(Fuente: Revista Lealtad (julio), 1994)


¿Quiénes fueron los absolutistas?


DIARIO DE NAVARRA del 16 de abril pasado anunciaba para el día siguiente un capítulo de la Historia de Navarra que va publicando por entregas bajo los auspicios de la Diputación. Tal capítulo versaría sobre las guerras carlistas y se anunciaba bajo el título ¡VOLVERÉ!, y el subtítulo: “Pero aquella monarquía providencial y absoluta que pretendían los carlistas no volvió”.

No entendemos el calificativo de “providencial” (suponemos que querrá decir sacral), pero sí está claro el de “absoluta”: significa que el poder monárquico se ejerce en ella sin limitaciones.

Sin embargo, el texto que sigue a esos títulos es una flagrante contradicción de ese calificativo. En él se dice que “la derrota de las armas carlistas (es decir, el final del antiguo régimen al que han llamado absoluto) privó a Navarra de sus Cortes, del Consejo Real, de su Diputación y de sus propios regímenes judicial, militar, municipal y fiscal”.

Precisamente, de todas las limitaciones y libertades que hacían del antiguo régimen defendido por los carlistas el menos absoluto de la historia, el más descentralizado, el más respetuoso con la sociedad y con la historia.

Y ello en nombre de un régimen que, por mucho que se llamase liberal, era la pura uniformización y centralismo, la negación de toda libertad real, el despotismo más completo.

Tampoco es cierto que fuera la derrota carlista lo que privó a Navarra de esas instituciones forales. Más bien puede decirse todo lo contrario. Ésas instituciones habían sido ya anuladas en 1821 por la Constitución de Cádiz reimplantada por la sublevación de Riego. Si pervivieron parcialmente fue por la recomendación de Espartero a las Cortes para que las respetase, recomendación que nació del Convenio de Vergara como condición para la paz. Es decir, que si durante un siglo pervivieron en parte las foralidades vascongadas y Navarra y no se uniformizó por completo a España fue precisamente por la resistencia carlista. Esto lo sabe todo el mundo, menos los historiadores de oficio.


Rafael Gambra



Visto en: FUNDACIÓN IGNACIO LARRAMENDI