DECLARACIÓN DE TORRELAGUNA
El Proceso autonómico, iniciado desde instancias oficiales y deficientemente orquestado por
los partidos políticos, quiere configurar en el Interior de la península dos regiones
artificiales: Castilla-León y Castilla-La Mancha.
Según la Constitución española, es la identidad histórica y cultural el factor primordial
para que un territorio se constituya en Comunidad Autónoma. Como, sin duda, hay un pueblo
castellano, una nacionalidad histórica y cultural castellana, parecería que los castellanos
tendríamos derecho, cuando lo deseáramos y reclamáramos por una mayoría de nuestros
ciudadanos, a constituirnos en Comunidad Autónoma, como el pueblo extremeño, el andaluz o el
murciano o cualquiera de los otros pueblos españoles.
Pero no ha sido así. Los castellanos estamos viendo cómo se desmembra nuestra tierra. Al
norte de la cordillera central, ese híbrido llamado Castilla-León está provocando la
desmembración de Cantabria y La Rioja de Castilla, a la vez que une otras provincias a la
región leonesa. Al sur de la-cordillera, las tierras castellanas de Guadalajara y Cuenca se
unen a este otro híbrido llamado Castilla-La Mancha, mientras que las tierras castellanas de
Madrid quedan igualmente desgajadas de Castilla.
Comunidad Castellana nació por la necesidad de dar a conocer la auténtica Castilla popular y
democrática, lejos de la Idea de una Castilla imperial, y en un deseo de situar a Castilla
en su justa medida, sin confundirla con la Corona de Castilla o los gobiernos absolutistas y
centralistas de los cuales el pueblo castellano ha sido la primera víctima.
Dentro de su unidad histórico-cultural, sin embargo, el pueblo castellano se ha
caracterizado por su pluralismo, su falta de uniformidad plasmada en la autonomía de sus
concejos populares y abiertos, en sus merindados y behetrías y en sus comunidades de villa y
tierra.
Esta profunda diversidad y comarcalismo de la región castellana, por una parte, y la mezcla
con otras regiones y pueblos impuesta por el actual proceso autonómico iniciado desde arriba,
está llevando a la desmembración del pueblo castellano y sus tierras, que ponen en peligro
incluso propia supervivencia.
No es válida esta distinción, tan arbitraria como la división provincial del pasado siglo,
hasta cuyo momento la actual provincia de Madrid estaba compuesta por varias comunidades y
gran parte de ella pertenecía, por otra parte, a la Comunidad de Segovia.
Es innegable la castellanía de Las Alcarrías y las Serranías de Guadalajara y Cuenca, como
innegable es la castellanía de las tierras que hoy se agrupan en la actual provincia de
Madrid.
Madrid es otra muestra de esa peculiaridad y diversidad, histórica y actual, de la realidad
castellana. Con una característica muy peculiar, su capitalidad, que si bien debe ser asumida
y reconocida, no debe ser el punto sobre el que gire toda la actividad y personalidad de esta
villa Castellana. Sobre la Villa de Madrid se estableció el absolutismo y centralismo,
destruyendo en gran parte la cultura y personalidad castellana del pueblo de Madrid. Los que
en otros momentos hemos pedido a los otros pueblos de España que no confundieran a Castilla
con Madrid, hemos de pedirles que no confundan al Estado y al Gobierno establecido en
Madrid, con el pueblo que ha nacido o vive en esta Villa convertida en gran urbe. El
madrileño también ha sufrido, más que gozado, el centralismo y el desarrollismo.
Proponemos, pues, una Castilla plural en la que se Integren la Montaña o Cantabria, Logroño
o La Riola, las tierras de Burgos, Segovia, Avila, Soria Guadalajara y Cuenca. Y también
Madrid.
Tarea difícil la de integrar las tierras castellanas superando la diversidad de las mismas,
quizá tan difícil como lograr una verdadera autonomia y solidaridad entre todos los pueblos
del Estado.
Madrid es, sin duda, en la actualidad lo más peculiar y diverso dentro de la realidad plural
castellana, por el hecho de ser «capitalídad» del Estado y por su realidad socio-económica
de gran urbe. Evidentemente, incorporada a Castilla -a Castilla, sin más- como corresponde
por historia y geografía. Madrid deberá tener un estatuto peculiar que articule
adecuadamente su función de capital, sin que ésta perjudique los intereses del pueblo de
Madrid, ya que si la capital está en nuestra Villa, es, sin embargo, tarea de todos los
españoles.
Comunidad Castellana. Consejo de Madrid.
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