Aplíquese el caso a España y es que como afirmó Burke, "el Mal triunfa allá donde los hombres buenos no hacen nada". Y anida en mi el deseo de que a todos los petulantes actuales los dedos se les vuelvan huéspedes y los términos de las demagógicas grandilocuencias de sus discursitos sobre libertades, democracias, pueblo, bienestares e igualdades diversas y toda la mamandurria revolucionaria, se les vuelvan espinas de bacalao clavadas en la garganta. Y es que lo que nos espera aquí, como el cerdo, no tiene desperdicio, ¡vaya tela!