Los ‘milagros’ de Wojtyla ¿son verdaderos?
Sofronio
Unos hechos van a inquietar el espíritu de muchos católicos perplejos, mientras que a otros, los provocará escándalo. La mayoría, sin embargo, ha sucumbido bajo el poder de la mentira y aplaudirá. Para aclarar la doctrina sobre los “milagros”, pacificar en lo posible a los dudosos y sacar de la ignorancia a los que se han sometido al espíritu conciliar, hablaremos un poco sobre esos “milagros” que, si Dios no lo impide, elevarán a las mesas de la sínaxis (el Altar se ha sustituido por una mesa) a Karol Józef Wojtyła, y todo ello bajo el enfoque de lo que es un verdadero milagro, según la prístina doctrina católica. Rompiendo todo procedimiento canónico y de justicia, el cardiólogo personal de Juan Pablo II y de Ratzinger fue quien presidió la comisión médica para evaluar supuestas curaciones milagrosas atribuidas a Juan Pablo II, mientras que los milagros de Lourdes y de todos los verdaderos casos milagrosos son juzgados por una comisión integrada por médicos absolutamente ajenos a los hechos y a las personas implicadas. Incluso en Lourdes el Comité Internacional de Médicos está integrado no solamente por católicos, sino por un porcentaje bastante más alto de médicos y especialistas ajenos a nuestra Religión. Recordemos que respecto a la curación de la monja francesa, Marie Simon Pierre, un diario polaco, Rzeczpospolita, anunció en su día que uno de los médicos tenía “dudas”; en el mismo artículo el ex prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, Cardenal José Saraiva Martins, revela a la prensa que ” es posible que uno de los dos oficiales médicos pueden tener algunas dudas. Y por desgracia esto ha ocurrido”.Otros medios aseguraron que la monja había recaído de su enfermedad, lo que fue desmentido de inmediato dada la prisa con que todo se preparaba en el Vaticano. Además, ni el cardenal Sodano ni otro colaborador del papa polaco, el argentino Leonardo Sandri, quisieron testimoniar en el proceso. Apresuradamente dijeron, según publicó lI Giornale, que la decisión de ambos obedecía sólo a sus deseos de esperar algún año más antes de iniciar la causa, silenciando otros posibles motivos. En fin, tan grande fue el presteza, que hubo de aprobarse un “milagro” cuestionado por parte de la misma comisión médica. Esto demoró algunos meses el avance de la causa, y terminó con la renuncia de quien objetaba la necesaria sobrenaturalidad de dicha curación, con la consiguiente aceptación del cuestionado “milagro”. Sean milagros o curaciones naturales, lo que no cabe duda es que el procedimiento está teñido de fuertes sospechas de parcialidad y falta de objetividad, de lo que se concluye que la sentencia sobre Karol Józef Wojtyła puede fácilmente y muy probablemente errar. Carece de las garantías y prudencia necesaria para examinar los hechos médicos discutidos. Y por esa parte, la decisión es falible. ¿Y si realmente fueran milagros? De eso no se concluiría su santidad en absoluto. Muchos católicos piensan, con error, que sólo en la Iglesia puede haber milagros. Pero tal opinión no concuerda ni con la realidad, ni con las Sagradas Escrituras. Tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo nos revela Dios que puede permitir a los demonios, a las sectas cristianas o a los adorados de falsos dioses hacer milagros. Veámoslo: “Entonces el faraón llamó a sus sabios y a sus hechiceros, y los magos egipcios hicieron lo mismo con sus artes mágicas: tiraron sus varas al suelo, ¡y las varas también se convirtieron en serpientes! Pero la vara de Aarón se tragó las varas de ellos” (Ex. 7,11-13). ¿Qué piensa San Pablo? “Porque surgirán falsos cristos y falsos profetas, que harán grandes señales y prodigios, capaces de engañar, si fuera posible, a los mismos elegidos”. (Mt 7,24-24). “Aunque tuviera el don de profecía, y conociera todos los misterios y toda la ciencia; aunque tuviera plenitud de fe como para trasladar montañas, si no tengo caridad, nada soy”. (1Co 13,2). ¿Qué nos dice nuestro Señor, sobre sí los pecadores pueden hacer milagros o no? “No todo el que dice: ¡Señor, Señor!, entrara en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre, que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: ¡Señor, Señor!, ¿no profetizamos en tu nombre, y en nombre tuyo arrojábamos los demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Yo entonces les diré: nunca os conocí; apartaos de mí, obradores de iniquidad. Aquel, pues, que escucha mis palabras y las pone por obra, será el varón prudente, que edifica su casa sobre roca”. (Mt 7,21-24). ¿Qué es, pues, un milagro? Milagro es, según Santo Tomás de Aquino, “propiamente, un hecho realizado fuera del orden de la naturaleza. Pero no basta para esto que se haga algo fuera del orden de una naturaleza particular, porque entonces, al lanzar una piedra hacia arriba, se haría un milagro, ya que esto está fuera del orden natural de la piedra. Se entiende por milagro aquello que se efectúa fuera del orden de toda la naturaleza creada. Evidentemente esto no puede hacerlo más que Dios, porque cualquier cosa que haga el ángel o cualquier otra criatura, con su propia virtud, cae dentro del orden de la naturaleza creada, y, por lo tanto, no es milagro. Así, pues, resulta evidente que sólo Dios puede hacer milagros. (Suma teológica – Parte Ia – Cuestión 110, a4 Resp.) Según el Aquinate, que sigue en esto a San Agustín, además del fraude, que es el denominador común de muchas pretensiones, y de las causas naturales que nos puedan ser aún desconocidas, hay varias clases de seres que pueden hacer “milagros”: Los ángeles buenos. Pero sólo Dios hace milagros. Se dice que algunos ángeles pueden hacer milagros, o porque los hace Dios por su intercesión, como se dice también que los hacen los santos, o porque desempeñan algún ministerio al hacerse los milagros. Ejemplo: Reuniendo las cenizas en la resurrección universal, o haciendo algo parecido. Aunque los ángeles pueden hacer algo fuera del orden de la naturaleza corpórea, nada pueden hacer, sin embargo, fuera del orden de toda la naturaleza creada, lo cual se requiere para el concepto de milagro, como dijimos. (Suma teológica – Parte Ia – Cuestión 110, a4, a la objeción 1) Los magos hacen milagros por pactos privados, los demonios en virtud de su naturaleza, los buenos cristianos por pública justicia y los malos cristianos por apariencias de la misma. Hablando en rigor, se entiende por milagros, como hemos dicho, hacer algunas cosas fuera del orden de toda naturaleza creada [que sólo puede hacer Dios]. Pero como nosotros no conocemos todas las fuerzas de la naturaleza, si alguna vez se hace, por algún poder desconocido para nosotros, algo fuera del orden natural que nos es conocido, se dice que lo así hecho es un milagro para nosotros. De ahí que, cuando los demonios hacen algo con su virtud natural, se dice que es un milagro, no en absoluto, sino para nosotros. Y tal es el modo en que los magos hacen milagros por virtud de los demonios. Se dice que los hacen por medio de pactos privados, porque la virtud de cualquier criatura es en el universo lo que cualquier persona particular es en una sociedad; de ahí que, cuando el mago hace algo por medio de un pacto con el demonio, esto se hace a modo de contrato privado. Pero la justicia divina hace en el universo entero las veces de la ley pública en la sociedad. Por eso los cristianos buenos, al hacer milagros por la justicia divina, se dice que los hacen por pública justicia, en tanto que los malos cristianos se dice que los hacen por apariencias de pública justicia. (Suma teológica – Parte Ia – Cuestión 110, a4, a la objeción 2) Ejemplo de apariencia de pública justicia de los cristianos malos: Invocando el nombre de Cristo o haciendo ostentación de cosas sagradas, que en ese caso es usar el nombre de Dios en vano. Véanse, v.g., los “milagros” del pentacostalismo herético -tan admirado hoy entre los fieles católicos- cuyos sectarios invocan a Cristo y al espíritu Santo, o entre los gurús del hinduismo y en otras falsas religiones paganas. No es absurdo creer que puedan ser hechas por los demonios todas aquellas cosas que se hacen visiblemente. Según la Summa daemoniaca, los demonios pueden, por ejemplo, curar la ceguera de alguien, sólo si con su poder y en virtud de su naturaleza tal cosa es posible; al igual que un médico puede curar una enfermedad con la ciencia a su alcance y otras no. Por supuesto, los demonios no pueden con su poder dar la vida a un muerto o a un tejido inanimado. Pueden, v.g., suspender en el aire, curar una enfermedad, pero no pueden resucitar, ni pueden cambiar el agua en vino, pero sí extraer el agua de un recipiente cerrado y sustituirla por vino; pueden hacer que a un lugar concurran ranas, como se nos narra en el Éxodo 8,3. Al final de los tiempos permitirá Dios que muchos malvados y desviados de la Fe católica y su capitanes, los demonios, hagan muchos portentos, tal como nos narra el Libro del Apocalipsis; “milagros” que engañarán a las vírgenes bobas; las cuales, porque prefirieron no amar la verdad se les cerró la puerta de la Casa del Esposo. Santo Tomás de Aquino dice sobre el mismo asunto “Las potestades espirituales pueden hacer aquellas cosas que se hacen visiblemente en este mundo, utilizando por movimiento local los gérmenes de los cuerpos. (Suma teológica – Parte Ia – Cuestión 110, a4, a la objeción 3 y 4). Y atención, las naturalezas angélicas y también, por lo tanto, los demonios, pueden infundir visiones y locuciones en cualquier mente humana; de ahí que para distinguir las falsas de las verdaderas sea indispensable sujetarse el magisterio de la Iglesia según la Tradición y evitar la soberbia de nuestras vehementes opiniones. Podemos decir, en apretada síntesis, no nuestra, que el poder de hacer “milagros” no es esencialmente sobrenatural, como sí lo es la gracia santificante, sino solamente preternatural(1); podría Dios conceder a un pecador la posibilidad de hacer un milagro, como de hecho lo ha permitido, porque ello no supone necesariamente unión íntima con Dios, ya que se trataría de una simple delegación de Su poder, pues sólo Dios es el único capaz de hacer milagros. Mientras que la gracia es una participación en la vida misma de Dios; ese bien supremo, Él mismo, no lo concede más que a sus amigos. La facultad de realizar milagros puede Dios delegarla en personas que no vivan en su gracia e inclusive, puede permitir al propio el demonio que realice determinado milagro. Los milagros, pues, no caracterizan exclusivamente al catolicismo, ni son un signo inequívoco de predestinación a la visión beatífica. En otras partes, como puede ser en el mundo de los cismáticos ortodoxos y en el resto de confesiones “cristianas” heréticas, también se originan. Es indudable que Dios puede autorizar la comisión de milagros y facultar para ello a personas que no viven en su gracia, pero siempre con una importante limitación que ha sido planteada por todos los teólogos y que deriva de la misma esencia divina, en la cual la Verdad es elemento constitutivo. Santo Tomás explica así ese límite infranqueable: “A los dioses no católicos se les puede conceder la realización de milagros, pero Dios no podrá permitir que los hagan para demostrar que sus doctrinas, si son falsas, son verdaderas”. Por lo tanto, aún si se quiere creer con fe absolutamente humana, sin ningún mérito, pues nunca será Fe teologal divina, que los “milagros” por intercesión de Karol Józef Wojtyla son verdaderos, en el sentido que Santo Tomás explica, ya que sólo Dios puede hacer milagros, debemos saber que Dios puede autorizar la comisión de milagros y facultar para ello, incluso a personas que no viven en su gracia: herejes, cismáticos, paganos; gracia santificante, de cuya existencia en el alma a la hora de la muerte de un ser humano particular, sólo Dios conoce. Es, en efecto, indudable que, los supuestos milagros atribuidos a la intercesión de Karol Józef Wojtyla pueden ser:
- Un fraude, dada las nulas garantías de los especialistas médicos y las dudas de algunos de ellos por cuya causa fueron sustituidos, además de no haber querido incluir en el proceso, habiendo obligación, los informes de las voces católicas en contra, tales como el informe de la HSSPX.
- Curaciones de origen natural (véase la nota 1)
- Curaciones de origen preternatural.
- Verdaderos; es decir, permitidos por Dios.
Juan Pablo II recibiendo el signo de Shiva en la frente
Si fueran verdaderos, ni se concluye de ello las virtudes heroicas, ni que la canonización sea verdadera, ni que se le deba dar culto de dulía , porque Dios, suma verdad, no quiere confirmar las doctrinas erróneas proclamadas por Karol Józef Wojtyla en sus múltiples escritos, de palabra o de obra, que han estado presentes durante su largo pontificado. ¿Entonces, por qué Dios podría permitir un “milagro” de Karol J. Wojtyla, el cual ha predicado la salvación de todo el género humano: de los judíos sin conversión o de los musulmanes que no creen en Cristo…; que ha besado el blasfemo libro del Corán, que ha permitido poner a Buda encima del sagrario, que ha recibido en su frente el signo de Shiva, que ha celebrado el novus ordo donde una mujer en top less leía la Epístola, que dio personalmente y permitió en todas partes la comunión en la mano..? Sinceramente no lo sé. Me vienen a la mente estas palabras del capítulo I de la Carta de San Pablo a los Romanos “Se descubre también en él la ira de Dios que descargará del cielo sobre toda la impiedad e injusticia de aquellos hombres, que tienen aprisionada injustamente la verdad de Dios… porque habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias; sino que ensoberbecidos devanearon en sus discursos, y quedó su insensato corazón lleno de tinieblas.. Y como no tuvieron a bien guardar el verdadero conocimiento de Dios, los entregó Dios a su mente insensata, para que hicieran lo que no conviene…llenos de toda injusticia, perversidad, codicia, maldad, henchidos de envidia, de homicidio, de contienda, de engaño, de malignidad, difamadores, detractores, enemigos de Dios, ultrajadores, altaneros, fanfarrones, ingeniosos para el mal, rebeldes a sus padres, insensatos, desleales, desamorados, despiadados, los cuales, aunque conocedores del veredicto de Dios que declara dignos de muerte a los que tales cosas practican, no solamente las practican, sino que aprueban a los que las cometen. Pero me inclino más bien, en mi modesta opinión, por cualquiera de las opciones 1,2 y 3. Aunque, sea lo que fuese, Dios, Verdad inmutable, no confirma la heterodoxia de Karol Józef Wojtyla. Dios no se muda y nos sigue pidiendo que no emulemos los malos ejemplos del polaco que veneraba públicamente los libros sagrados de las falsas religiones en cuyos textos se blasfema contra Cristo y su Santísima Madre. No cabe ninguna duda: la canonización de Karol Józef Wojtyla será un acto fallido, un agravio contra la sangre derramada por los mártires, los cuales murieron por negarse a hacer las cosas que él hizo. La canonización de Wojtyla y la de Juan XXIII son las canonizaciones de los errores del conciliábulo Vaticano II, condenados por la Iglesia. Juan Pablo II besando el blasfemo Corán
Este asunto de los milagros permitidos por el Señor, nos lleva a considerar el tema de los falsos profetas que surgirán en el final de los tiempos. Así San Mateo escribe en su Evangelio: “Si alguien les dice entonces: El Mesías está aquí o está allí», no lo crean. Porque aparecerán falsos mesías y falsos profetas que harán milagros y prodigios asombrosos, capaces de engañar, si fuera posible, a los mismos elegidos. Por eso los prevengo. Si les dicen: “El Mesías está en el desierto”, no vayan; o bien: “Está escondido en tal lugar”, no lo crean”. (Mt 24,23-26). San Pablo en su epístola a los Tesalonicenses nos dice: “La venida del impío estará señalada por el influjo de Satanás, con toda clase de milagros, señales, prodigios engañosos y todo tipo de maldades que seducirán a los que se han de condenar por no haber aceptado el amor de la verdad que les hubiera salvado. Por eso Dios les envía un poder seductor que les hace creer en la mentira, para que sean condenados todos cuantos no creyeron en la verdad y prefirieron la iniquidad”. (2Tes 2,9-12). Si estuviésemos en el final de los tiempos, querido lector, yo no querría ser seducido por toda clase de milagros, antes bien, rogaría con lágrimas para que se me diera la gracia de aceptar el amor de la Verdad, que los buenos pastores de la Iglesia han predicado sin cesar hasta el CV2, incluso retirándome al desierto si fuera necesario. En resumen, la comisión de Dios a un hombre para que haga uno o varios milagros no equivale a que ese mismo hombre esté en gracia santificante. Con lo cual no es un signo determinante para declarar santo al comisionado. NOTAS (1)La distinción entre natural, preternatural y sobrenatural, se puede explicar así en apretada síntesis: NATURAL, referida a la naturaleza de los bienes naturales es el obrar que se adecúa a su propia naturaleza. SOBRENATURAL es el obrar que va más allá de toda naturaleza creada; este es el obrar propio de Dios. PRETERNATURAL es el obrar que va más allá de la naturaleza material; ese obrar es el fruto de la naturaleza espiritual angélica y de la demoniaca.
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