Mis hijos, mis seis conejitos



Peter Rabbit, de Beatrix Potter, hermosa imagen de una mamá católica según Francis


Ahora, según nuestro Obispo de Roma dice, soy una coneja. No una conejita de play -boy, sino una coneja porque quise vivir católicamente con mi esposo y aceptamos todos los hijos que Él quiso darnos. Fueron seis cesáreas exitosas, dos pérdidas y el año pasado me extirparon el útero por un asunto de hemorragias lo que constituyó mi séptima y última cesárea.


Ahora, según nuestro Obispo de Roma dice, soy una coneja. No una conejita de play -boy, sino una coneja porque quise vivir católicamente con mi esposo y aceptamos todos los hijos que Él quiso darnos. Fueron seis cesáreas exitosas, dos pérdidas y el año pasado me extirparon el útero por un asunto de hemorragias lo que constituyó mi séptima y última cesárea.

Como ya una vez les conté, Bensonians: ¿Te vas a ligar? cada vez que tenía un hijo el médico me preguntaba si quería ligarme. Yo le decía que no, que jamás, porque yo no soy dueña de mi cuerpo y si Dios quiere regalarme más hijos yo no soy nadie para negarme. Ni ligarme, ni pastillas, ni métodos anticonceptivos artificiales. Dios sabrá si me da más hijos o no, y así fue, me dio a los que Él consideró.

Poner trancas o impedimentos no es confiar en la Providencia, tampoco es tentar a Dios. Dios sabe a quien le manda hijos y cuantos manda. No me parece que haya que estar preguntándole a un obispo o a un sacerdote cuantos hijos deba un matrimonio tener o no, ni andar haciendo sugerencias acerca del número adecuado según los estudios demográficos. Ese es problema de los esposos y de Dios. Obviamente que hay que ser prudentes, pero todo al final de cuentas, depende de Dios.


A mis hijos en el colegio, cuando recién llegaron como alumnos, se burlaban de ellos y de su madre a la que llamaban...coneja. Hoy pasados los años ya no se burlan, sino que envidian la hermosa familia que Dios les dio, lo unidos que son, lo aplicados que son, y no lo digo porque sean mis hijos, sino porque los católicos estamos llamados a dar ejemplo, a ser luz, y las familias numerosas damos ejemplo. Ejemplos ante un mundo que sólo piensa en términos económicos y que cada hijo significa gastos y dolores de cabeza. Reconozco que no es fácil, que a veces andamos al justo, pero la Providencia nunca nos ha fallado, nunca nos ha faltado nada y nunca nos faltará.


Parece que tendremos que acostumbrarnos a que en cada viaje que emprende nuestra actual pontificia calamidad se mande un discurso desafortunado. Estas cosas duelen y duelen más porque se le otorgan más armas a nuestros enemigos.

Bensonians