Creo, y lo digo con las reservas que una afirmación así conlleva, que lo mismo que le dio a Rodríguez el poder, es decir, el 11-M, será lo que se lo quite. Vengo defendiendo esta teoría desde hace tiempo y a medida que avanzan los acontecimientos se me hace más palpable. Sé que es una afirmación que me va a costar más de una crítica y, sobre todo, muchos insultos, porque en este país afirmar ciertas cosas es motivo de condena a la caverna, y si no que se lo digan a Rosa Díez, compañera, que ya forma parte de los que engrosamos ese nido de la marginación por nuestras ideas en un país donde ya sólo se puede esgrimir la verdad oficial y defender la bandera del zapaterismo. Pues bien, fíjense, a riesgo de mucha incomprensión y algo más de resentimiento, les diré, sin temor a equivocarme, que el último comunicado de la banda terrorista ETA ha venido a confirmar muchas de las sospechas de las que en estas mismas líneas vengo advirtiendo desde hace diecinueve meses, que son los mismos que Rodríguez lleva gobernando contra el interés general.

Siempre dije que en aquel famoso encuentro de Perpignan entre Carod Rovira y los líderes de la banda terrorista se estrecharon los lazos de un destino común para Cataluña y el País Vasco, un destino fuera de España, como naciones independientes. Siempre dije, también, que el Pacto de Perpignan condicionaba a futuro la política de Rodríguez si ganaba las elecciones del 14 de marzo, como así ocurrió gracias a los atentados terroristas del 11-M. Y siempre dije que esa confluencia de intereses entre ETA y ERC implicaba, por sí misma, la destrucción del modelo de Estado tal y como lo conocemos consecuencia de la Constitución de 1978 y la eliminación del Estado de Derecho y la separación de poderes que conlleva. Un camino que Rodríguez estaba dispuesto a recorrer, primero por convencimiento, y segundo por conveniencia. Un camino por el que quiere llevarnos a todos de la mano de un Estatuto intrínsecamente separatista y una tregua de ETA que no sabemos si va a llegar o cuántas concesiones tiene que hacer el Estado para que llegue.

Y ETA ha dicho lo que quiere: reconocimiento de nación para Cataluña y el País Vasco e implicación internacional en el supuesto proceso de paz, que no es otra cosa que la rendición condicionada del Estado de Derecho frente a los asesinos. Pues bien, si yo había defendido en repetidas ocasiones la estrecha relación ETA-ERC y el apadrinamiento que la banda terrorista ejercía sobre todo el proceso soberanista catalán –desde el mismo momento en que declaró una tregua sólo en aquella comunidad autónoma-, ahora la propia ETA confirma y da carta de naturaleza a estas fundadas sospechas, y aporta un nuevo motivo para la oposición frontal al Estatuto. Y es que, además de ser inconstitucional y separatista, está tutelado por la banda terrorista, y desde ese mismo momento, en memoria de los muertos y por la dignidad de todos, se debería rechazar sin contemplaciones en el Congreso. ¿Alguno de ustedes cree que eso va a ocurrir? Yo no.


Y, dicho esto, vuelvo al principio porque el comunicado de la banda introduce, por primera vez, un elemento al que hasta ahora los asesinos de ETA se habían mantenido conscientemente ajenos, pero a la vista de la necesidad que tienen de poner contra las cuerdas a un Gobierno entregado, ya no le importa mentar la soga en casa del ahorcado. ETA dice, textualmente, que "los principales poderes del Estado español no han superado la crisis abierta con las acciones armadas del 11-M del 2004, y la mayoría de los partidos políticos y medios de comunicación españoles sufren las consecuencias de las contradicciones generadas por este hecho”. Acciones armadas. ¿Qué van a decir ahora todos los que han dedicado tiempo y esfuerzos en hacernos creer que los asesinos de ETA no eran igual de ‘malos’ que los asesinos del 11-M? Pues va a resultar que lo son y que, incluso, tienen mucho que ver y muchos intereses comunes. Y sobre algo de todo esto y de lo que yo he llamado la tercera pata que conforma esta mesa, la vinculación de determinados servicios secretos, está en trámites de hacerse la luz.

¿Por qué cree ETA que los poderes del Estado no han superado la crisis del 11-M, o que los partidos y los medios de comunicación sufren las consecuencias de las contradicciones generadas por este hecho? ¿Quizás porque sabe de lo que habla y quiere hacer reflexionar sobre las consecuencias que tendría que se descubriera su implicación en los atentados? Algo me dice que de todo esto tendremos noticias en algún momento más o menos cercano, noticias que vendrían a confirmar que lo que pasó, además de ser un atentado terrorista que costó la vida a 191 personas, estuvo perfectamente diseñado en su objetivo de derribar a un gobierno democráticamente elegido. Aunque también puede ser que motivaciones que se me escapan impidan que los ciudadanos conozcan la verdad. Yo espero que triunfe la pasión por la libertad, entre otras cosas porque la memoria de todos nuestros muertos, los del 11-M y los de todos los atentados terroristas en España, merece la verdad. Y la verdad, no me cansaré de repetirlo, nos hará libres.



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