Desde luego, la cara es el espejo del alma. El verdadero rostro del heresiarca nada tiene que ver con el Lutero sonriente y bonachón que suele verse en los cuadros.
Desde luego, la cara es el espejo del alma. El verdadero rostro del heresiarca nada tiene que ver con el Lutero sonriente y bonachón que suele verse en los cuadros.
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