Estimado jasarhez, este último apunte me ha hecho recapacitar profundamente sobre tantas cosas que no puedo sino estarle agradecido por ello. Siempre he primado el sentimiento y la fe frente a la forma y la literalidad a la hora de enfrentarme a las herejías, pero no me había planteado nunca si yo mismo caigo en cierta idolatría cuando la fijo la liturgia en el centro de mis posiciones.

Personalmente siempre he cavado mi trinchera en la base del corazón y la fe desnuda, como la del niño, pero mi debilidad me desvía hacia lo mundano y por ello entono, sin duda, un sincero mea culpa cuando la forma me impide ver el fondo. Uno de mis máximos alientos en estas batallas es mi tan amada santa Juana de Arco, cuyo final es guía y faro en mi fe. Ella encaró su destino mostrando la más humilde y sincera fe frente a las acusaciones de libro y medición; el sentimiento frente a la doctrina más cerrada, el corazón frente al mundo, el espíritu contra el humano, la religión frente a las pruebas. Y, ciertamente, me parece acertado el inciso que ha hecho, pues ha llegado a la raíz de mis convicciones.

Cuando me sobrepasa todo lo que me rodea a veces olvido cerrar los ojos y buscar a Dios en mi interior, sin más. Y creo que es un buen momento para ello. Y mañana, acudir a la santa misa.