DESMONTANDO MÁS ENGAÑOS EVOLUCIONISTAS.
En el año 2000 un grupo de científicos decidió investigar la contradicción para la edad de la tierra según lo afirmado en la Biblia contra la oposición firme de las dataciones radiométricas.
Todos los trabajos se agruparon en lo que se denominó el proyecto RATE (Radioisotopes and Age of The Earth), en el que colaboraron científicos profesionales (físicos, geofísicos, geólogos) principalmente del ICR y de la CRS. Tras cinco años de investigación, los componentes del proyecto RATE se reunieron en un simposio para intercambiar sus hallazgos y sacar conclusiones.
El director del proyecto, Larry Vardiman, sintetizó los resultados en los siguientes cuatro puntos[1]:
1.- Los métodos radiométricos convencionales son inconsistentes y por tanto irreales a la hora de datar muestras.
Está comprobado que al tratar de datar una roca de una misma capa, la datación por radioisótopos mostraron cuatro edades diferentes.
2. Se encuentran cantidades sustanciales de helio en cristales del interior del granito.
Si la Tierra se hubiera formado durante miles de millones de años, el helio debería haber desaparecido por completo.
3. En las rocas aparecen radio-halos causados por la desintegración del uranio y del polonio,
Lo que fuertemente sugiere una rapidísima desintegración, lo contrario a una desintegración gradual durante miles de millones de años.
4. Los diamantes que los evolucionistas creían que se formaron a lo largo de millones o miles de millones de años,
En realidad contienen niveles muy significativos de Carbono-14. Puesto que el Carbono-14 se desintegra rápidamente no se debería haber encontrado ni rastro de él en los diamantes, si esas edadeS fantásticas fueran correctas.
ESTAS CONCLUSIONES Y MUCHAS OTRAS ANOMALÍAS ENCONTRADAS EN LAS MEDICIONES RADIOMÉTRICAS CONVIERTEN A ESTOS MÉTODOS EN INSERVIBLES PARA LA CIENCIA.
SIN EMBARGO, LA GENTE POCO INFORMADA SE TRAGA LAS FECHAS MULTIMILLONARIAS DE LOS CIENTÍFICOS EVOLUCIONISTAS PORQUE CREE QUE SE HAN OBTENIDO GRACIAS AL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO DE LA ESTRUCTURA INTERNA DE LOS ÁTOMOS O DE LA ENERGÍA ATÓMICA, algo que tiene como una aureola de misterio y que parece exclusivo de los genios científicos.
LA REALIDAD ES QUE PARA CONSEGUIR ESAS GIGANTESCAS EDADES LOS MÉTODOS RADIOMÉTRICOS SIGUEN UNA SERIE DE SUPOSICIONES EVOLUCIONISTAS QUE CARECEN DE TODO RIGOR CIENTÍFICO, salvo que están enmascarados en un entresijo de matemática, ciencia y tecnología conjuradas entre sí.
Cuando se analiza una roca ígnea, los evolucionistas se basan en la geofísica. La estimación de la edad de la muestra se hace teniendo en cuenta la proporción de los componentes padre/hijo, asumiendo para ello un conjunto de hipótesis jamás probadas tales como:
(a) desintegración uniforme a lo largo del tiempo,
(b) el transporte del padre hacia –o desde- el hijo transferido en la muestra es completamente nulo a lo largo del tiempo,
(c) la cantidad inicial del componente hijo se supone nula –obviamente porque es absolutamente desconocida.
De esta manera a nadie le debe extrañar que estos laboratorios profesionales fallen estrepitosamente cuando tratan de determinar la edad de muestras cuya edad ya era previamente conocida.
Así sucedió, por ejemplo, con muestras de rocas procedentes de la erupción volcánica de Mount St. Helens ocurrida en el año 1980, tal como se muestra en la tabla de abajo.
Se comete el error de otorgar hasta 2,8 millones de años a una roca ígnea de ¡sólo 30 años!.
Que los laboratorios de datación radiométrica hayan cometido errores tan burdos y que sin embargo los evolucionistas sigan confiando ciegamente en ellos es un verdadero enigma moderno.
Pues no sólo se han dado errores en el caso de rocas de la erupción de Mount St Helens, sino en otras rocas de erupciones históricas.
Por ejemplo, a un basalto del volcán Hualali (Hawai, 1800) se le otorgó una edad de 1.5 millones de años, o a un basalto de la erupción del Etna (Sicilia, 1792) una edad de 0.35 millones de años, etc.
El físico John Woodmorappe ha escrito un libro[3] desenmascarando las catalogaciones de las edades míticas que comúnmente realizan los evolucionistas. Woodmorappe analiza y derrumba cada una de las falsas afirmaciones que ellos utilizan para justificar su ‘ciencia’ de datación: la presunta escasa discrepancia de edades, el auto-chequeo de los diversos métodos, la presunta corroboración de varias disciplinas cruzadas, la presunta concordancia de diversos métodos, la presunta convergencia de varios indicativos hacia una edad de la tierra de 4500 millones de años, las premisas tomadas como ciertas sin haber sido jamás probadas, etc.
En el libro se analizan más de cuarenta mitos, incluyendo 24 fechas isócronas, diez obtenidas utilizando Argón 39/40 y otras trece con zirconios U-Pb.
Por poner un simple ejemplo, ninguna medición radiométrica indica que la tierra tenga una edad de varios miles de millones de años, en realidad esa cifra ha sido asumida por los científicos evolucionistas –que son mayoría- porque es necesaria para su hipótesis de la formación extremadamente lenta, uniforme y gradual de los océanos, las rocas, enfriamiento lento del material fundido, etc.
Y para que todo encaje según su visión, han construido un escala artificiosa de tiempo geológico, y además pretenden que esta escala sea indiscutible. Luego miden los fósiles con esa escala para así obtener los millones de años que necesitan
Finalmente, para enmascarar las discrepancias, utilizan un meta-lenguaje con expresiones tales como “enfriamiento de la edad”, “datos rejuvenecidos”, “retraso-adelanto de edades”… Un ejemplo de aplicación de esta lógica a la vida cotidiana podría ser el siguiente: en el interior de un saco hay bolas negreas y blancas; se sacan treinta consecutivas, y resultan ser todas ellas blancas. Pues las negras que se van encontrando se van rechazando por estar contaminadas.
NOTAS:
1. “RATE News Release” (2005), Institute for Creation Research, URL: News | The Institute for Creation Research=view&ID=47.
2. http://creacinseisdas.blogspot.com.es/search/label/Tierra%20joven
3. “The Mythology of Modern Dating Methods”, John Woodmorappe, ICR, 1999.
Última edición por donjaime; 21/11/2015 a las 20:39
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