Lo que todavía no sabemos de la Barcelona romana

El Servei d’Arqueologia no descarta excavar por primera vez el subsuelo de la plaça de Sant Jaume para encontrar los vestigios del foro de Barcino

Los arqueólogos apuntan que en el subsuelo de la plaça de Sant Jaume y del Palau de la Generalitat se pueden encontrar restos del foro de la antigua Barcino. Llibert Teixidó
Hace 2.024 años que Augusto fundó Barcelona, es decir, Barcino, o, para ser más concretos, la colonia Iulia Augusta Faventia Paterna Barcino ex novo. El bimilenario de la muerte del emperador, que se celebra este año, es un buen pretexto para recordar aquella pequeña ciudad que los romanos alzaron junto al monte Tàber y que los continuos descubrimientos arqueológicos nos van acercando cada día con más precisión. Pero los hallazgos son aleatorios y todavía existen muchas incógnitas por resolver sobre esta primera Barcelona que nació diez años antes que Cristo.
“Sabemos mucho sobre la última etapa romana, cuando la ciudad pasa a ser sede visigótica, ya que corresponde a las primera capas que encontramos en las excavaciones”, explica Carme Miró, responsable del Pla Barcino del Servei d’Arqueologia de Barcelona. La experta apunta que los grandes vacíos se centran, precisamente, en esa Barcelona que Augusto en persona fundó para premiar a sus veteranos centuriones con una plácida jubilación.
La lista de incógnitas resulta importante, empezando por la misma muralla que rodeaba la colonia. “No sabemos cómo era exteriormente, creemos que no tenía torres y que debía servir para delimitar el espacio a la vez que simbolizaría el poder romano”, detalla Miró. En el siglo III se reforzó la muralla primitiva con una mayor, de 76 torres, y se remodelaron las cuatro puertas de acceso. Este cambio es mucho más importante de lo que pueda parecer a simple vista en una época de invasiones bárbaras y de desestructuración del Imperio Romano. “Esta muralla, más poderosa, fue uno de los elementos principales que propiciaron que Tarragona perdiera la capitalidad a favor de Barcelona”, apunta la arqueóloga. Uno de los objetivos del Servei d’Arqueologia para este año es georeferenciar la muralla e iniciar un estudio historicoarqueológico del sector más desconocido del recinto amurallado, desde la zona del castellum, en la calle Avinyó, pasando por la calle de la Palla hasta la Plaça Nova.
El foro, un puzzle por resolver
“Desconocemos cómo era el foro”, sigue listando Miró. “Sabemos que contaba con un templo (el de la calle Paradís), pero no hemos encontrado la curia, ni el mercado, ni la basílica”. Aunque sí se sospecha dónde deben de estar todos estos elementos arquitectónicos: en la plaça de Sant Jaume, donde nunca se ha excavado, o un poco más arriba, es decir, bajo el Palau de la Generalitat.
Para intentar esclarecer dudas, el Servei d’Arqueologia está planificando intervenir en la plaza mediante técnicas no invasivas, como el georradar, aunque se estudian otros sistemas como las radiaciones térmicas, para conseguir una lectura del subsuelo y valorar si vale la pena iniciar unas prospecciones que, según los resultados, irían seguidas de excavaciones. “Nos plantearíamos excavar por fases para molestar lo mínimo e iríamos a tiro fijo, nada de grandes zanjas”, asegura la responsable del Pla Barcino, consciente de la delicada ubicación del posible yacimiento. Esta actuación podría empezar a efectuarse el año que viene y la gran incógnita es averiguar si los restos que puede albergar el subsuelo no están excesivamente “triturados” siempre que las canalizaciones y conducciones de servicios no impidan la lectura de las radiaciones. “De momento, unas obras recientes en el Palau de la Generalitat han dejado al descubierto “cuatro piedras que podrían formar parte del mercado, pero por ahora solo tenemos unas pocas piezas del puzzle”.
Otros misterios por resolver de la Barcino primitiva son mucho más mundanos. “Nos queda por descubrir la ciudad, cómo vivían los habitantes de clases humildes, y cómo se alimentaba la población”, cuenta la arqueóloga. Sobre este último aspecto, se acaban de encontrar unos restos de materia agraria descompuesta en los solares de los números 12-18 de la calle del Sotstinent Navarro que permitirán iniciar un estudio bioarqueológico para conocer la alimentación de la época.
“Barcelona era una ciudad atípica, pequeña pero de gran importancia comercial y administrativa, con muchos libertos (sirvientes que habían logrado su libertad) casas lujosas y grandes villas fuera de las murallas, como la de la Sagrera, casi tan grande como toda Barcino”, relata la arqueóloga, donde incluso se han encontrado muestras de mármol de Carrara y el famoso mosaico que se está reconstruyendo.
Posible anfiteatro camuflado
Tampoco está muy claro a qué dedicaban el tiempo libre los primeros barceloneses. Para una ciudad pequeña, hay documentados hasta tres conjuntos termales públicos, dos en la puerta de Mar y otro en la plaza de Sant Miquel, al lado del foro. “No eran solo baños, se asemejarían a los centros cívicos de ahora, con bibliotecas y jardines, nada de lugares de orgías”, aclara Miró. En cambio, “no se ha localizado ningún edificio de espectáculos, como circo, teatro o anfiteatro, lo que no quiere decir que no existieran”.
Una investigación de la UB realizada por la historiadora Jordina Sales sitúa uno de estos edificios, el anfiteatro, donde ahora se alza Santa María del Mar. “En época medieval se la denominaba Santa Maria de les Arenes, como otras iglesias del Imperio Romano que se construyeron en antiguos edificios de espectáculos con arena”, explica Sales. Su estudio se completa con otros argumentos, como la romana calle Argenteria, extramuros, que comunicaría con algún lugar destacado. Otra evidencia es la forma elíptica que se puede observar en parte del tramo urbano de la zona junto a edificios con fachada curva que podrían haber aprovechado las paredes del equipamiento romano. O también las características del terreno donde se excavaron las tumbas paleocristianas del interior de la basílica, consistente en capas de arena compactada entre la que se ha encontrado material romano. La tesis se refuerza ahora con un nuevo descubrimiento. Se ha comprobado geológicamente que en este lugar había un pequeño lago. “Los romanos aprovechaban el terreno para construir, y era habitual que idearan teatros y anfiteatros en lagos que ellos secaban para lograr más fácilmente la concavidad necesaria”, explica Sales. Además, “debajo de este lago hay documentada una canalización romana”, añade.
El antiguo puerto romano también ha sido una incógnita, hasta ahora. “Hemos hallado unos restos, diques de piedra, que empezaremos a excavar en el subsuelo del número 20 del Passeig de Colom”, especifica la responsable del Pla Barcino.

“Quien ideó Barcino, lo hizo muy bien”, señala Miró. Y no es de extrañar. La colonia fundada por Augusto ha mantenido el centro del poder político y administrativo en el mismo lugar durante 2.000 años; y sigue siendo una ciudad fundamentalmente comercial y administrativa como entonces. “No sabemos cómo era antes de ser fundada por el emperador, seguramente, había un núcleo de época republicana en Montjuïc”, revela la arqueóloga. Pero de lo que no hay dudas es que la ciudad lleva “2.000 años de actividad y los restos se encuentran muy revueltos”, según Sales. “La arqueología en Barcelona es subsidaria a la obra pública y privada, se actúa cuando sale algo, por eso, todavía tenemos tantos interrogantes por resolver y mucho trabajo por hacer”, concluye Miró.

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