Una nueva experiencia inolvidable disfrutando de la naturaleza y la fauna con que tan generosamente nos obsequia nuestra tan sufrida como generosa tierra catalana; de camaradería, de paz, de una buena cerveza fresca tras horas de marcha, de oración, del pulpo en aceite (o aceite en pulpo) de Magallanes, de canciones, de formación de la buena, de la crema de cacao para los labios de nuestra valiente Mónica, del amparo de la Virgen en una noche de frío, de las "desviaciones hedillistas" del amigo Predi, de un confiado cervatillo comiendo hierba sin inmutarse de nuestra presencia, del verde de los pinos, del firmamento, del catálogo de tacos, palabrotas y groserías que soy capaz de soltar subiendo una escalera con más de cinco peldaños, y un larguísimo etcétera más de cosas por las que merece la pena imbuirse, cuanto menos un poco, del espíritu de Aus Migratòries...
WANDERVÖGEL, OEEEEEEEEEEEEE!!!
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