Leyendo los mensajes del hilo, constato una vez uno de los prejuicios que más han arraigado (casi como si fuera una especie de ley natural necesaria) en las conciencias en base a los hábitos "sociales" impuestos por los que manejan y dominan la emisión-cancelación del dinero en las comunidades políticas, hábitos "sociales" que arraigan luego en hábitos mentales, por aquello de "terminar pensando como uno vive". Se podría decir que el esclavo a base de vivir como tal ya es incapaz de imaginar una vida diferente al margen de sus usos de comportamiento como tal.
Últimamente he dedicado algo de tiempo al interesante estudio de las consecuencias desastrosas sociales establecidas en nuestra Patria por la Revolución, sobre todo a partir del fatídico año de 1959, y en un libro interesante del sociólogo Antonio Perpiñá Rodriguez (de la escuela de los católicos-sociales de Severino Aznar, Jiménez, Salvador Minguijón, etc..., los cuales a su vez fueron influenciados por los famosos sociólogos franceses Le Play, Saint Bonnett, Albert de Mun, La Tour du Pin, etc...) titulado "Sociología de la Seguridad Social", de 1972, Perpiñá se percataba de un fenómeno muy curioso completamente sin precedentes en la vida social española y que empezaba a materializarse cada vez mas en la disociedad española: la crisis de la jubilación. Las personas "robot" de la disociedad española estaban cada vez más subordinadas y engolfadas dentro de sus respectivos trabajos repetitivos y rutinarios, que éstos pasaban a ser como una especie de segunda "alma" para estas personas, de tal forma que cuando llegaban a la edad de jubilación, se encontraban con no saber que hacer, como si los hubieran sacado de su hábitat "natural", y, lo que era peor de todo, como si los hubieran "desalmadado", enfermando psíquicamente y acudiendo no muchos de ellos al suicidio (sobra decir que desde entonces se ha ido potenciando esta tendencia hasta llegar hasta nosotros hoy en día).
Esa idea que ha calado hondo en las conciencias de que una persona no tiene derecho a vivir si no se incorpora necesariamente a un "trabajo" tiene, en las circunstancias actuales, un sólo nombre: ESCLAVITUD AMADA POR EL ESCLAVO. Esclavitud en la que el esclavo besa sus cadenas. Todos hablan de lo mismo (políticos, sindicatos, economistas ortodoxos, gente de la calle, etc...): el pleno empleo y las cifras de paro, sin pararse a pensar un poco (sólo un poco) dónde está realmente el problema.
En una ocasión Douglas, en plena Depresión de los ´30, le estuvo indicando los problemas y soluciones a uno de los fundadores del fabianismo, si no recuerdo mal era Sidney Webb (el amigo de Bernard Shaw y contra-ego de Chesterton). Douglas contaba que había refutado todas las objeciones que le presentara Webb, hasta llegar a la última en la cual, no sin ironía, Douglas manifestaba no poder darle solución. Webb le acabó diciendo: "No me importa que técnicamente funcionen tus principios económicos, lo que detesto son tus objetivos sociales, tu filosofía social".
Es esta idea puritana equivocada del "si no hay trabajo, no hay comida" que comparten todas las filosofías tecnocráticas (es decir capitalistas y socialistas), la política del pleno empleo, la que los que detentan el control del sistema financiero (previo ajuste del mismo para crear las condiciones idóneas que permitan que el mensaje cale y penetre en las mentes de la población por medio de su hábitos "sociales" previamente establecidos y manipulados mediante el sistema financiero) proclaman y establecen como la "verdadera liberación" del hombre.
"El trabajo os hará libres"
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