«El Ministerio elude su responsabilidad y ha abdicado en la defensa del conocimiento», denuncia Rodríguez Adrados - Seco Serrano advierte: «No se puede enseñar la Historia reciente cuando se prescinde de la anterior»

J. Ors





MADRID- La tendencia del siglo XX se ha convertido en un hecho en el siglo XXI. George Steiner lo explicó con claridad en «Elogio de la transmisión» (Siruela): «Nuestra escolaridad, hoy, es amnesia planificada». Y el viejo maestro parece que no se equivocaba. Lo había advertido con anterioridad en otras obras suyas y había mostrado su preocupacion por la pérdida del legado cultural europeo y el paulatino deterioro de la educación. «Hablar mal viene a significar que se trata de alguien que dice la verdad... Y al revés: hablar demasiado bien es un síntoma claro de falta de honradez», comenta. La pérdida de horas lectivas en los colegios de asignaturas como la Historia, Lengua y Literatura, y la falta de un consenso común -serán las comunidades autónomas las que determinen cuáles son los contenidos de estas disciplinas y si se estudia o no, por ejemplo, a Carlos V o si se leerá a Cervantes o Calderón- pueden dejar un importante vacío intelectual en los alumnos. Steiner, una vez más, explicó qué relevantes son las humanidades: «En griego antiguo se definía al hombre como “animal que habla”, no como “animal que construye, que calcula, que hace la guerra”».

Responsabilidad nacional
Francisco Rodríguez Adrados, catedrático de la Universidad Complutense y académico de la Real Academia Española y de la Historia, ha expresado más de una vez su disconformidad con las iniciativas orientadas a reducir el peso de las letras, como los reales decretos de enseñanzas mínimas que se han aprobado el pasado mes de diciembre. «No entiendo que el conocimiento de Matemáticas o de Griego de un estudiante de Madrid, Santander o Andalucía sean diferentes». El profesor argumenta: «Estoy contra todo esto, porque pienso que tiene que haber una responsabilidad nacional y un contenido también común para todos». El historiador Julio Valdeón comparte la opinión anterior: «La Historia es un rasgo de los hombres. Biológicamente no hemos cambiado en muchos años, pero sí nuestras circunstancias. Ahí es donde quedan patentes los progresos que hemos conseguido los hombres». Para él, es un poco «fuerte» la descompensación que existiría ahora entre los contenidos dedicados Atapuerca y el siglo XIX respecto al XX (sobre todo II República y Franquismo). «No se puede olvidar la Historia de España de la Edad Moderna o la Edad Media, que es cuando nace nuestro idioma, se forman las universidades y las cortes, entre otras muchas cosas». Y añade, con sorpresa, lo que puede suponer que no se incluya en la instrucción de un alumno el descubrimiento de América , que se produjo en el siglo XV. Por eso aboga por una posición distinta: «Se está marginando mucho a las Humanidades y no debería suceder. Tendríamos que converger a un bachillerato europeo, a una historia común de Europa y luego, también, de los países que lo forman».

El catedrático y miembro de la Real Academia de Historia, Carlos Seco Serrano, también se adhiere a estas críticas: «Con franqueza, creo que se rehúye el conocimiento auténtico, el que nos interesa a todos y que es el nuestro, el común». Está de acuerdo en que se enseñe en las aulas los acontecimientos cercanos a nuestros días, pero subraya que «está bien que se contemple la II República. Hay que conocer la Historia próxima. Pero no se puede prescindir de la anterior».

Degradante
Rodríguez Adrados ve en estas medidas «un verdadero problema», sobre todo por las tensiones territoriales, y explica: «Esperanza Aguirre intentó unificar la Historia de España y tuvo un choque muy fuerte con algunas fuerzas políticas. Lo cierto es que es muy degradante que no figuren los Reyes Católicos o que las lenguas clásicas queden relegadas como opcionales en la ESO y no se mencionen en bachillerato». Después aduce: «Es un problema que se ha dejado a las comunidades autónomas. A lo mejor, algunas de ellas mejoran esa carestía, pero de lo que no cabe duda es que el Gobierno está eludiendo su responsabilidad en esta materia. El Ministerio de Educación ha abdicado de la defensa del conocimiento en España».

Julio Valdeón muestra sus dudas sobre la efectividad de este proyecto. Por eso comenta: «En un libro de texto en Cataluña había referencias a la provincia tarraconense, pero no a la Hispania romana. No deja de ser curioso cuando fueron los propios catalanes los que denominaron al Conde de Barcelona el primer Conde de España». Para evitar estas contradicciones, Valdeón aboga por la existencia de unos temas troncales para todo el país, lo que no implica renunciar a un temario específico ligado a cada región». El historiador es partidiario de unos porcentajes que garanticen la presencia de un temario común que no pierda presencia ante el empuje de los específicos.

Antecedentes
Carlos Seco Serrano estuvo en la comisión para la Ley de Humanidades cuando Esperanza Aguirre ocupaba la cartera de Educación, y advierte de los riesgos que conllevan estas medidas: «Ya me topé con ciertas posturas entonces que pretendían primar lo local sobre los conocimientos generales que afectan a todos. Pero lo primero para mí, y es lo que defendí en aquella ocasión, es la historia general y que después se profundice en lo parcial o en lo local. En ellos, en cambio, pesaba, ante todo, lo particular, menospreciando lo que nos interesa y es importante para la mayoría».

Seco Serrano señala que hace falta una reflexión porque «la enseñanza media está por los suelos y a este problema se suma ahora la desaparición de la disciplina en las aulas españolas. Lo que era el orden. Habría que restablecer muchas cosas hoy en día que se han tirado por la borda en el pasado». Las consecuencias de esta ley son difíciles de calcular y dependerá de cómo se aplica en las diferentes comunidades, pero Seco Serrano ya plantea una pregunta para ir pensando y que despierta cierta inquietud: «¿A dónde nos puede conducir todo esto?»



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