Dictadura del relativismo


Written by Roberto O´Farrill Wednesday, 15 June 2011 16:35

Unos padres de familia me platicaban, medio angustiados, de cómo su hijo ha cambiado hasta transformarse en otra persona muy distinta a la que ellos criaron. –Es desobediente, rebelde, trasnochador, son actitudes constantes en él- me decían, -pero lo peor es que parece que nada le importa-. Entonces les dije que se trata de la dictadura del relativismo. -¿Y qué es eso- me preguntaron. Al ver que mi explicación les aclaraba muchas cosas, pensé en escribirla para que se conozca más en qué consiste este fenómeno social.

Benedicto XVI hizo célebre la expresión “Dictadura del relativismo” prácticamente al iniciar su pontificado, desde que se refirió a ella el 18 de abril de 2005 durante la homilía que pronunció en la Misa Pro Eligendo Summo Pontifice, previa al ingreso al cónclave de elección en el que él mismo resultó electo Sucesor de Pedro.

El Relativismo es una actitud que ha invadido la ética social, la antropología, la moral y las religiones. Se explica como una evasión sistemática del plano de la verdad, que resulta de una falta de sensibilidad hacia lo verdadero y hacia las cuestiones relativas al sentido del vivir, que lleva consigo la deformación de la idea de libertad.

Un síntoma del relativismo consiste en que la verdad se intenta suplantar por argumentaciones. Esto lo ha señalado el Papa cuando en varias ocasiones ha dicho que “nunca la verdad podrá ser vencida por los argumentos” porque la verdad es absoluta. Sin embargo, la dictadura del relativismo pretende que no haya una verdad absoluta sino varias verdades, tu verdad… mi verdad... Por ello Benedicto XVI explica que en la concepción relativista, dialogar significa colocar las propias creencias al nivel que las convicciones de los otros, “sin reconocer más verdad que la que se atribuye a la opinión de los demás”.

En su libro “Fe, verdad, tolerancia” el cardenal Ratzinger ya hace referencia a una parábola budista que cuenta que: “Un rey del norte de la India reunió un día a un buen número de ciegos que no sabían qué es un elefante. A unos ciegos les hicieron tocar la cabeza, y les dijeron: -esto es un elefante-. Lo mismo dijeron a los otros, mientras les hacían tocar la trompa, o las orejas, o las patas, o los pelos del final de la cola del elefante. Luego el rey preguntó a los ciegos qué es un elefante, y cada uno dio explicaciones diversas según la parte del elefante que le habían permitido tocar. Los ciegos comenzaron a discutir, y la discusión se fue haciendo violenta, hasta terminar en una pelea a puñetazos entre los ciegos, que constituyó el entretenimiento que el rey deseaba”.

En su homilía previa al cónclave de elección, Joseph Ratzinger explicaba: “Cuántas doctrinas hemos conocido en estas últimas décadas, cuántas corrientes ideológicas, cuántos modos de pensar... La pequeña barca del pensamiento de muchos cristianos ha sido agitada por estas olas, botada de un extremo al otro: del marxismo al liberalismo, hasta el libertinaje; del colectivismo al individualismo radical; del ateísmo a un vago misticismo religioso; del agnosticismo al sincretismo y así en adelante. Cada día nacen nuevas sectas y se realiza cuanto dice San Pablo sobre el engaño de los hombres, sobre la astucia que tiende a arrastrar hacia el error. Tener una fe clara, según el Credo de la Iglesia, viene constantemente etiquetado como fundamentalismo, mientras el relativismo, es decir el dejarse llevar por cualquier tipo de doctrina, aparece como la única aproximación a la altura de los tiempos modernos. Se va constituyendo una dictadura del relativismo que no reconoce nada como definitivo y que deja como última medida sólo el propio yo y sus deseos.

Nosotros, en cambio, tenemos otra medida: el Hijo de Dios, el verdadero hombre. Él es la medida del verdadero humanismo. Adulta no es la fe que sigue las olas de la moda y la última novedad; adulta y madura es la fe profundamente radicada en la amistad con Cristo. Es esta amistad que nos abre a todo aquello que es bueno y nos dona el criterio para discernir entre lo verdadero y lo falso, entre engaño y verdad”.

Al año siguiente, durante su viaje a Polonia, Benedicto XVI denunció un relativismo religioso imperante en nuestros tiempos y presentó un llamamiento para ir contra “la interpretación subjetiva y selectiva de las Sagradas Escrituras”.

Benedicto XVI continuará evidenciando el relativismo y denunciando esta novedosa dictadura de lo incierto. Aprecio que no escatimará en aclamaciones y exhortaciones al respecto. Habrá que prestarle atención para saber distinguir, entre nosotros, esas actitudes que nos están llevando a discutir mucho pero sin dar verdaderos frutos.