LA AMARGURA GERMANISTA :





Más de uno ( Y más de dos ) fruncirán el ceño al ver el enunciado de la humildad de mis escritos, y muy seguramente preguntándose qué tiene que ver realmente con la Hispanidad esto que acá enuncio. Pues bien, vamos al lío ( Que diría un castizo hispalense ) :



Cuando el Occidente Imperial Románico agonizaba, y según dicen más o menos historiadores, el Medievo veía la luz, multitud de pueblos “ bárbaros “ ( Onomatopeya fabricada por los antiguos griegos; de bar-bar; viniendo a ser “ que no saben hablar “ ) rompen el antiguo limes asentándose pues en las distintas provincias de Roma. Entran principalmente tres grupos de pueblos germánicos : Los Germánicos del Mar del Norte ( Frisones, jutos, sajones, anglos, etc. ), los Goto-Escandinavos ( Visigodos, ostrogodos, vándalos y burgundios ) y los Germánicos Continentales ( Francos, lombardos, bávaros y alamanes ); acompañados de pueblos como los alanos del Irán. Siglos después verían los mares la expansión de los vikingos; temidas tribus procedentes de Escandinavia, principalmente a través de dos grupos, normandos ( De Noruega ) y varegos ( De Suecia ); aunque los vikingos realmente poco fundaron, en todo caso los varegos en Rusia se asentaron en lugares de contrastada tradición comercial; y salvo razzias y pillajes ( En muchos casos objeto de la suntuosa fantasía ) poco más que ofrecer.



Durante el desarrollo del Medievo, con el dominio timárquico de estos pueblos de la Germanidad, se van fraguando en torno a la Universalidad Romana las diversas patrias europeas, en casos totalmente distintos, claro está. Generalmente, la influencia del carácter germánico en la épica quizás ha sido demasiado magnificada. No por nada, sino porque son esos germanos los que se salvan en torno a Roma y no al contrario; y en muchísimos casos, como en la Hispania, no dejan de ser una minoría que acaba cediendo y queriéndose fundir con el “ romano “. Como bien dice ante esto Ramiro de Maeztu en su Defensa de la Hispanidad : “ España la crea Recaredo al adoptar la religión del pueblo….” La verdad histórica nos dice, por tanto, que esa minoría germana al abrigo latino refunda bajo la Cristiandad el tradicional concepto; entonces remarcado en el Sacro Imperio Romano-Germánico ( Que más tenía de Roma ) No hay que dejar de reconocer su aportación, pero tampoco hay que exagerarla.



Bien pasados los siglos de Dios, en el siglo XIX, los auténticos latinos verían más o menos atónitos como en los pueblos germánicos y eslavos se fraguaban conceptos supranacionales que reivindicaban, en un caso, la antigüedad ( hasta tribal ) de los germanos, y en el otro, bajo el abrigo de una especie de “ Santa Madre Rusia “ como cabeza visible de ese eslavismo; en último lugar, muy ligado pues a la Ortodoxia Cristiana. El problema que tenían pues los germanos era su división, auspiciada por la surgida de los protestantismos, muchos de ellos envidiosos y recelosos de la Universalidad Romana. Los germanos se debatían en eternas divisiones, entre sectores de los resquicios del Imperio Austro-Húngaro y la pujante y naciente Prusia, amén de territorios que se encontraban en sus propios problemas nacionales, tales como Alsacia, Lorena, Flandes o Borgoña. Los germanistas pues veían las aguas que el Imperio Austro-Húngaro ( Austria de Österreich; especie de “ marca oriental “ de ese antiguo pero imprecisamente “ germánico “ Reich “ ) hacía y deseaban con impetuosas ansias su “ natural “ resquebrajamiento; mientras crecía el odio hacia una Francia consolidada en el jacobinismo como soga para pueblos dispares ( Nada que ver con la fortaleza espiritual y aristocrática de la fundación de Clodoveo ); reivindicando ferozmente tierras para esa Germanidad, que vivía en sus contradicciones y divisiones más amargantes. Por la contra, en la fragua del eslavismo, hubo un sentimiento mayoritario de unidad por lo espiritual, quizás parecido al antiguo caso de hispanorromanos y visigodos; pero, por ejemplo, inaceptable para el pueblo rumano, que se consideró siempre muy latino a pesar de los pesares. Los Dacios Inmortales y Roma se verán, aun en su Ortodoxia, como los orígenes de su patria; y también siempre un recelo por parte del patriotismo serbio hacia el poderío ruso. Asimismo, en esas fechas poco se mira al Reino Unido, sino al contrario; los racistas de ese engendro político mirarán a Centroeuropa y la ferocidad germanistas ( Como Chamberlain ) como reserva racial pujante de su nación, cuna de genocidios de pueblos blancos y del judaísmo, masonería y multiculturalismo para con la Europa. En cambio, la Europa Meridional románica se debatía en sus miserias internas, y eran incapaces sus intelectos de rescatar esa herencia común, santo y seña de la sanidad del Occidente, y que hasta de los Cárpatos ( Rumanía; esto es, de Roma ) venían a reclamarnos.



El germanismo cierra filas en torno a las fuertes ideas racistas, muchas al abrigo del cientificismo imperante. El mito confuso del “ ario “ acabará pues, por imponerse. Pero, realmente….¿ Qué o quién es “ ario “ ? Centrándonos puramente en la historia, el o lo ario no deja de ser un fenómeno casi que filológico. Se toma la palabra “ mágica “ del sánscrito de la India, del antiquísimo-epopéyico-esotérico arya, referente a “ señor “ ( Con un alto sentido timárquico ) y “ bueno “; introductores del carro de combate como arma de guerra en el Próximo Oriente ( Hititas, hurritas ); fundadores de grandes imperios como el patriarcado del pueblo iranio : Iranshahr; esto es, tierra de arios ( Del Irán al Afganistán )…Término que llega hasta la expansión céltica, hasta el Eire o Erin( Esto es, Irlanda )….Los germanistas pues verán a los suyos como herederos naturales, amén de tomar una estética helenizante; pues también considerarán que las civilizaciones mediterráneas grandiosas se deben a la participación de estos pueblos arios o indoeuropeos; visión “ nordicista “ de toda una civilización. No obstante, todo esto es producto de una soberbia ( Que se conoce aína de amargura por querer justificar lo injustificable y hacer lo imposible ) que intentaba justificar su liderazgo en un futuro imperio…Pero no es Historia. La Historia nos habla de pueblos anteriores a este fenómeno ario , de raza tan blanca y de una cultura anterior que nada tiene que envidiar. Estamos hablando del fenómeno de los pueblos del mar, o de los caucásico-mediterráneos….Toda una epopeya de periplos y camineros, preindoeuropeos o preariosy, como nos demuestra la Historia, sin nada que envidiar en civilización; eso sí, con una filología diferente, lo cual, como para con los ugro-fineses; no quiere decir absolutamente nada, y mucho menos en lo “ despectivo “ como más de un acomplejado eunucoide pretende. Toda una civilización de pueblos antiguamente hermanos que cristalizóse en Troya y que, a través de la destrucción de ésta, en periplo dio su sangre para la fundación de Roma, recogida en la Eneida de Virgilio. Así vemos a pueblos como íberos, vascones, etrusco-tirsenos ( Dice Adolf Schulten que de cuyo tronco salieron los tartessos ), bereberes ( Ya mestizados por el islam ), libbus ( antiguos libios ), cimmerios, hibero-georgianos, teucros, minoicos cretenses….Y hasta pictos y ligures, todos unos bravos colonizadores que, junto a algún íbero, civilizaron tierras del norte de Europa, y que allí, junto a los celtas, mantuvieron una bella identidad, arruinada por la barbarie de la alianza entre el lumpen de la Germanidad y de la judería; para colmo, el nacionalismo “ británico “ ( Que ensalzan en nuestros días los skinheads como una especie de “ patriarcado “; aliñados por un submundo pseudonazi que en España logra estropear a tantísimos jóvenes ) se intenta cubrir de gloria y de “ racismo “….



La amargura del germanismo radica, entre otras muchas cosas, en creerse superior, en creerse centro del universo, en no saber ver la ciencia y la historia objetivamente. Siempre estuvo intentando barrer para una imprecisa casa y, utilizar lo que es la evidencia para el propio provecho. Por tanto, no deja de ser su médula un mito, en contra de esa espiritualidad ( Aun recelosa ) eslavista; espiritualidad y tradición que entiende el Carlismo, la Vendée o la Sönderbund, que entenderán ciertos sectores de la Confederación; que entenderá Ramiro de Maeztu y que procurará extender más o menos en Acción Española y testigo que recogerán los principios del Rex walón ( Católicos y amantes de la cultura clásica, como su propio caudillo el prolífico León Degrelle ) y la Legión de San Miguel Arcángel, esto es, los Guardias de Hierro de la Rumanía.



A posteriori, ese germanismo influirá en la creación y desarrollo del fascismo alemán, esto es, el nacionalsocialismo. En ese movimiento confluirán una mezcla de tendencias y gentes que encontrarán como referentes ese hastío populista alemán venido de la injusticia del “ Tratado de Versalles “ ( O como decían ellos, diktat; sentimiento de frustración y revancha que también se dio en la Italia, y, aun así, no logró desarrollarse con autenticidad política ese necesario “ latinismo “ o “ romanismo “ ) Pero, curiosamente, en diversos sectores nazis, se irá fraguando ese odio visceral hacia el eslavo, como producto secundario tras el judaísmo imperante de la decadencia germánica. Se buscará pues, una especie de reconciliación con el Reino Unido, considerado germano por muchos de ellos, no dándose cuenta de la consolidación judeomasónica de su hipócrita sociedad. Tras la Segunda Guerra Mundial y, en contra de las posturas del propio Adolf Hitler, el ansia de atraer a su causa germanista ( Que realmente fue lo que acabó imperando, mal que le pese a los embusterillos pseudoeuropeístas de tres al cuarto ) Y no deja de resultar curioso como, entre los mayores tontilocos que se dejaron ver por el nacionalsocialismo, figuraran germanistas como Rosenberg ( Que no era germano ) o Bormann; anticristianos desarraigados y con unas grandes dosis de complejo, cobardía e ignorancia. El germanismo despreció así la herencia espiritual eslava y, al no tener al cristianismo como primicia ( No sería pues el único fascismo que así lo hiciera, como tampoco ni mucho menos podemos juzgar la historia del fascismo como fenómeno cuasi universal en base a esos sentimientos concretamente germanistas ) El desprecio pues a los pueblos eslavos llegó a forjar su Lebensraum ( El nuestro, como hispanistas, debería irse forjando hacia recuperar las tierras que la Francia nos robó, y en pensar muy seriamente en conquistar y repoblar un Gran Oranesado; total, soñar es bueno, bonito y barato….) hacia la Europa Oriental. No hay que especular mucho para saber que las ansias del marxismo llevarían a invadir las tierras eslavas en su totalidad, y que una guerra habría de producirse…Pero, fue ese germanismo, marcado por la soberbia avidez, el que precipitó y de malas maneras los acontecimientos, teniendo como resultado un trágico final. Si el germanismo supiera haber analizado al Reino Unido de la Gran Patraña tal y como es, y hubiera sabido aceptar, por verdad que es, que bajo ese sentimiento eslavista podría encontrar un aliado para una nueva Europa alejada del capitalismo y del comunismo, quizás otro gallo hubiera cantado. No obstante, el germanismo, al no tener esa divisa espiritual que, a nosotros los hispanistas ha de parecernos irrenunciable, pues no podemos separar el ser hispanistas del ser católicos ( Con toda la Tradición y el Magisterio que ello conlleva ), quizás es que ya estaba condenado al fracaso de antemano.



El germanismo pues desarrolló en vida esa amargura que ya se olía desde sus orígenes fundacionales. Hoy en día, tras la Ortodoxia, parece resurgir, principalmente a través de Serbia y Rusia, ese sentimiento eslavista; mientras que el germanismo se ve arrollado ante la primicia anglosajona, ante la New Age, los skinheads, el anticristianismo generalizado, y un fetichismo pseudoodinista nacido al calor de la Nueva Derecha que, curiosamente, fue fundada por un declarado antinazi….Al fin y al cabo es una consecuencia muy lógica, ha sido absorbido por algo que en su día fascinó con todo lo que ya se sabía por la experiencia de los siglos; aun así, se admiraba su “ imperio “….Y es ese nacionalismo liberal, de fundación descaradamente hebraica, revestido del más tontiloco y embustero de los racismos, lo que cubre de mayor impotencia ( Por mucho orgullo y soberbia que parezca desprender ) a ese tutti frutti circense que no deja de ser el hazmerreír de este nefando sistema, y con razón.



Está claro que hemos de empezar a construir la casa por los cimientos, y que el “ iberismo “ no logró definirse correctamente salvo casos muy aislados; entregándose en su mayoría a la progresía más infame. Nosotros pues, católicos y patriotas, con la herencia de la defensa de las tradiciones que nos dejan carlistas e integralistas, hemos pues de forjar ese Hispanismo, a través de nuestro común legado, empapándonos de nuestros grandes hombres que tanta luz nos han aportado para ir construyendo nuestro movimiento hispanista : Recaredo I, Don Pelayo, Ruy Díaz de Vivar, el Cid Campeador; Fernán González, Geraldo Sempavor, San Fernando III, Jaume I Lo Conqueridor, Afonso Henriques, los Reyes Católicos, el Cardenal Cisneros, Vasco da Gama, Cabral, Fernando de Magallanes, Fray Juan Calero, Fray Antoni Llinás, Hernán Cortés, Sebastiâo de Portugal, Carlos I, Felipe II, Francisco Pizarro, Vasco Núñez de Balboa, Alonso de Ojeda, Ponce de León, Francisco de Quevedo y Villegas, Miguel de Cervantes, Castiglione, Santa Rosa de Lima, Tirso de Molina, Sor Juana Inés de la Cruz, Juan Vázquez de Mella, Oliveira Martins, Garcilaso de la Vega, José Enrique Rodó, Ricardo Jorge, Josep Torràs i Bagés, J. Francisco V. Silva, Almeida Garret, Maria Carolina Michaëlis de Vasconcelos, Luis de Camoens, António Sardinha, Rafael Gambra, Luis María de Ruschi, Álvaro Pacheco Seré, Francisco Ferrari Billoch, Enrique Guiñazú, Ramiro de Maeztu, Antonio Aparisi y Guijarro, Afonso Lopes Vieira, Hipólito Raposo, Alberto Monsaraz, Vicente Risco, Santiago Rusinyol, Joan Maragall i Gorina, Juan Ruiz de Alarcón, Rosalía de Castro, Ventura Ruiz Aguilera, Xuan María Acebal, Bernardo López, Cándido Nocedal, Carlos de Borbón y Austria-Este-Carlos VII-, el Virrey Elío, el Virrey Liniers, el Virrey Pezuela, Rodil, Enrique Barrau Salado, Manuel Fal Conde, José Antonio Primo de Rivera, Eugenio D´Ors, José María Pemán, Josep Pla, Andrés Resende, Ramón Menéndez Pidal, Antoni Massana, Marcelino Menéndez y Pelayo, Jacint Verdaguer i Santaló, Sebastiá Sánchez, el Padre Julio de Meinvielle, Rubén Calderón Bouchet, Maurizio di Giovane, Elías de Tejada, Félix Della Costa, Mário Saraiva, Juan Pujol….Así nos vemos como una Gran Patria de monjes, soldados y poetas. Pero, creo que deberíamos reflexionar sobre la justa necesidad de que surgiera, bajo la hondura del sentido cristiano sin balbuceos, una corriente pan-romanista de la que adolecemos desde Lisboa a Atenas. Ni griegos ni rumanos podrán ser en la vida eslavistas por razones obvias, y a pesar de su Ortodoxia, compartimos un legado imperial tradicional común ( Siempre los bizantinos se autodenominaron romaioi). Espero que la Historia nos de que pensar.



He dicho.