Respuesta: El madrileñismo
Estimado ALACRAN:
Estos artículos que usted cuelga, ¿son de sus puños y teclado? De ser así, le aconsejo que los firme, pues en un futuro si han de ser reproducidos en otros medios, sabremos la fuente exacta.
Gracias
Respuesta: El madrileñismo
Sí, porque además en Internet cualquiera te roba cualquier cosa. De todos modos, puede firmar con su seudónimo de Alacrán si lo prefiere. La verdad es que son unas aportaciones culturales excelentes.
Respuesta: El madrileñismo
Se cumple una vocación y un deber: rememorar la grandeza de la Patria a los contemporáneos.
Que se haga con los escritos lo que se estime pertinente y que cada cual cumpla con su deber.
Firmado: La Patria.
Respuesta: El madrileñismo
Larra tuvo un sucesor, no un heredero en Mesonero Romanos: El curioso parlante. Apareció El curioso parlante en tiempos muy favorables para el género satírico, como lo son todos aquellos en que una sociedad se transforma. España, comenzaba a mutar: a la sociedad petrificada del antiguo régimen sucedía la sociedad liberal del siglo XIX; el romanticismo atacaba el clasicismo apergaminado de la época moratiniana; unas costumbres nuevas sustituían los rancios usos y modas.
El contraste entre lo viejo y lo nuevo había de dar lugar a numerosas muestras de lo cómico; en breve plazo lo que ayer era grandioso se tornaba ridículo y viceversa; y en aquel trastorno general el escritor satírico hallaba amplio asunto para ejercitar sus facultades.
Larra y Mesonero Romanos, El curioso parlante, contemplaron aquella sociedad, y el resultado fue en el uno carcajada sombría del pesimista escéptico; en el otro la alegre risa del observador burlón. Fijóse Larra en lo grande y Mesonero en lo pequeño; El curioso parlante, limitóse a la superficie de las cosas, y solo consiguió hacer a la sociedad suaves cosquillas, que excitaban su risa.
Por eso fue Larra el satírico favorito de los pensadores serios y de los corazones amargados por la duda y la desgracia; y El curioso parlante disfrutó las simpatías de las gentes de humor alegre que querían conocer los vicios pequeños para reírse y solazarse. Larra fue satírico y El curioso parlante observador ameno y festivo.
Don Ramón Mesonero Romanos era un hombre de placentera y burlesca fisonomía, caracterizada por unas gafas que ocultaban vivos ojos y por una boca risueña que recordaba, hasta cierto punto, la sarcástica boca de Voltaire. Unido a esto un cuerpo menudo y rechoncho, se tendrá la efigie del Curioso Parlante.
Hacia 1832 comenzó Mesonero su tarea: en las «Cartas Españolas», en la «Revista Española» y el «Semanario Pintoresco»; ahí pintó con fidelidad y gracia las costumbres del pueblo madrileño; allí retrató a esa clase media, que con sus aspiraciones aristocráticas y sus dejes plebeyos tanto dieron a la satíra; allí criticó, con intención, pero sin cólera, los vicios pequeños y las pequeñas ridiculeces; allí, trazó animados cuadros de costumbres en que abundaban chistosos episodios y tipos perfectamente trazados, y que no fueron superados por ninguno de sus imitadores.
Los escritos del Curioso Parlante muestran en él dos cosas: un escritor notable y un hombre de bien. Hay en ellos algo de la sencillez y de la bonhomie de Lafontaine, como dicen los franceses; pero sazonada con el fino donaire de los españoles.
El Curioso Parlante no faltaba nunca al buen gusto ni a la educación. Su sátira, demasiado benévola y suave, no ofendía. Sátira más cercana de la de Horacio que de la Juvenal; poco poderosa acaso para desarraigar vicios, pero incapaz de hacer daño a nadie. Y no se crea por eso que era anodina, antes es chispeante y amenísima y muy intencionada en ocasiones.
Como prueba de ello, léase la «Junta de Cofradía». ¿Se prefiere una sátira literaria, del tipo de Moratin? Pues ahí está «El Romanticismo y los románticos». ¿Los cuadros de costumbres trazados con el lápiz de Goya? Pues entonces «La calle de Toledo », «La comedia casera», «Las visitas de dias», «El Prado», «Las casas por dentro», «Las tres tertulias», «La capa vieja y el baile de candil», «El dia de toros », «El duelo se despide en la iglesia», «Madrid a la luna», «El teatro por fuera», «El recién venido», «La posada ó España en Madrid» y otros muchos que dan idea del estado de España en aquellos tiempos, que proporcionan curiosa noticia de añejas costumbres.
Re: Respuesta: El madrileñismo
De "Memorias de un setentón, natural y vecino de Madrid"
"Al toque de oraciones de la tarde de aquel día en que conmemora la Iglesia al patriarca San Joseph, hallábase reunida toda mi familia en la sala de la casa, frente al obligado cuadro que pendía en el testero representando la Purísima Concepción, y rezando en actitud religiosa el Santo Rosario, operación cotidiana, que dirigía mi padre, y a que contestábamos todos los demás, incluso -¿se creería ahora?- los sirvientes de ambos sexos, que para el caso eran llamados a capítulo (...) Cuando nos hallábamos todos más o menos entregados a tan santa ocupación, vino a interrumpirla un desusado resplandor que entraba por los balcones, una algazara inaudita que se sentía en la calle, unos gritos desentonados, formidables, de alegría o de furor.
¡Viva el Rey! ¡Viva el Príncipe de Asturias! ¡Muera el Choricero!".
Ramón de Mesonero Romanos, "Memorias de un setentón, natural y vecino de Madrid escritas por El curioso parlante (1808-1823)", vol I, Madrid, Renacimiento, 1926, pp. 2-3.