En la muerte del escritor barcelonés Luis Romero

En la muerte de uno de los escritores catalanes más importantes del siglo XX dejo una pequeña reseña biográfica:
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HA MUERTO LUÍS ROMERO

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Éramos un poco vecinos, vivíamos en Barcelona, él en la calle Calabria, y yo, tres manzanas más allá, en la calle Valencia. Y entre nosotros, un bar, “Los Hermanos Navarro”, que ya ha desaparecido del callejero de Barcelona.

A veces me lo encontraba en ese sencillo bar, sentado en un rincón solitario, leyendo un periódico, fumando unos cigarrillos liados a la vieja usanza y frente a un café que se enfriaba poco a poco. Charlábamos de lo divino y de lo humano, pero más bien era el quien llevaba el “gasto” porque era Luís Romero quien sabía y tenía cosas que contar, con su forma de hablar lenta, reposada, una forma muy peculiar de hablar “arrastrada”, un auténtico placer para el escuchante.

Me contaba retazos de su larga vida. Había estado en la cárcel, en el Castillo de Montjuich, bajo la amenaza de la muerte en aquel verano trágico de 1936. “Eran tiempos en los que había que elegir partido”, me dijo. Allí vio la muerte de cerca, muchos de sus compañeros de infortunio fueron bajados a los fosos para ser fusilados, entre ellos una bella joven, así la definió Luís Romero, que habían traído de Valencia. Liberada Barcelona y terminada la guerra, se organizarse la División Azul, y con ella marcha Luís a Rusia, enrolado en aquellos heroicos Regimientos de Marcha. En una acción de guerra, perteneciendo a unidades de asalto, su comportamiento es tan excepcional, que sus jefes le proponen para una Cruz de Hierro de 2ª Clase. Y Luis Romero, que pisaba tierra, dijo: “¿y si en vez de una Cruz de Hierro me dan un permiso para España?”. Se le concedió este permiso especial que era, para cualquier divisionario, un regalo del cielo. Y se fue a España. Y acabado su permiso, regresa a Rusia con sus camaradas. Alguno, incrédulo, le dice: “pero Luís, ¿si creíamos que una vez en España ya no ibas a regresar más?”. Pero Luís Romero sí regresó porque para él, como para otros muchos, la dignidad y el honor no son palabras vacías.

La biografía de Luís Romero es, a partir de su regreso, la de un escritor. Estando en Argentina, se entera de que ha ganado el Premio “Nadal”, creado por un falangista catalán, Ignacio Agustí, y que lo ha ganado con su novela “La Noria”, extraordinario conjunto de relatos breves, todos encadenados hasta “contactar” el último con el primero. Y también se dedica a la investigación de la Historia reciente de España, escribiendo dos de esas obras que han de ser de lectura obligada para otros investigadores: “Tres días de julio” y “Sublevación en Cartagena”.

A veces iba a su casa donde me recibía en una habitación sin paredes, es decir sin paredes visibles, ya que todas estaban cubiertas de estanterías, de libros y de cuadros. Y allí volvía el monólogo enriquecedor, pero rodeado de su mundo más íntimo.

Dejamos de vernos durante demasiado tiempo, mis largas ausencias de Barcelona me alejaron de algunos amigos, y un día, me entero de que Luís Romero ha muerto. Voy a su funeral que se hacía en Santa María del Mar, hermoso templo gótico arrasado por los mismos “talibanes” que hoy destruyen monumentos, lápidas, estatuas y símbolos. Nada recuerda aquella tragedia, pues el templo está reconstruido, restaurado, con su nuevo órgano que el fuego arrasó, sus retablos, sus imágenes, su altar mayor… Y, por supuesto, nada, ni una sola lápida, recuerda quien y cuando se reconstruyó la iglesia de Santa María del Mar.

Una misa bilingüe, cosa que es de agradecer en estos tiempos en Cataluña, y una especie de responso-biografía de Luís Romero donde se oculta su época de prisionero y de divisionario. No conviene… Y un par de centenares de personas perdidas en la inmensidad del templo. No vi ni reconocí a nadie, a ningún político, a ningún escritor…
Posiblemente sea Luís Romero el último escritor de aquella generación de los años de posguerra que queda vivo. Como no andaba por los circuitos ”progres” o de conversos, era una personalidad desechable por el sistema.

Pasarán los años, y los encuentros con Luís Romero, con sus cigarrillos liados, el café que se enfría en la taza y la lenta conversación, en aquel bar que ya ni existe, quedarán como tesoros en nuestra memoria por que, todo hay que decirlo, tuvimos la suerte de conocer a un hombre excepcional en solitario y en directo.

Jesús Flores Thies
Coronel de Artillería-retirado.

"Tres días de julio": un caleidoscopio densísimo en cientos de páginas de los días 18 19 y 20 de julio de 1936; con los principales protagonistas de la (en ciernes entonces) Guerra Civil: militares, políticos y paisanos de todo pelaje tomando partido pro o contra el Alzamiento tomando partido unos a muerte y otros a a cara o cruz: Mola, Azaña, Goded, el Cuartel de la Montaña, el general Aranda en Oviedo, los partes de guerra, los milicianos enloquecidos,
Los coloquios tremendos, los protagonistas dialogando al filo del abismo, en una vorágine de sentimientos encontrados.

Es un libro inolvidable; lo leí hace trece años y es de los que dejan huella para toda la vida.

Concuerdo con lo que dice Gothico. Hoy día la cultura subvencionada no ha perdonado a uno de las mejores prosas del siglo XX que siendo catalán escribieses mayoritariamente en castellano --como todos los autores catalanes notables del pasado siglo-- y que no renunciase a la contar la historia tal y como fue.