Una sorpresa pero relativa. Es normal que surjan publicaciones como ésta que responden a la necesidad de identidad de la gente, de recordar quiénes son.
Es que lo que está pasando en Madrid es increíble. El barrio en el que resido desde hace ocho años, ha pasado en ese tiempo de que fuera un barrio sin extranjeros a que los españoles seamos claramente minoritarios. Somos un 30 ó 40% como mucho. Y luego salen las estadísticas municipales de residentes extranjeros por distrito y te dan ganas de echarte a reír. Vas al supermercado y hay momentos en los que te encuentras literalmente rodeado de moras por los cuatro costados. Allí donde había una peña taurina cuyos dueños conocías de toda la vida, hay un locutorio. La bodeguilla es otro Doner Kebab, idéntico a los otros cuatro del mismo paseo. En el autobús lo que sorprende es oír hablar en castellano, y cuando sale música de una ventana, que no sea despreciable regetón. Te cruzas por la calle con cuadrillas de niñatos que parece que están empezando a opositar para latin king. Manchegos, andaluces, extremeños, gallegos, maños... todos ellos hace mucho que se fueron o que se murieron. Y sus hijos huyeron como de la peste cuando todo esto empezó a pasar.
Ahora, allá donde mires, lo único que hay son chinos, moros, rumanos... Y el cambio ha sido tan rápido -menos de una década- que es como si te hubieras levantado una mañana y hubieras descubierto que tu casa la habían trasladado al Atlas.
Y mientras tanto , cada día, en cada anuncio del metro, en cada cartel publicitario, la estúpida campaña continua de lobotomización de Espe diciéndote que el extranjero es tan madrileño como tú. Que Madrid somos todos. Que el extranjero es tu víctima por no haber nacido aquí. Que es moralmente superior a ti porque su piel es más oscura. Que eres el culpable de su mala suerte. Que si no fuera por él... ¡qué sería de nuestros amigos constructores! ¿Y de las terrazas?Ahora, que para espectáculo hermoso, el de cruzarte con un moro maqueado con chaqueta de cuero de 200 euros, riendo a mandíbula batiente con otro amigo mahometano. Y tres pasos después pasar junto a su esclava española que, detrás de él, lo sigue mientras carga con los dos moritos que ya se ha dejado hacer. Y acto seguido cruzas la esquina para bajar para tu calle y te saluda el careto repugnantemente estúpido de Gallardón recordándote que Madrid somos todos.
De mayor quiero ser de derechas, liberal y del PP. Que ésos sí que son patriotas y fiables, no como ZP.
Marcadores