JUAN MANUEL DE PRADA
MALOS AUGURIOS
La toma de Palmira nos enseña que Estados Unidos sigue prestando apoyo, siquiera por omisión, al Estado Islámico
LA liberación de Alepo ha sido presentada por el presidente Al Assad como el principio del fin de la guerra que ha asolado Siria durante los últimos seis años. El propio Putin, en una apoteósica rueda de prensa ante mil quinientos periodistas, ha magnificado el acontecimiento y exaltado la participación militar y diplomática rusa. Se trata, naturalmente, de «propaganda de guerra», género limítrofe con la ciencia ficción. La liberación de Alepo es consecuencia directa del desconcierto generado por la derrota de Hillary Clinton en las elecciones estadounidenses, que ha alterado los planes del mundialismo e interrumpido -al menos momentáneamente- la provisión de armas al Estado Islámico. En este clima de desconcierto, el declinante figurín Obama (siempre preocupado de no perjudicar su imagen) se ha lavado las manos. Y a este inopinado vacío de poder hay que sumar, naturalmente, la actitud ambigua del emberrinchado Erdogan, que desde que descubriera que sus aliados le estaban haciendo la cama coquetea con los rusos.
Fue esta situación de indeterminación lo que dejó en desventaja al Estado Islámico (oposición moderada», en la jerga oficialista). Así se explica la liberación de Alepo, que aunque constituye una victoria militar para Al Assad y Putin ha sido sin embargo una aplastante derrota mediática, pues el Estado Islámico ha contado con la complicidad de toda la prensa mundial, que ha dado pábulo a las más burdas intoxicaciones, divulgando imágenes trucadas (con mucho niño repetido y rociado de salsa de tomate) y sacándose del magín fantasmagóricos hospitales que, por supuesto, siempre eran bombardeados por la aviación rusa. No debe tampoco olvidarse que, mientras Alepo era liberado, la emblemática ciudad de Palmira era tomada de nuevo por el Estado Islámico, merced a la ayuda brindada por las tropas estadounidenses destacadas en Irak, que aseguraron un «pasillo» para que los yihadistas en retroceso pudieran entrar en Siria como Pedro por su casa. La toma de Palmira nos enseña que Estados Unidos sigue prestando apoyo, siquiera por omisión, al Estado Islámico y a sus aliados en la región; también que el ejército sirio se halla en situación agónica (no en vano el mundialismo amparó el éxodo de decenas de miles de desertores, disfrazándolos de «refugiados») y que es incapaz de defender las plazas reconquistadas al enemigo; pero sobre todo prueba que Rusia teme comprometer la vida de sus soldados más allá de los consabidos ataques aéreos. Pues no debemos olvidar que las tropas rusas en Palmira pusieron pies en polvorosa, tras destruir sus instalaciones y arsenales, sin librar batalla contra los combatientes del Estado Islámico. Esta retirada resulta todavía más desazonante si consideramos que en su día Rusia convirtió la liberación de Palmira en un hito histórico que rentabilizó propagandísticamente al máximo.
Pero el asesinato de su embajador en Ankara, así como el reciente derribo en el mar Negro de un avión militar que volaba a Siria, nos demuestran que la pretensión rusa de participar en la guerra de Siria sin lamentar víctimas es quimérica. Lejos de constituir una victoria definitiva sobre el Estado Islámico y sus aliados, la liberación de Alepo podría ser el revulsivo que desate su furia. Falta ver cuál es la actitud que Trump adopta en el conflicto; pero nos cuesta creer que un presidente yanqui vaya a secundar a Rusia, sabiendo que los aspavientos patrióticos de sus paisanos se nutren en gran medida de paranoias rusófobas. Y Sión sabrá tañer el arpa muy convincentemente, para adormecer las promesas electorales de Trump.
Fuente: ABC
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COMENTARIO
Como seguramente sabréis, no comparto del todo la visión que tiene Prada del problema de Oriente Próximo y en general de las cuestiones geopolíticas. Este artículo no es una excepción. Sin embargo, me parece que el artículo tiene grandes aciertos y cuestiona ciertas cosas que se dan por sentadas con demasiada facilidad, por ejemplo en el área patriótica. Prada se esfuerza por ser objetivo y, en mi opinión, ve grises donde algunos ven blanco o negro. No me extrañaría nada que este artículo no sentase bien en ciertos ambientes "alternativos" que siguen consignas irracionales. Quizá por ello sólo lo citan Morillo y algún forero de esta casa. Creo, pues, que a pesar de las discrepancias, este artículo tiene mucho mérito y merece ser leído con atención.
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