Vamos a ver Aliocha, sin duda alguna te gusta la filosofía, pero ésta te responderá en la medida de lo posible y de lo que te convenga muchas veces. Y es que la cuestión está en ella misma, dado que no es una ciencia, pero sí matriz de todas ellas, en el filosofar o acto de pensar en las primeras causas de las cosas, casi, casi, cabe de todo.
Observo que te inquieta especialmente esa palabra, POTENCIA, bueno pues voy a reproducirte un texto global que trata de este concepto, y luego, tú escoge qué se ajusta a tu inquietud o tu interés.
"La potencia como factor parcial, forma junto con el acto, la estructura de lo finito. Desarrollada esta noción primeramente por Aristóteles (que llama a la potencia dunámei on), y ulteriormente perfeccionada por la escolástica, sigue viviendo en el concepto de fuerza leibniziano y en el "en sí" (an sich) de Hegel.
Hoy la Biología (Driesch) y también la Física han encontrado de nuevo el camino hacia ella. En lo concerniente a la esencia de la potencia diremos que sólo puede describirse por su relación al acto como real posibilidad o aptitud para él. Consiguientemente, existen dos tipos de potencia:
La potencia pasiva es la aptitud para recibir un acto. No coincide con la potencia objetiva, con la mera posibilidad, abandonada por el ente al comienzo de su existencia y que no entra en él como factor parcialla; se la denomina objetiva porque únicamente la mente del Creador acuña como objeto lo puramente posible en su forma peculiar. Mas aquí se trata de la potencia subjetiva que como sujeto real (sub-iectum) del acto a ella agregado, co-estructura lo real.
Esta es pura potencia cuando no trae consigo ningún acto ni supone alguno a modo de base. Tal consideran Aristóteles y muchos escolásticos la materia prima de lo corpóreo, la cual debe toda su actualidad al acto (la forma esencial) adjunto a ella y por ella recibido.
Una potencia no-pura o pone ella misma un acto o tiene sus raíces en otro acto en el cual se cimenta. Lo primero ocurre en la forma esencial que sólo es potencia frente a la existencia; pero frente a la materia prima es acto. El segundo caso se verifica en las potencias accidentales que estriban en la substancia; piénsese, v. gr., en la receptividad del hombre para la ciencia. Como pura receptividad, la potencia pasiva no es en sí acto todavía, pero tampoco completamente nada, sino que es algo real; a la piedra, v. gr., le falta la receptividad para la ciencia. La amplitud de esta potencia decide la extensión del acto que un ente puede recibir; de esta manera lo limita.
En la potencia pasiva se incluye la potencia obedencial que consiste en la capacidad de la criatura para recibir la acción de DIOS, incluso por encima
de los límites de su naturaleza, mas sin anularla. Constituye el supuesto del milagro y de la gracia sobrenatural del hombre.
En oposición a la potencia pasiva se encuentra la potencia activa como facultad o poder producir un acto. Este es, por lo menos, la actividad correspondiente a la facultad (v.gr., acto del pensamiento o de la voluntad), y con frecuencia además una obra (v.gr., una casa, un hijo) la potencia activa incluye ya un cierto acto, pues, según el principio de causalidad, nadie puede producir lo que no posee de algún modo.
Mientras en DIOS no puede darse la potencia pasiva porque repugna a su esencia, existe en Él la potencia activa, no para producir su actividad, claro está, pero sí para producir una obra; y ello sin el recibir pasivo que a todo producir finito queda mezclado, como v.gr., a nuestro enseñar se mezcla un aprender.
Con la potencia (dúnamis) se relaciona la palabra dinámico; puede llamarse así todo lo que está en conexión con el movimiento, la acción, la fuerza. La forma de consideración correspondiente a lo dinámico resalta el contexto concreto de operación y devenir de las cosas. En contraposición a esto se llama estático lo inmóvil, quienescente, permanente, que posibilita todo devenir como su fundamento ya inmanente, ya trascendente. Lo dinámico y lo estático se complementan entre sí, e incluso coinciden en la pura acción (Divina), porque en sí la operación pura no significa movimiento o devenir, sino que, en su forma superior a todo devenir o infinita, implica la consumación suprema".
Johannes LOTZ. Profesor de la Facultad Filosófica de la Escuela Superior de Filosofía de Munich.
Diccionario de Filosofía. Edit. HERDER. Barcelona 1988 pp. 437-438.
Supongo que este texto no te resultará fácil de meditar, pero te aseguro que él está contenida la respuesta a esa pregunta contínua que haces acerca de la potencia. De todos modos, la potencia activa, la creadora, se encuentra en la mente de Dios, es decir, de la nada sale la Creación en sentido material, pero en sentido teológico la Creación es un acto de pensamiento divino que surge por su sola Voluntad.
El problema radica en ¿hasta dónde están los individuos capacitados para aceptar esto o quedarse en lo sensible? Por cierto, que hay una cuestión que no quiero dejar de matizar. Dios no es infinito, este concepto implica que no tiene fin pero sí principio. Dios es eterno, es decir, sin principio ni final, nadie lo ha creado a Él. Y digo esto porque la infinitud está relacionada con el tiempo, y Dios ha creado el Tiempo, pero no está en Él. Por eso, además del concepto de "motor inmóvil" que ha servido a sus enemigos para intentar desacreditar sus posibilidades como Creador, pero ya se ha visto que la Creación es producto de su mente y su voluntad y no necesita moverse para ello, es a la par Inmutable, que no cambia, es decir que es Eterno. Una característica esencial del Tiempo, como dimensión, es que si bien tiene pasado y tiene futuro, siempre discurre hacia adelante nunca hacia atrás, o lo que es lo mismo, nos conduce directamente a su Creador.
El Universo tuvo un comienzo y tendrá un final dentro de eones, y cuál sea este dependerá de varias condiciones relacionadas con su expansión, su masa, y la fuerza de la gravedad. Y hablando de esta última, ni astrofísicos ni cosmólogos son capaces de "encasillarla" en ninguna parte, sencillamente no saben de dónde procede.:)