Según el Canon 377 del Código de Derecho Canónico, la competencia exclusiva en el nombramiento de obispos corresponde al papa; sin embargo, es la Conferencia Episcopal Española (fundamentalmente) la que se ocupa de presentar una terna de presbíteros idóneos a Su Santidad, para que se realice la elección de acuerdo con unos criterios de idoneidad específicos y recogidos en dicho Código.
Si por obispos tenemos a proetarras (como en los 70), a homosexuales separatistas (como hoy), o todo junto y revuelto, el culpable absoluto es la Conferencia Episcopal; que lejos de ser una Institución católica esta siendo una cueva de perdición de las almas, un grupo de presión mediático vendido a los poderes fácticos, y una especie de "balanza en la sombra" que busca equilibrar todas la tendencias dentro de sí misma y de la sociedad, como si todas fueran igual de legítimas (al más puro estilo masónico).
Me cuesta imaginar que podrían hacer o pensar papas como Pío XII o san Pío X en una situación tan inenarrable como ésta. Hay un obispo que, para espanto de todos, está utilizando su ministerio para hacer campaña a favor de la secesión y de los partidos capitalistas o socialdemácratas que la promueven. ¿Cuál es la reacción que un católico debe tener entonces?, ¿Quitarle el bonete de un puñetazo al mamarracho?, ¿Agachar la cabeza y ser esclavos?, ¿Mandar una dura carta al nuncio apostólico, firmada por unos cuantos miles de católicos más, avisando de lo que puede pasar si no suspenden "a divinis" a este falso pastor?.
Conste que mi firma va por adelantado para ponerle las cosas claras a Su Santidad el papa Francisco en todo lo relativo a lo que está pasando en España; cuanto más dura y más amenazante sea esa carta mejor. Ya está bien de tanta "opción por los pobres", tanta "anestesia de alma", y tanta palabrería barata que no se traduce en nada bueno. Los enemigos de Dios y de la verdad nos están rodeando.
"Que se haga justicia aunque perezca el mundo", como decía don Fernando de Austria.
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