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Tema: ¿Monarquía o República?

  1. #81
    Avatar de Valmadian
    Valmadian está desconectado Miembro tradicionalista
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    Re: ¿Monarquía o República?

    Hablar de monarquía o de república, es hacerlo de dos formas de estado o sistemas de gobierno. A priori, no hay una buena o una mala monarquía, lo mismo que no hay una buena o una mala república. De hecho una mala monarquía sería un régimen corrupto disfrazado de monarquía, al igual que una mala república sería otro régimen corrupto disfrazado de republicanismo.

    Lo que si hay es mucha utopía en estos temas, pues si de república se habla es fácil escuchar, o leer, aquello de que cada equis tiempo se cambia de presidente y que eso es positivo, por contraposición al derecho hereditario de los reyes. Lo que no se tiene en cuenta es que en los regímenes republicanos no se suele elegir a ningún pro-hombre de prestigio reconocido y ajeno a toda política partidista. También, si dicho pro-hombre demuestra esa valía tendrá sus mandatos limitados, por lo que se renunciará a una situación positiva y podría darse el caso de ser sustituido por un déspota. Como es lógico, nunca llueve a gusto de todos y sea el que sea que ocupe la presidencia de esa república, habrá críticas y descrédito para el presidente, así como tensiones que lo desgastarán.

    Y digo en una situación utópica, pues la realidad nos muestra que suele ser diferente. Con echar un vistazo a los estados republicanos del mundo se puede comprobar que prácticamente todos presentan muchas deficiencias, muchos de ellos muy severas, y algunos plagian el modelo monárquico a su manera, claro. Además, habría que añadir de qué clase de república se habla, no son todas iguales porque no tienen iguales infraestructuras, ni modos de funcionamiento, elección, etc.

    Luego, y por definición, una monarquía no puede ser mala, aunque si imperfecta en alguno de sus rasgos, porque dejaría de ser monarquía para convertirse en otra cosa. La diferencia de que el rey hereda y que se considera como condición inferior en calidad a un presidente es un error. El rey es educado en las tareas de gobierno desde que es muy pequeño, y el presidente del gobierno puede haber sido el vecino de arriba de tu casa, haberse dedicado a cualquier actividad y no tener ni la más mínima idea de cómo se gobierna una nación.

    Incluso, si ese supuesto presidente hubiese tenido una formación de gobierno previa, en ningún caso seria como gobernante de la nación, sino sólo de alguna parte de ésta, o de algún organismo, lo que en modo alguno es equiparable al ejercicio de dicha presidencia. Mientras que el rey, por su parte, estará educado en el protocolo de estado, al trato con personalidades de otras naciones, al protocolo diplomático, y al relativo que afecta a todas las instituciones del estado, pues para todo ello habrá ido siendo educado.

    ¿Dónde puede fallar la monarquía? en ninguna parte por si misma, pero si hay un mal rey, o un rey que no rinde como se espera de él, entonces hará que la monarquía no sea como se espera. Además, hay una segunda situación que devalúa la monarquía a casi no ser nada en si misma, y esa situación es cuando se hace "democrática". Y es que monarquía y democracia son opuestas en cuanto formas de gobierno. Por tanto, no puede ser que el rey sean todos los ciudadanos con derecho a voto, como todos los ciudadanos no pueden ser el rey. Y aquí, la cuestión es en quien recae de verdad la soberanía. Si es en el rey, será efectiva, aunque lógicamente deberá delegar presentando entonces una estructura piramidal, pero si se habla de pueblo soberano, como no puede ser que la soberanía de cada ciudadano se imponga sobre la soberanía de los demás, sólo será nominativa y vacía de contenido. Para solucionarlo se crearon los partidos políticos, que son expresión de división y desorden, y cuyo funcionamiento soberano se limita a cual de ellos habiendo obtenido más votos, o sea, más cuota de soberanía de sus votantes, impone sus criterios al resto que, globalmente, siempre será una mayoría.

    No hay pues un problema verdadero en esto, hay una forma natural de gobierno, la monarquía, y otra artificiosa que es la republicana. Y, por supuesto, eso de que la monarquía es más antigua que la república es otro error. La monarquía en su forma actual se genera en la Edad Media, mientras que las bases de la república hay que buscarla en las ciudades-estados griegas, por tanto de mil a mil quinientos años más antiguas.
    Kontrapoder dio el Víctor.
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


    Nada sin Dios

  2. #82
    Avatar de Agustín Acuña
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    Re: ¿Monarquía o República?

    Monarquía absoluta, por supuesto.
    El poder viene de Dios.
    Dios elige a sus gobernantes, no el pueblo... ¡Qué asco! ¡Eso es satánico!
    E intentar limitar el poder del monarca, elegido de Dios, me parece diabólico.

  3. #83
    Avatar de Mexispano
    Mexispano está desconectado Miembro Respetado
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    Re: ¿Monarquía o República?

    «Todo estado político anda inquieto hasta entrar en el monárquico»




    Alegoría de la Madre Patria. Secretaria de Cultura. Gobierno de Méjico


    Publicado Por: C. TRADICIONALISTA CELEDONIO DE JARAUTA - CIUDAD DE MEJICO

    diciembre 9, 2020



    Hoy les traemos un extracto de la Historia real sagrada de don Juan de Palafox y Mendoza. En breves líneas, el ilustre obispo y virrey de Nueva España explica cuáles son las formas de gobierno que puede tener una comunidad política y qué diferencias presentan.

    «Luego se viene a la consideración la ordinaria duda política de la forma de gobierno, entre el monárquico, aristocrático y democrático, esto es, príncipe, Senado o pueblo. No puede negarse ser el popular origen de confusiones y discordias, vario, vago, inconstante y pernicioso, sujeto a grandes enfermedades políticas, donde es más poderoso el atrevido y más seguido el audaz y el insolente; mal seguro, cualquiera aura popular lo inquieta, cualquier ánimo soberbio lo altera, cualquier accidente lo perturba; ni puede caber en sí lleno de tantas pasiones, ni hacer efecto grande con la variedad y mudanza de sus resolu*ciones y decretos. No es mejor que el popular el del Senado, frecuentemente tantos tira*nos como senadores; gobierno de emulaciones y envidias, de recelos y acechanzas, siempre desconfiados unos de otros, y todos juntos del pueblo a quien mandan con dure*za e injurian con destemplanza, temiendo al que ofenden, arriesgada la libertad, ya del vulgo que aborrece al Senado, ya en el Senado mismo, si hay un hombre entre ellos que haga cabeza al pueblo.

    El Imperio monárquico más natural, frecuente y acreditado. Dios, aunque Trino en per*sonas, Uno en esencia, y aquella celestial corte, aquel orden jerárquico de los ángeles, aquella diferencia de mérito y gozo de los santos, aquel supremo poder reconocido y a*dorado en Dios ¿qué es sino una inefable, maravillosa y espiritual monarquía? La Iglesia militante, que sigue a la triunfante tiene por cabeza visible al pontífice; todas las demás órdenes, patriarcas, primados, arzobispos, obispos, sacerdotes reverencian y veneran su cabeza como a vicario de Cristo. Y en lo temporal, si no fuera limitado el poder humano, monarquía universal se hubiera conservado el mundo, la que halló el Señor al encarnar y al nacer y quiso acreditar con sujetarse al tributo, registrándose en Augusto y pagándole en Tiberio. Todo estado político anda inquieto hasta entrar, aunque sea por la puerta de la violencia y de la tiranía, en el monárquico, no pudiendo los hombres vivir sin recono*cer otro hombre y que venga de una suprema mano la dirección universal de las cosas[i]».

    [i]Palafox y Mendoza, J. de: Historia real sagrada, Lib. I, cap. 11, núms. 3 y 4.

    José Jaime Carranza Alvarado, Círculo Tradicionalista Celedonio de Jarauta.




    _______________________________________

    Fuente:

    https://periodicolaesperanza.com/archivos/954
    ReynoDeGranada dio el Víctor.

  4. #84
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    Re: ¿Monarquía o República?

    «Es el reino un hombre grande y es cada hombre un reino corto»



    Alegoría de la abdicación del Emperador Carlos V en Bruselas


    Publicado Por: C. TRADICIONALISTA CELEDONIO DE JARAUTA - CIUDAD DE MEJICO

    febrero 13, 2021


    Hoy les traemos un extracto de la Historia real sagrada de don Juan de Palafox y Mendoza. En breves líneas, el ilustre obispo y virrey de Nueva España explica la esencia del gobierno imperial y la prudencia de mando.

    «Grande debe ser el arte y la prudencia de los reyes y superiores que tienen en su dominio diversidad de coronas, en procurar de tal suerte gobernarlas que parezca el príncipe de cada una; y tal sabiduría es necesaria para que hagan armonía y consonancia entre sí, ya previniendo, ya sufriendo, ya guiando, ya advirtiendo, ya castigando o perdonando… Regir un caballo solo sería fácil a una mano; pero muchos y pendientes de unas riendas, gran pulso, gran atención, gran vigilancia le está pidiendo al gobierno. Este es muy blando de boca: no es necesario lastimarlo con la fuerza, pues sobra la suavidad; al otro, duro, aplíquesele la fuerza, sin llevarle a la desesperación. Así son diversas las condiciones de los reinos, como lo son en los hombres y en las fieras, esta nación es dura, esta otra es blanda, aquella se ama a sí misma, la otra no ama sino al rey. A estos la blandura alienta, a aquellos los desvanece. A unos el rigor los precipita, a otros los guía y enfrena. Es el reino un hombre grande y es cada hombre un reino corto. En el hombre racional son la voluntad, entendimiento, memoria, sentidos, manos, pies y todos los demás miembros, como en el político son el rey, magistrados, vasallos, súbditos, pueblo; y por el contrario, en el hombre político son el rey, Consejos, superiores e inferiores, pueblo y plebe, como el natural entendimiento y voluntad, cabeza, manos y pies… Porque si un hombre es un mar inquieto, lleno de inconstancias y miserias, y así es sumamente dificultoso su gobierno ¿qué será una ciudad llena de hombres? ¿qué una provincia que está llena de ciudades? ¿qué una Corona llena de muchas provincias? ¿qué una monarquía llena de muchas coronas?.

    Acobárdese el juicio humano en tanta dificultad y humíllese a la grandeza de Dios: pídale sabiduría, que si David con doce tribus, siendo suprema su prudencia y su valor y grande su santidad, no pudo acabar el curso ilustre de su reinado sin dos rebeliones muy sangrientas… todo esto da mucha luz a los príncipes para que traten con grande cuidado y especulación una materia tan alta y tan profunda, donde los más diestros se han perdido, y que se hagan de cada tribu en el amor y en el agrado, aunque vivan sólo en una; y a los ministros advierte que aconsejen a sus reyes maduras resoluciones, procurando más conservar que adquirir; ser amados, que temidos; sosegar, que no mandar; tolerar, que castigar y afligir, teniendo por gran tesoro el amor de los vasallos; conservarles en aquello que se crían y amar aquello que aman, procurando dirigirles por sus modos y por sus mismas canales y ministros, rindiéndose a su lenguaje, idioma y fragilidad, haciéndose a las condiciones de cada uno y andando a su mismo paso. Más fácil es, aunque no siempre es más justo, reducirse uno a todos que no todos a solo uno y en tales casos, por no poderse conseguir lo justo, se ha de conservar lo fácil. Este es el arte y el trabajo de mandar, que no consiste sólo en la voluntad, tiene mucho que sudar la inteligencia, antes bien infinito que recatarse de aquélla para aprovecharse de ésta».


    José Jaime Carranza Alvarado, Círculo Tradicionalista Celedonio de Jarauta




    _______________________________________

    Fuente:

    https://periodicolaesperanza.com/archivos/515

  5. #85
    Avatar de Mexispano
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    Re: ¿Monarquía o República?

    Libros antiguos y de colección en IberLibro
    Ni fascismo ni democracia, ¿entonces qué? Principios para una acción política católica

    Política

    7 Minutos de lectura

    Muchos católicos fachos, confundidos por la incompatibilidad de su doctrina con las enseñanzas de la Iglesia, terminan haciéndose esta pregunta: ¿entonces qué hacer? Algunos de ellos son católicos que, decepcionados por la democracia, llegaron al fascismo y quedaron maravillados por su actitud aparentemente firme contra toda degeneración moral. Otros, son fascistas que, abandonando progresivamente la laicidad, el agnosticismo o ateísmo, se convencieron de que la religión católica es la única y verdadera y quedaron maravillados por la fe.

    También tenemos al bando contrario: los católicos neocones. Algunos de ellos son católicos que, temerosos del totalitarismo en todas sus formas (comunismo, nazismo, etc.), vieron en la democracia liberal una buena manera de practicar la virtud y alcanzar la santidad, evitando ‘juzgar’ al enemigo gracias al ‘diálogo’. Otros, quizás son protestantes o ateos que, convencidos por la verdad de las cosas llegaron a la fe católica, convencidos de que la democracia era la mejor manera de ser buenas personas y a la vez participar en la política.
    Este artículo va para ambos bandos, y tiene el fin de dar algunas pautas para que empiecen a indagar por su cuenta y a formarse en acción política. Indignación, impotencia… muchos sentimientos encontrados nos causa ver los males que hay en el mundo, pero podemos manejarlo con los principios claros.


    No hay recetas





    La respuesta es muy difícil, porque no hay nada que podamos aplicar al pie de la letra. La misma Iglesia Católica nos enseña que, si bien existen dogmas y principios doctrinales inquebrantables, también hay multitud de casos ya que cada persona tiene circunstancias particulares.

    No podemos instaurar una monarquía católica en un país como Estados Unidos mediante un golpe de Estado (valga la redundancia). Naturalmente, habría un rechazo general hacia esa forma de gobierno y este sería derrocado casi al instante. El apoyo popular es necesario para el respaldo de cualquier autoridad; no es lo más importante, pero es un factor que no se puede obviar.

    La autoridad del gobernante viene de Dios, pero Él nos da libre albedrío para obedecerla o rechazarla. Si Él nos envía a un gran líder católico y lo asesinamos porque nos parece muy ‘fanático religioso’ o ‘medieval’, es nuestra culpa. De hecho, la Iglesia nos da licencia para implementar cualquier sistema político, con tal que no sea contrario a la ley de Dios. Y es aquí donde viene el siguiente punto…


    No hay derecho al error





    El liberalismo, comunismo, nazismo, fascismo… son errores condenados. ¿Qué es un error condenado? Es una forma de pensar equivocada que la Iglesia manda a despreciar y refutar; naturalmente, con argumentos razonables y entendibles. ¿Cómo sabemos qué errores condena la Iglesia? Generalmente se los señala en las cartas encíclicas.

    Pero la Iglesia no solo condena ideologías políticas, sino también corrientes filosóficas: el naturalismo, positivismo, racionalismo, etc. Estas son las fuentes que nutrieron los hechos políticos más influyentes en nuestra historia, como la Revolución Francesa, las Guerras de Secesión hispanoamericanas, etc.

    Para saber qué cosas condena la Iglesia en general, toca revisar el Syllabus de beato Pío IX, que tan sabiamente definió las doctrinas erróneas. Para saber a detalle por qué razón la Iglesia condena ciertas cosas, revisar las encíclicas correspondientes: liberalismo, comunismo, nazismo, fascismo, modernismo y masonería. Para revisar el documento que condena concretamente el evolucionismo, el materialismo, el idealismo, el existencialismo y la nueva teología, revisar Humani generis.

    Pero sobre todo, es importante revisar la Doctrina Política de la Iglesia, que se contiene en encíclicas como Diuturnum illud, Quanta cura, y Aeterni Patris. Además, necesitamos ver por qué la Iglesia condena al feminismo y al aborto en las encíclicas Arcanum Divinae Sapientiae y Casti Connubii. Por último, pero no menos importante, es crucial tener noción de la Doctrina Social de la Iglesia, conociendo las encíclicas Rerum Novarum, Quod Apostolici Muneris, Quadragesimo Anno y Quemadmodum.

    La Iglesia Católica no condena errores porque le da la gana, sino porque sabe perfectamente que la forma en que concebimos al mundo causa una serie de acciones y pensamientos que nos llevan a la condena del alma. ¿Y qué peor mal para el ser humano que tener su alma condenada? El infierno es eterno, la vida temporal es limitada. Y esto nos lleva al siguiente punto…


    La salvación es primero





    De nada sirve implementar un sistema político si en el camino perdemos el alma y hacemos que los demás la pierdan también. No importa qué buenas intenciones tenga yo, si para aliarme con otros grupos que piensan distinto tengo que cometer un pecado (robar, matar, cooperar con el mal, etc.), aunque sea venial, no es buena opción.
    ¿Podemos forjar alianzas con gente que está en el error (protestantes, paganos, etc.)? Por supuesto que sí, pero siempre y cuando se cumplan cuatro condiciones. La primera, que no cometamos pecado nosotros ni seamos causa de que cometan pecado ellos. La segunda, que encaminemos todos nuestros esfuerzos a restaurar el Reinado Social de Cristo, poniendo todas las instituciones a su servicio. La tercera, que no cooperemos en la fe, es decir, que no favorezcamos la propagación de su error ni legitimemos sus sectas (oraciones interreligiosas, etc.). Y la cuarta, que obremos según las circunstancias, con la prudencia que requiera cada caso, lo cual nos lleva al otro punto…


    Los tiempos cambian





    Es cierto que Dios no cambia y que en esencia la doctrina tampoco, pero sí hay circunstancias distintas que condicionan la manera de implementar una u otra idea. Por ejemplo, la Iglesia no condenaba la masonería antes del siglo XVIII porque sencillamente antes no existía la masonería, pero sí condenaba los errores que llevaron a ella y que existían antes de ella. De la misma manera, si bien nadie rezaba el rosario antes de la aparición de la Virgen a Santo Domingo de Guzmán, sí rezaba su predecesor, que es el salterio de David.

    No podemos levantarnos en armas y esperar triunfar si somos 2 o 3 locos en el pueblo que conocen a fondo el problema. Es cierto que Dios está de nuestro lado, pero es fundamental que nuestro celo apostólico vaya de la mano con la prudencia; que el celo no nos corte las alas.

    Nuestro Señor se sirve de nosotros para obrar, es decir, somos las causas segundas de las que dispone la causa primera de todas las cosas: a Dios rogando y con el mazo dando. Él nos va a juzgar por cómo obremos según nuestras posibilidades y los medios que tenemos a nuestro alcance: oraciones, sacramentos, libros, cursos, programas de edición para propaganda, etc. Naturalmente, tampoco hay que ser conformistas: mientras más deseos tengamos de batallarla, más nos va a asesorar Su Divina Majestad con los medios adecuados de los que no disponíamos antes.


    Las monarquías no son malas





    Dejemos el mito de que tener un rey es malo en sí mismo: no podemos pasarnos la vida cayendo en el círculo vicioso de la democracia. Las monarquías absolutistas, liberales o parlamentarias son opciones traicioneras y peligrosas, sí, pero ¿qué tal si vamos más allá e investigamos en el pasado lejano y no en el cercano?

    No revisemos solamente lo que había antecitos de la Revolución Francesa: busquemos qué había antes de ese antecitos. No nos conformemos con conocer la administración de Fernando VII de España: busquemos también sobre Carlos I y Fernando I. No tiene nada de malo desear una monarquía católica. De lo contrario, no deberíamos decir «venga a nosotros tu reino», sino «venga a nosotros tu república democrática» en el Padrenuestro.

    Si la historia monárquica es demasiada complejidad para su cabeza, no hay problema: usted puede indagar en la dinámica de los gremios y corporaciones, que fueron estudiados y parcialmente implementados en nuestra historia reciente. Así también, tenemos grupos rampantes de propaganda católica, como Acción Francesa o Acción Española. Ya sea un Gilbert Keith Chesterton, un Maurice Barrès, un Ramiro de Maeztu, un António de Oliveira Salazar o un Engelbert Dollfuss, hay muchas fuentes de las que podemos nutrirnos.


    La buena filosofía





    La filosofía lo abarca todo: nuestra forma de actuar depende de nuestra forma de pensar. Nada como el pensamiento clásico aristotélico-tomista o realismo filosófico para guiarnos hacia el conocimiento correcto de las cosas. Como católicos, debemos evitar caer en el mito ateo de que lo nuestro es fanatismo y ‘creencias’: sí razonamos, sí poseemos ciencia (y mucha); por tanto, podemos conocer el ser de las cosas sin desviaciones y errores.

    En concreto, evitemos toda doctrina que esté imbuida de Ockham, Kant, Descartes, Spinoza, Maquiavelo, Hobbes, Bodino, Rousseau, Hegel, Marx, Smith, Locke o incluso Maritain, que terminó en la nefasta ideología de la ‘democracia cristiana’. Naturalmente, en algún momento el conocimiento filosófico se encuentra con el teológico: aquí es menester descartar todo lo que huela a personalismo, fenomenología y teología del cuerpo.


    Referentes seculares





    Para finalizar, es de mucha ayuda complementar las enseñanzas de la Iglesia con análisis de personas que, haciendo uso de sus facultades intelectuales y militares, lograron grandes hazañas que nos sirven de referencia para emprender una auténtica acción política católica.

    Referentes históricos son la guerra cristera, las guerras carlistas, la guerra de la Vendée, la guerra sanfedista, la contrarrevolución miguelista y contrarrevolución jacobita. Referentes intelectuales son el grueso de autores que escriben en la Fundación Speiro, la Fundación Elías de Tejada, la Fundación Santa Ana, el Centro Pieper, el European Conservative o First Things.


    ¿Entonces qué?





    Ahora que cuenta con las herramientas que necesita, no lo dude: llame ya. Llame a su voluntad con su intelecto y haga buen uso de sus facultades para contentar a Nuestro Señor. No caiga en el error, no haga sonreír al diablo. Tenga la seguridad de que si está del lado de Dios, está del lado de la verdad.



    Pachío

    Politólogo aficionado, católico reaccionario. En contra del comunismo, del liberalismo y del totalitarismo.





    _______________________________________

    Fuente:

    Ni fascismo ni democracia, ¿entonces qué? Principios para una acción política católica - Mundo Republiqueto

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