“… hoy no es menester ya ir a buscar los fabricantes de errores entre los enemigos declarados: se ocultan, y ello es objeto de grandísimo dolor y angustia, en el seno y gremio mismo de la Iglesia, siendo enemigos tanto más perjudiciales cuanto lo son menos declarados.
Hablamos, venerables hermanos, de un gran número de católicos seglares y, lo que es aún más deplorable, hasta de sacerdotes, los cuales, so pretexto de amor a la Iglesia, faltos en absoluto de conocimientos serios en filosofía y teología, e impregnados, por lo contrario, hasta la médula de los huesos, con venenosos errores bebidos en los escritos de los adversarios del catolicismo, se presentan, con desprecio de toda modestia, como restauradores de la Iglesia, y en apretada falange asaltan con audacia todo cuanto hay de más sagrado en la obra de Jesucristo, sin respetar ni aun la propia persona del divino Redentor, que con sacrílega temeridad rebajan a la categoría de puro y simple hombre.
Tales hombres se extrañan de verse colocados por Nos entre los enemigos de la Iglesia. Pero no se extrañará de ello nadie que, prescindiendo de las intenciones, reservadas al juicio de Dios, conozca sus doctrinas y su manera de hablar y obrar. Son seguramente enemigos de la Iglesia, y no se apartará de lo verdadero quien dijere que ésta no los ha tenido peores. Porque, en efecto, como ya hemos dicho, ellos traman la ruina de la Iglesia, no desde fuera, sino desde dentro: en nuestros días, el peligro está casi en las entrañas mismas de la Iglesia y en sus mismas venas; y el daño producido por tales enemigos es tanto más inevitable cuanto más a fondo conocen a la Iglesia. Añádase que han aplicado la segur no a las ramas, ni tampoco a débiles renuevos, sino a la raíz misma; esto es, a la fe y a sus fibras más profundas. Mas una vez herida esa raíz de vida inmortal, se empeñan en que circule el virus por todo el árbol, y en tales proporciones que no hay parte alguna de la fe católica donde no pongan su mano, ninguna que no se esfuercen por corromper”. (Pascendi, párrafos 1 y 2)
Para salvar a las ovejas, el santo Papa hizo todo lo posible para mantener a los fieles y a los sacerdotes en la verdad católica, revelada por Dios. Pero los modernistas siguieron trabajando bajo el agua y su virus germinó muy bien en las cabezas de teólogos como Yves Congar, Karl Rahner y muchos otros, a tal punto que la Iglesia hoy está infectada por esas doctrinas anti católicas. Y todo católico que no está públicamente de acuerdo con lo que hicieron de la Iglesia, es tratado como excomulgado.
San Pío X luchó en su tiempo contra los errores modernistas,los cuales tienen por objeto (y han conseguido) adaptar la Iglesia al mundo neopagano actual, vaciando la fe de su contenido.
San Pío X con todos los papas defensores de la fe, nos enseñan el camino: recibir íntegra y pura la fe católica; la que se transmitió de generación en generación durante más de dos mil años.