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El voto de los inmigrantes





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EL VOTO DE LOS INMIGRANTES

Aurelio de Gregorio. Siempre p'alante.nº 548.

Con más retraso que en otras naciones se está planteando en España estos días la cuestión de si los inmigrantes tienen derecho a voto, o no. Se está planteando apresuradamente por la inminencia de las elecciones catalanas inesperadamente anticipadas a noviembre, y vanguardia de las que se celebrarán en toda España en 2007. Abierto el debate, en Galicia ya plantean el voto de los gallegos radicados en las Américas.

No espere el lector encontrar a continuación propuestas nítidas, porque el asunto es complicado y no lo conozco lo suficiente. Solamente pretendo dar un toque de atención, urgente y apremiante, que pueda compensar el descuido y abandono en que hemos tenido el asunto. Toque de atención acerca de que tiene más implicaciones político-religiosas de lo que parece: (Mezquitas, laicismo, enseñanza, poligamia,etc...).

Los socialistas ya prefiguraron su posición con la legalización masiva de inmigrantes, rápidamente desacreditada por el efecto tam-tam. Pero insisten y para las municipales quieren conceder el voto a todos los inmigrantes. En Cataluña el PSOE, IU e ICV ya han presentado una proposición no de ley en este sentido. Enfrente (siempre en Cataluña de momento) los separatistas, los federalistas, los tradicionalistas y muchos meramente españolistas y aun simples católicos reflexivos, piden que se establezcan algunos requesitos de gran hondura conceptual, que son enjuiciados por muchos frívolos como "pegas" para retrasar la cosa. Temen, y no sin razón, que ese derecho a voto, y otros, aceleren una integración de mala manera de una masa de inmaduros para ella, que actue de disolvente de la identidad tanto española como catalana (¿y como católica?) en la que quieren, y eso es bueno, ahondar.

Una cuestión sospechosa es la prisa. Casi todas las prisas son sospechosas. La condición del inmigrante es pasajera y su evolución natural es la nacionalización con la cual adquieren sin violencias ni discusiones y sin esperar demasiado, todos los derechos. La cuestión se desplaza y debe centrar en dos puntos: En qué requisitos se deben exigir para la nacionalidad, y cuál y cómo es el mundo receptor.

Este discurso nos lleva al umbral de una nueva revisión o definición de qué son Cataluña y España. ¿Se van a integrar en lo que Menéndez y Pelayo define en el epílogo de su Historia de los Heterodoxos y en el Brindis del Retiro, o se van a integrar en una masa amorfa desestructurada regida por criterios políticos y religiosos judaicos y masónicos? ¿En cual de las Dos Españas se van a integrar?

¿Qué hay detrás de las prisas de los socialistas por conceder derechos a los recién llegados, a voleo, indiscriminadamente, atolondradamente?. Dos cosas: Una, la conjetura de que en las elecciones estas concesiones les van a beneficiar. Otra,una cosmovisión mucho mas profunda y estable, de que no hay más Patria que la humanidad, desdiferenciada y masificada, dócil a un supergobierno mundial judeo masónico. Sirve a este designio que los inmigrantes son apátridas, que no huyen del hambre, como vulgarmente se cree, sino que corren detrás de la esperanza de riqueza, desertando de sus deberes sociopolíticos en sus puntos de origen. Exhuman la definición romana de "ubi bene, ibi Patria". Mi Patria es donde vivo bien.

Por los años cincuenta del siglo XX el profesor don Alvaro D'Ors, en un artículo en la revista carlista Montejurra resumió así la situación ante la incipiente europeización: "o les evangelizamos o se nos comen". Me parece aplicable a los inmigrantes.

Después del Consejo de Ministros del 25 de agosto, la vicepresidenta declara que es altamente improbable que los inmigrantes puedan votar en las municipales de mayo del 2007. Misteriosa contradicción.