Lo normal en cualquier país es que los genocidas estén en la carcel. Aquí el hijo de puta de Carrillo no sólo se pasea libremente por la calle, sino que se le hacen homenajes y se le nombra honoris causa.

Para colmo los españoles que tratan de boicotarle los actos en la univeridad son presentados como violentos alborotadores. Vamos que ésto es el mundo al revés.

No creo que el desgraciado ese tenga remordimientos de conciencia por lo que hizo, pero si los hombres no le hemos juzgado por lo que hizo dentro de muy poquito le queda el juicio verdadero, que ya le quedan 2 telediarios.