Yo no le guardo afecto alguno. Su memoria es de lo peor y más triste que pueda haber en la Igleisa. Sí rezo por su alma, si es que se ha salvado, pues sus terribles obras diluyen toda esperanza al respecto.
EXURGE DOMINE ET JUDICA CAUSAM TUAM
La discutible canonización de Montini
Le guardo afecto - lo he comentado otras veces - a Pablo VI, que fue el Papa de mi infancia y juventud. Pero el afecto, un afecto madurado y razonable, no ofusca el juicio. También le tengo afecto y simpatía a Alejandro VI Borgia, pero no incoaría su causa de canonización, me opondría.
Cuando esta mañana leía que la causa de beatificación del Papa Montini va viento en popa, incluso con pronóstico de pronta beatificación. El caso será uno más entre los muchos expedientes tramitados bajo el pan-santoralismo juanpablista, una de las herencias más extravagantes del mega-entusiasta Beato Magno.
La rebaja de méritos, obras, cualidades y realidades, en suma, de los candidatos a la dulía ha sido escandalosa. La misma causa clamorosa de Juan Pablo II con la explosión (y promoción) del 'santosubitismo' marcó un nivel muy bajo, impensable hace medio siglo, cuando las cosas de le fe se trataban, evaluaban y gestionaban con más gravedad, como corresponde.
A 50 años del Concilio, bajo la manta que todo lo tapa del 'Año de la Fe', sufriendo las tremendas consecuencias del post-concilio, a falta de una profunda, juiciosa y responsable revisión oficial /magisterial de esos diez lustros, ensalzar la patética y siempre muy discutible figura y obra de Paulo VI, me parece un indiscreto error, una imprudente decisión.
Además con el agravio comparativo anejo, una herida fresca que sangra injusticia de una memoria santa: El parón a la causa de Pio XII, que sí murió en olor de santidad, cuyo único y principal handicap es el odioso, implacable e insaciable victimismo sionista.
Al fin se descubre/se sospecha una muy tendenciosa canonización de los protagonistas de la crisis conciliar y post-conciliar, como si con las Papas se beatificara/canonizara todo lo demás, o, por lo menos, se quisiera montar una apoteosis sobre las ruínas que, obcecadamente, se niegan.
Las consecuencias de estas promociones inmerecidas son muy lesivas, porque conllevan el descrédito de la misma causa, de su procedimiento y sus promotores. Quiero decir que al final lo que queda en entredicho es el propio concepto de santidad y el valor de una causa, de una beatificación, de una canonización.
Y la misma Iglesia, también.
+T.
EX ORBE
Yo no le guardo afecto alguno. Su memoria es de lo peor y más triste que pueda haber en la Igleisa. Sí rezo por su alma, si es que se ha salvado, pues sus terribles obras diluyen toda esperanza al respecto.
EXURGE DOMINE ET JUDICA CAUSAM TUAM
Para qué querrán darle a la maquinita de hacer santos, si el Vaticano, tras el Concilio, desterró de facto el culto los altares y las capillas de los santos de siempre. En ninguna época como esta se han hecho más "santos" que menos culto hayan tenido y que menos vayan a tener. Está claro que lo único que pretenden es canonizar el Vaticano II.
Última edición por ALACRAN; 15/12/2012 a las 23:00
"... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
Detrás de los sofistas vienen siempre los bárbaros, enviados por Dios para cortar con su espada el hilo del argumento." (Donoso Cortés)
Con el efod de sumo sacerdote de los judíos.
En su “CONTRA-REFORMA”, el Abbé Georges de Nantes publicó, en el número de noviembre de 1970, un artículo de gran impacto en toda Europa, titulado “EL AMULETO DEL PAPA”. De este artículo me permito transcribir lo siguiente:
“En el PARIS MATCH del 29 de agosto 1970, en el artículo de Robert Serrou ‘El próximo Papa será un francés’, aparece una ilustración de una gran fotografía del Papa y del Cardenal Villot. Observé esos dos rostros herméticos, en los que se oculta el destino de la Iglesia… Pero, ¿qué es eso, que se descubre sobre el pecho de Paulo VI, encima de su Cruz pectoral? Una curiosa joya, que, me parece, no haber visto nunca a ningún Papa. El objeto debe ser de oro, cuadrado, adornado con doce piedras preciosas, dispuestas en cuatro hileras, tres por tres. Aparece suspendido, en forma muy peculiar, por un cordón, que se añade alrededor del cuello a aquel otro del que pende la Cruz de Cristo.
“Siento miedo de comprender. Sin embargo, no cabe duda alguna. Para describir el objeto, he empleado las mismas palabras, que en el capítulo XXVIII del Exodo, describen el EFOD DEL GRAN SACERDOTE JUDÍO. He aquí, pues, sobre el corazón del Papa, atado a su cuello, el ‘Pectoral del Juicio’, que el Sumo Sacerdote Aaraon y sus sucesores debieron llevar como ornamento ritual, y sobre las doce piedras del cual estaban inscritos los nombres de las doce tribus de Israel, “para evocar continuamente su recuerdo en presencia de Yahveh”. (Ex. XXVIII, 29). Paulo VI lleva la Insignia de Caifás.
¿Quién sabe cuándo, por qué y de quién la ha recibido? ¿Quiere el Papa significar con ello que es el heredero directo del Sacerdote Levítico, como Pontífice de la Iglesia Católica convertido en el nuevo y único Israel de Dios? o ¿es caso que prepara una restauración del judaísmo, como religión del monoteísmo puro, del Libro más sagrado, de la Alianza universal?
“En el Katholikentang (las fiestas anuales de la Alemania Católica) se ha desarrollado este año un culto judío sabático, y en Bruselas, el Cardenal Suenens ha anunciado un próximo CONCILIO, que él llamó CONCILIO DE RECONCILIACIÓN, que tendrá lugar en Jerusalén. y recordemos que la B’nai B’rith y los francmasones sueñan igualmente en la construcción de un ‘TEMPLO DE LA COMPRENSIÓN’, en la Ciudad Santa, semejante al que ya existe en Nueva York. Una maqueta de ese futuro Templo fue ofrecido al Papa hace ya tiempo, como signo de amplio ECUMENISMO. ¡Todo converge!
“¿Quién nos informará a nosotros, soldados de fila, sobre ese ‘Pectoral’ y sobre tantos otros puntos oscuros, que encierran designios tenebrosos? ¿Quién tiene, entre nosotros, derecho a saber si el Papa, al revestirse con el ‘Efod’ de Caifás, pretende asumir el antiguo rito judío, sin temor del Israel, según la carne, o si tiene el proyecto de conducir las iglesias cristianas al ‘judaísmo universal’ y de restaurar en Jerusalén el Sacerdocio Levítico? Ambigüedad de la mirada y del gesto, de los discursos y del ‘amuleto’… Hasta este día, el Crucifijo no había compartido su puesto con ningún otro signo ritual. ¿Será que pronto, sin -ruido, sin palabras, va a desaparecer de sobre el corazón del Papa? Será entonces, cuando en el Vaticano cantará el gallo por última vez…
“¿Qué sabemos nosotros? Nosotros, rebaño católico, nada sabemos de los lejanos proyectos de nuestros Pastores…
Georges de Nantes.
El servicio que el Abbé de Nantes ha prestado a la Iglesia en publicar lo que ya se murmuraba en los corrillos eclesiales, con gran escándalo y con extraordinaria sorpresa, acerca de esa insignia ritual, propia del Gran Sacerdote Levítico, que, desde su viaje a Tierra Santa, aparece en casi todas las fotografías de Paulo VI, es, a no dudarlo, un servicio extraordinario, cuya importancia, tal vez, todavía no podemos ni prever, ni mucho menos precisar. Quizá en esta señal encontremos la clave para explicarnos toda esa subversión en la Iglesia de Cristo, esa que el mismo Papa Montini llamó la “autodemolición” del cristianismo. En Roma, el BORGHESE, revista de gran circulación, en su número del 18 de noviembre de 1970, pág. 603, publicó un sensacional arículo, con estos títulos llamatívos: “El Portón de Bronce”.
“PAULO VI: ¿PAPA O ‘GRAN SACERDOTE’?”:
Vaticano, noviembre. – “La impresión en el Vaticano ha sido enorme, casi un choque. Los rumores circulaban hacía tiempo, en los corrillos vaticanos, sin que hubiera nadie que se atreviese a denunciar el hecho. Así las cosas, ha poco tiempo, el Abbé Georges de Nantes difundió la noticia de que el Pontífice Máximo de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana lleva en algunas ocasiones sobre la muceta y con la Cruz pectoral la insignia del “GRAN SACERDOTE HEBREO” Caifás. El eco de esta noticia ha sido enorme detrás del Portón de Bronce.
“Y, sin embargo, no cabe la menor duda: la forma, el color, el ornato de esa insignia corresponde a la descripción dada en el Libro de los Libros. Ningún Papa, en los dos mil años anteriores, había llevado una joya, como esa, minuciosamente descrita en el capítulo XXVIII del Exodo, uno de los libros de la Biblia. Juan Bautista Montini sí la lleva. Y ¿por qué? Nadie se atreve a decir los oscuros motivos, que han dado base a esta decisión, pero todos están de acuerdo en afirmar la posibilidad de un intencional equívoco de parte del Pontífice. El objeto, de oro puro, es cuadrado, adornado con doce piedras preciosas, dispuestas en cuatro hileras, de tres en tres, suspendido del cuello de modo muy particular, gracias a un cordón también aureo, hecho de anillos entrelazados que terminan en una borla. Las doce piedras preciosas son de diverso color.
“En suma, se trata, hablando con toda propiedad, del ‘EFOD DEL GRAN SACERDOTE HEBREO, conocido como el “PECTORAL DEL JUICIO”, que Aaraón y sus sucesores debían llevar como ornamento ritual, y cuyas piedras preciosas corresponden a las doce tribus de Israel. La descripción de este objeto singular está contenida en el Exodo… Exactamente, como se puede ver hoy, en muchas fotografías de Paulo VI…
“Mas, ¿desde cuándo aparece esta increíble unión de la Cruz pectoral con la ‘insignia’ del Gran Sacerdote Hebreo? Para responder a esta pregunta, hemos examinado centenares de fotografías; así hemos podido precisar que la primera aparición de este extraño ‘amuleto’ sobre el pecho del Papa romano data, por lo menos, de 1964, es decir, unos meses después de su visita a Palestina. Parece lógico deducir que el ornamento ritual, de que tratamos, le fue dado en esas circunstancias, ya que Paulo VI estuvo también en territorio de Israel.
“No se trata de un caso aislado, de una alucinación. El emblema del ‘GRAN SACERDOTE LEVITICO’ es visible, claramente visible, sobre todo cuando Paulo VI usa la ‘muceta’, es decir, esa especie de manteleta roja bordada de armiño blanco; en esas ocasiones, en las fotografías, no se ve muchas veces la Cruz pectoral, por las manos juntas con que el Papa parece encubrirla; pero siempre aparece la insignia de Aaraón, porque está unida a un amplio cordón de oro. Sólo en una ocasión el extraño emblema cuelga sobre el hábito blanco de Paulo VI, sin la ‘muceta’. Fue cuando el Pontífice romano estuvo en la India y los fotógrafos le sorprendieron seguido y rodeado de niños hindúes.
“En las diversas fotografías, tomadas durante las visitas de Paulo VI a los lugares santos de la cristiandad, en los varios Santuarios, el “Efod” es siempre visible: así, por ejemplo, con ocasión de su viaje a Fumone, cuando quiso visitar la tumba del Papa Celestino V, la tumba del ‘gran refugiado’; en Santa Sabina, en el Aventino el miércoles de ceniza, cuando se cantaron las letanías de los Santos, innovadas por la liturgia bugniniana, que ahora comienzan con un ‘Sancte Abraham’…; en la Plaza de España, en el homenaje a la Inmaculada; en Santa Inés; en Santa María del Transtévere, y así en otros casos, en los que el Papa lleva esta insignia ritual, es algo raro, por lo menos, si no sospechoso, y que origina dudas que están exigiendo una respuesta distinta de la que estamos acostumbrados a recibir, del silencio equívoco.
¿Estamos, pues, delante de un hecho masónico o delante de un oscuro designio? Es necesario que alguien esclarezca qué significa todo esto. Porque, en verdad, es desconcertante el hecho de que al lado o en lugar de la Cruz pectoral del Sucesor de Pedro (que todavía y no obstante la contestación de los nuevos teólogos es el Vicario de Cristo) aparezca sobre el pecho del Romano Pontífice un emblema que no es cristiano y que por ser tan rico está en contradicción con los postulados de la “Iglesia de los Pobres”.
No sabemos qué explicación pueda darse a ese objeto ritual del gran sacerdote levítico, usado ahora por Paulo VI, el Pontífice Máximo de la Iglesia Católica. La primera explicación, que benignamente insinúa el Abbé de Nantes, no parece ser muy convincente, porque no puede ser admitida. Entre el judaísmo, religión de la promesa y catolicismo, religión. del cumplimiento de esa promesa, no hay propiamente una continuidad, porque el judaísmo actual niega contumazmente el cumplimiento de las divinas promesas en el advenimiento del Cristo prometido; Jesús, el Hijo de Dios y el Hijo de María. El judaísmo, religión actual, niega los dos dogmas fundamentales de nuestra religión, el misterio de la Santísima Trinidad y el misterio de la Encarnación. ¿Cómo es posible que se quiera unir la religión judaica con el verdadero cristianismo basado en esos dos dogmas fundamentales? La promesa, la preparación perdieron su razón de ser, al venir Cristo y todo el judaísmo religión perdió su legitimidad, al fundar Jesucristo su Iglesia, el nuevo Israel, no el Israel según la carne, sino el Israel según el espíritu.
Ahora bien, el “efod” era una insignia eminentemente judaica, que simbólicamente representaba en las funciones rituales del judaísmo religión a las doce tribus de Israel, el Israel según la carne. No hay, pues, nada que justifique el uso de ese objeto ritual en un Papa, que es cabeza visible del nuevo pueblo de Dios, de los hijos de la nueva Alianza. Ya el hecho cierto de que ningún Papa, en los 2000 años de historia de la Iglesia haya usado ese objeto ritual del judaísmo religión, parece demostramos que hay una absoluta incompatibilidad entre la profesión de nuestra fe católica y el uso del “efod” y del “pectoral del juicio”, descritos minuciosamente en el Exodo, como propios y exclusivos del “Gran Sacerdote Levítico”.
Al usarlo públicamente Paulo VI, tenemos derecho y aún obligación grave en conciencia de investigar el por qué de esa decisión pontificia. Con razón el Abbé de Nantes sentía miedo al comprender o vislumbrar siquiera la única explicación satisfactoria, que, por otra parte, está en perfecta coherencia y armonía con otros hechos inexplicables del Papa Montini, con todo su paradójico pontificado y con toda esa subversión y autodemolición que vemos en la Iglesia. Juan Bautista Montini usa el “efod”, porque en su corazón más que Papa, es un “Gran Sacerdote Levítico”. Consciente o inconscientemente -Dios todo lo sabe- el parece asociado con el judaísmo internacional, con sus poderosos dirigentes, con sus instrumentos destructores, el comunismo y la masonería. Por otra parte, en su ascendencia genealógica encontramos raíces ciertas de su origen judío, así como en otros de los cardenales y monseñores y teólogos que han planeado esta espantosa revolución en la Iglesia de Dios. Sí, yo denuncio al judaísmo como la causa activa y eficacísima que, con sus inmensos recursos, ha preparado esta tragedia, que no solamente ha afectado a la Iglesia y a las almas, sino a los Estados y a los pueblos, sembrando la confusión, la inconformidad, la lucha de clases, las guerras intestinas y las guerras internacionales, que han cubierto de sangre y de dolor al mundo entero.
Duele en el alma tener que llegar a estas conclusiones; pero hay un dilema ineludible, en el que tenemos que escoger: o salvamos la Iglesia o nos obstinamos en seguir defendiendo obstinadamente a dos Papas y un Concilio, que han venido a romper la unidad de la Iglesia.
EL AMULETO DE PABLO VI Y SUS IMPLICACIONES EN RELACIÓN CON EL JUDAÍSMO Pbro. Dr. Joaquín Sáenz y Arriaga « Ecce Christianus
"... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
Detrás de los sofistas vienen siempre los bárbaros, enviados por Dios para cortar con su espada el hilo del argumento." (Donoso Cortés)
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