«Una feminista catalana» por Juan Manuel de Prada para el periódico ABC, artículo publicado el 09/III/2019.
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Diecinueve años después de su muerte, la figura de la escritora catalana Ana María Martínez Sagi (1907-2000), a quien exhumé del olvido en mi novela de juventud Las esquinas del aire, empieza a ser tímidamente reconocida. A ello contribuirá, sin duda, el documental titulado La Sagi, con dirección de Francesc Escribano y Josep Serra Mateu, que el próximo martes emitirá TV3, muy centrado en su faceta de deportista y directiva del Fútbol Club Barcelona, pero en el que también se contempla su actividad literaria y periodística, así como su militancia feminista.

He tenido la suerte de colaborar en este documental, a la vez que ultimo para la colección «Obra Fundamental» de la Fundación Santander una antología poética y periodística de Ana María Martínez Sagi, en la que además de recuperar muchos poemas inéditos suyos rescato -después de años de pesquisas agotadoras en hemerotecas- su periodismo pionero, tanto en castellano como en catalán. Será la primera entrega de su obra, que espero poder continuar algún día con la publicación de sus memorias y diarios inéditos. En estos días completo la traducción de los artículos en catalán de Ana María Martínez Sagi, donde se abordan asuntos entonces candentes, como el sufragio femenino. En muchos de estos artículos se satiriza implacablemente a los hombres más refractarios a las conquistas políticas de la mujeres; pero sus dardos más envenenados los dirige Ana María contra quienes las «marean con un exceso de halagos, nos ofrecen derechos y nos regalan concesiones», para después utilizarlas en beneficio de tal o cual bandería política. Y también contra esos hombres que, «agarrándose al clavo ardiendo del feminismo», aprovechan la ocasión para retirar todas las delicadezas que los hombres habían dispensado tradicionalmente a las mujeres. A Ana María Martínez Sagi no le gustaba que le dedicasen atenciones «por creerme un pequeño ser débil, inútil y digno de lástima»; pero lamentaba la falta de amabilidad y cortesía que muchos hombres empezaban entonces a mostrar hacia las mujeres, fingiendo camaradería (pero, en el fondo, movidos por la falta de respeto). Han pasado casi noventa años desde que Ana María Martínez Sagi escribiera estos artículos; y desde entonces tales fenómenos (lo mismo la adulación interesada con fines políticos que la falsa camaradería que encubre una falta de respeto mutuo) no han hecho sino crecer.

Especialmente interesantes resultan los artículos desengañados en los que Ana María Martínez Sagi, después de años de activismo feminista, denuncia la falta de compañerismo que ha hallado entre las mujeres. «Siempre he creído -escribe en cierta ocasión- que la mujer tiene dos eternos enemigos. Uno pequeño, poco peligroso; el hombre. El otro, verdaderamente terrible, cruel hasta el martirio: otra mujer». En otro artículo llegará a proclamar sin ambages: «Sé perfectamente que tampoco entre los hombres la nobleza de sentimientos es muy frecuente, ni la unión moral y espiritual demasiado perfecta. No obstante, puedo afirmar -porque lo he vivido y porque los hechos de cada día fortalecen mi opinión- que entre los hombres la solidaridad, la generosidad, el sacrificarse individualmente por el bien común, el sentimiento de hermandad y de amistad sobre todo, son mucho más vivos y sinceros».

Sorprende tropezarse con estas consideraciones tan poco complacientes de una feminista comprometida que tuvo que soportar en vida la incomprensión y el escarnio (así como el olvido tras su muerte). Y resulta muy instructivo contrastarlas con las proclamas adulonas que hogaño lanzan tantos aprovechateguis y chupópteros.

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