Los misterios del 11-M

Por Jaime Campmany


TODAS las hipótesis o conjeturas que acerca del 11-M pueden ser construidas sobre las últimas noticias que van apareciendo estos días son en verdad tremendas, por no decir terroríficas, especialmente para el PSOE. Zapatero las llama «cábalas», quizá porque quiera evadir su responsabilidad huyendo hacia los recovecos de lo mágico y lo exotérico. De cualquier manera, plantean una situación misteriosa y siniestra, en la que se encuentran sumergidos peligrosamente el Gobierno y el Partido Socialista, y que pide a gritos una rápida y convincente clarificación. De otro modo, las razonables sospechas de hoy irán tomando cuerpo hasta convertirse en evidencias de la vox populi.

Ahí aparece ese sujeto llamado Mohamed Almallah Dabas y apodado «el sirio», que en menos de un año cubre el recorrido sorprendente desde las filas socialistas a una celda incomunicada de la cárcel como imputado de participación en la masacre del atentado ferroviario de Madrid. El «sirio» fue expulsado del Partido Socialista a raíz de su detención, pero en el Partido Socialista estaba, y un hermano suyo está también en Inglaterra acusado igualmente de terrorismo. Una camada encantadora.

Otro personaje siniestro es Fernando Huarte, que pertenece a la dirección del Partido Socialista de Gijón y preside una asociación de Amigos del Pueblo Palestino, titulada significativamente Al Fatah. Esta otra alhaja visitaba en la cárcel a los cabecillas del grupo islámico que llevó a cabo la masacre en las estaciones de Madrid. No sabemos los motivos de esas visitas (él afirma que los visitaba por compasión humanitaria), pero Pepiño Blanco, llevando a la sublimación el hermetismo gallego, asegura que el PP conoce el motivo de las compasivas visitas, y no aclara más. En boca cerrada no entran moscas. De cualquier forma, ese motivo continúa guardado en el arcano secreto de uno de los dos o de ambos partidos.

Para colmo, salta la noticia de que este Huarte, dirigente del PSOE de Gijón y por tanto inmerso en la pomada de la trama asturiana de los explosivos, era también agente del Centro Nacional de Inteligencia, antes CESID, y dadas sus actividades políticas y de espionaje no puede extrañar que fuera un diligente informador confidencial del Partido Socialista durante los días 11, 12 y 13 de marzo, los días trágicos del atentado. Eso explicaría que los socialistas, según propia confesión, dispusieran de informaciones del atentado antes que el Gobierno del PP. No sólo los socialistas, sino también la «Ser», o ésta después de aquellos. Entonces, los socialistas organizaban manifestaciones pidiendo «la verdad». Remember. «Antes de votar, queremos la verdad». Bueno, pues ahora son los otros los que piden la verdad, aunque llegue después de votar.

Todos estos datos sólo darían pie a las «cábalas» de que habla Zapatero. Pero lo verdaderamente siniestro y terrible del caso es que los socialistas se niegan tercamente a que declaren los personajes implicados (el «sirio» y Huarte), más el director del CNI y su antecesor, más todas las demás comparecencias pedidas por el PP en la Comisión parlamentaria. ¿Por qué? Esa actitud sería sinónimo de culpabilidad. Ni más ni menos.



Fuente: http://www.abc.es/abc/pg050324/prens...AC-OPI-004.asp