VENTOSIDADES SOBERANISTAS DE VERANO
El vicepresidente de Catalunya, Josep Lluís Carod-Rovira, filólogo y coleccionista compulsivo de tapones de cava, ha puesto fecha para la autodeterminación del Principado: el 2014. El susodicho Nostradamus de provincias, ha vuelto a demostrar a su electorado menguante, que como decimos los catalanes, “no toca de peus a terra”.
El último disparate –de una extensa lista en apenas dos legislaturas- debe ser entendido en clave interna, pues la secta micronacionalista, tras una perdida de votos considerable en las pasadas elecciones municipales, se encuentra sumida en una fuerte crisis de liderazgo, tras percibir como su vedette mediática ya no da la talla y queda eclipsada por el Honorable Montilla, oriundo de Iznájar (Córdoba), y que conjuga los pronombres en catalán como si hubiera desembarcado en cayuco la semana pasada, a pesar de llevar tres décadas en la “cosa pública”.
El malestar creciente de la parroquia micronacionalista -que abarcaría a un sector de la democracia cristiana abortista de CiU-, por la humillación que supone esta situación anómala en la historia de Catalunya, unido a la incapacidad de la clase política para frenar el desinterés de los ciudadanos por las instituciones catalanas, han sido las causas de que el eterno segundón, se vuelva a lanzar al vacío, como ya lo hizo en el pasado en su escapada-picnic a Perpinyà o voceando a los cuatro vientos el boicot a la ciudad de Madrid en su candidatura olímpica.
A nadie se le escapa que semejante ventosidad soberanista, sólo puede generar dudas de la capacidad cognitiva del vicepresidente, que da por hecho que dentro de siete años, seguirá chupando cámara y sueldo público, mientras su partido organiza, día sí y otro también, desplantes a sus socios del tripi-partido, en el nombre de una patria virtual en construcción, de la que ellos, y solamente ellos, son los depositarios de las esencias más fecundas.
El resto de los ciudadanos, con evidentes signos de preocupación por el deterioro de las infraestructuras, el encarecimiento de la cesta, la precariedad laboral y la sensación generalizada de que los problemas cotidianos no pueden ser abordados con responsabilidad por una banda de políticos de segunda regional, asisten al antepenúltimo tocamiento del vicepresidente, con una sola esperanza: que en esas fechas y esas horas, el calvo de la lotería llame a su puerta, porque de otra manera, menudo zurullo de vida nos tienen preparado los unos, los otros y los de más allá.
Personalmente, y siendo algo más comedido en mis expectativas, me conformo que tras una depresión micropatriota del vicepresidente, como la sufrida por el exsenador, exmossèn y expacifista Xirinacs, se prenda fuego al bigote en medio de la Plaça Catalunya, tal que bonzo con barretina made in China, y al son de una sardana, que no podemos olvidar jamás, que “és la dansa més bella de totes les danses que es fan i es desfan”.
Por soñar que no quede, que de momento es gratis, hasta que los del grupo PRISA les de por codificarlo.
Arnau Jara
El Traidor
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