Omitir las comas en los vocativos, tendencia cada vez más extendida, incluso en la lengua culta. Pero la regla ortográfica sigue tan válida como siempre, no se ha derogado. Y es de esas comas de cuya presencia o ausencia depende el sentido de la frase en muchos casos.
Habréis observado que siempre escribo "bienvenido, Fulano" o "gracias, Perengano". En este caso se entendería sin la coma, pero en muchos otros omitirla cambiaría el sentido de la oración.
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