El Partido Integrista y el Tradicionalista son dos fenómenos distintos que en 1931 acabaron reintegrándose en la Comunión.

El foralismo en ellos tuvo bastante menos peso que en el Carlismo. De hecho fue la época en que la burguesía liberal vascongada empieza a reivindicar el pase foral en defensa de sus intereses comerciales, manteniéndose los integristas totalmente al margen de este nuevo y muy pujante movimiento foralista.

Entre los fundadores del nacionalismo vasco quizás hubiese más ex-legitimistas que ex-integristas puros. Aunque Nocedal (no puedo precisar si padre o hijo) explica maravillosamente el papel que el clero ha de tener en la política en última instancia el integrismo acabó degenerando en un seguidismo clerical de los Obispos más conservadores. Su red de periódicos es irrisoria en comparación con los periódicos carlistas y en general con los de cualquier otra fuerza política de la época.