EL CAMPO ANDALUZ


Entre otras muchas cosas, Andalucía goza de un sector agrícola aun fuerte. Pese a los anclajes europeos y sus leyes generalistas; pese al desarrollo industrial superlativo; pese al desapego generacional al campo; pese a la dificultad, en general, que aporta al hombre de hoy el esfuerzo que exige la actividad agrícola, Andalucía sigue conservando un patrimonio fuerte: el espíritu cooperativista.

Tampoco pretendemos ser idealistas y no caer en la cuenta de la lamentable situación actual. Bien es cierto que la sociedad natural es atacada día tras día, lo artificial crece a medida que se reduce la fe del pueblo, y esto, los que pretendemos conocer el pensamiento tradicional, sabemos que ocurre desde hace siglos. Poco a poco, la revolución repta por nuestros suelos y los emponzoña de todo lo que consigo lleva, como son los vicios del hombre llevados a la política, a las costumbres y hasta lugares insospechados.

Hasta aquí, se sabe que es cierto. Pero no es menos cierto que se debe ver la situación siempre desde un prisma esperanzador. Trabajar en el desarrollo de nuevas maneras de instaurar el reinado de Cristo en la sociedad es nuestra labor, y consideramos que los núcleos naturales de la sociedad son claves en el devenir histórico, siempre con los pies en el suelo y sabiendo que los movimientos deben ser firmes, pero cortos, por el marco en el que nos toca vivir.

Por eso, Andalucía posee dos pilares básicos sociales, que aún conservan los resquicios de lo que fue la sociedad gremial: las cooperativas y las hermandades religiosas.

Parece ingenuo hacer referencia al segundo pilar viendo la pésima situación por la que atraviesa este grupo fuerte de la sociedad andaluza, más aun desde la exhumación del general Queipo de Llano. Pero brevemente, y sin entrar en esta rama, la cual daría pie a grandes e interesantes debates, solamente se pretende afirmar que, con una fe fuerte y viril, lejana de lo que se predica hoy desde los púlpitos, las hermandades recobrarían la fuerza de siempre, tan natural como necesaria, si es que hay diferencia entre ambos términos.

En cuanto a las cooperativas, se pretende destacar la importancia del espíritu de colaboración por un mismo ideal, en este caso la honrada vida que da el campo y sus frutos. Son por ello lugares en los que debemos incidir y estudiar, y proponer este mismo sistema en los vecinos sectores de la sociedad. Un tejido fuerte de cooperativas puede hacer presión contra los que denigra el producto patrio, tan codiciado hoy y siempre; un tejido formado siempre de gentes sencillas que pretendan vivir lo mejor posible de sus posesiones.

El sector del aceite muestra cómo se debe trabajar en las libertades particulares y concretas, que se ocasionan en el día a día contra esas libertades abstractas promulgadas por el liberalismo. A modo de ejemplo, el lector conoce de sobra que los marcos de plantación del olivar han sufrido un nuevo cambio desde hace casi tres décadas hasta hoy con el olivar superintensivo, sumándose al moderno, pero no tanto ya, marco intensivo, o al antiguo sistema tradicional. El problema radica en la cuestión de la calidad y los costes, mientras más nuevo es el sistema, tiene menor mano de obra y el aceite es de menor sabor, pero la renta es mayor y más rápida. Esto se debe al ritmo de vida de hoy entre muchos otros dientes del engranaje cavernícola imperante hoy, y los agricultores con posibilidades económicas se ven abocados a optar por este sistema, mientras que los agricultores sencillos, del sistema tradicional, ven reducidas sus poblaciones a consumo para la familia sin optar apenas a competir en el mercado, siendo, como se pretende transmitir, un producto de grandísima calidad. Este punto concreto generaría una inmensidad de artículos que, con el favor de Dios, se irán desarrollando más adelante, como por ejemplo, la necesidad del mercado, o la reducción de superficies, o las ayudas estatales entre otros.

Al sector oleícola se le suma el vitivinícola con dos grandes zonas bien diferenciadas: El marco de Jerez de la Frontera-Sanlúcar de Barrameda, en Cádiz, y el triángulo de Montilla Moriles, en Córdoba. Ocurre algo similar con el apoyo mutuo, los caldos del sur en su gran variedad de matices, olores y sabores, puede generar un bastión fuerte al sistema político único, daría cabida a muchos empleos que, a su vez, generarían vida en el sector rural, donde siempre la vida se vive más sencilla y más en paz.

El sector de la naranja debe, por propia supervivencia, reunirse y crear una vasta red natural de gente competente, amantes de sus propios campos y negocios que, en definitiva, es una manera de amar a España, para plantar cara y mostrar opciones más ventajosas a nuestra fruta, y luchar contra las desventajas que provocan las leyes nacionales, que permiten adelantar por la derecha (¡Y por la izquierda, y por arriba, y por abajo!) a los cítricos que vienen del norte de Africa, consiguiendo con estas restricciones, quedarnos en la cola del mercado. En este caso, es la comarca que junta Almodóvar del Río (Córdoba) con Sevilla ciudad, y luego se extiende hasta los montes del Andévalo onubense, la que debe trabajar constantemente para ascender en los términos, que de manera muy general, se pretenden abordar.

Por último, el sector de los frutos rojos en Huelva es de vital importancia para esta provincia, no sin ciertas discrepancias entre muchos otros grupos, dentro y fuera del mismo sector. Aun así, el principal problema radica en la mano de obra, la cual es inmigrante, originaria del norte de Africa. Sabiendo, los que humildemente pretendemos trabajar por Cristo y su Reinado, que esto es una puerta abierta a otra cultura, enemiga acérrima de nuestra fe. Tal vez, y siempre de manera muy general, se debería aumentar los sueldos para dar crecimiento a la mano de obra española por un lado, y trabajar por otro, en la educación de siempre, la del esfuerzo y la recompensa, pero como en los anteriores párrafos, esto daría para escribir en otros artículos.
Para finalizar, cabe digna mención, y por qué no, invocación, la referencia religiosa que tienen las cooperativas a nombres de santos o advocaciones a Nuestro Señor o Su Santísima Madre. Pues que ellos nos iluminen y lleven por el camino de la prudencia para ir, poco a poco, conquistando lo que es justo al orden natural.

Ignacio Giner Ruiz




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