Éstas, al volver, se encontraron algunos restos quemados del ataúd de su fundadora, y pensaron que su cuerpo había sido destruido por las llamas. Así lo creyeron durante 47 años.
El 19 de febrero de 1981, una religiosa Sierva de Jesús, sor Soledad Díaz, habló, en Zaragoza, con una religiosa de la Congregación, que le aseguró que los restos de la Madre Petra no habían sido quemados, sino robados.
Según esta religiosa, en el año 1952, cuidando enfermos en Valencia, se encontró con un caso muy difícil de un enfermo que rechazaba los cuidados y la insultaba. Un día, le confesó que era masón, y que, comisionado por su logia, había viajado de Valencia a Barcelona junto con otros compañeros, y había robado los restos de la Madre Petra. En Barcelona, la Madre Petra despertaba una gran devoción y querían acabar con «esas supersticiones». Sin embargo, no destruyeron los restos, sino que los enterraron en un campo próximo al pueblo valenciano de Puzol. Aquel hombre murió arrepentido y reconciliado con Dios.
La noticia, evidentemente, revolucionó a la Congregación de Madres de Desamparados y, con la ayuda del arzobispo de Valencia, entonces monseñor Miguel Roca Cabañellas, se nombró un tribunal para el caso. Efectivamente, en el año 1983, se localizó el campo y lograron exhumarse los restos, en un acto que tuvo lugar en presencia del propio arzobispo y más autoridades. De nuevo, los restos de la Madre Petra descansan en el camarín de la iglesia de San José de la Montaña. 2008.