Los laicos jerárquicos


Siento una repulsión bastante acusada por/contra los 'laicos profesionales'. Esta es la razón de que me repugne tanto Guzmán Carriquiry, el tipo-modelo de la especie, el sumo laico-profesional que llegó un día, hace más de cuarenta años, a los despachos y oficios curiales, y aun no se ha ido. Pero no pensaba ahora en Carriquiry, sino en otro de su especie que me provocó, hace años, una antipatía invencible cuando en una conferencia, un acto laico, entre laicos (sólo había un clérigo presente), proclamó que él era 'jerarquía'; sus inolvidables palabras fueron -"...yo mismo soy jerarquía, pues tengo un nombramiento episcopal como director del secretariado de seglares...". Los presentes, que estaban allí no por gusto, sino por obligado compromiso, ni atendieron ni entendieron lo que dijo. El cura presente, que atendía, si entendió.

Este que digo, avezado carriquirysta, hace poco, en un acto organizado por él mismo para él mismo (quiero decir que, como es director de un secretariado organiza cosas, actos, para justificar la existencia del susodicho secretariado y su director, luí même); en una conferencia o mesa redonda o tertulia, algo así, con otro laico especializado que intervenía como experto invitado, entre el organizador y el compareciente estrella, compusieron esta peligrosa retahíla; digo peligrosa por vacía y adaptable a cualquier eventualidad eclesial (o mundana, u otra cosa que pueda o pudiera ser). Vean y lean Uds :


1. La Iglesia tiene la necesidad de salir de sí misma, como nos anima el Papa Francisco, para establecer vínculos con la sociedad, sin renunciar a su esencia. Siendo permeable a quienes no participan de las creencias cristianas con el fin de establecer vínculos de fraternidad, de búsqueda de valores compartidos.


2. El verdadero camino hacia el otro es el diálogo; aprender a escuchar es clave para una sociedad que quiere vivir en paz.


3. El verdadero diálogo entre las diversas perspectivas de ver el mundo precisa que todos nos descarguemos del lenguaje ininteligible, de prejuicios, de sentencias por adelantado, abriendo nuevos horizontes para compartir lo esencial para la vida humana.


4. Para profundizar en una cultura del diálogo es necesario:

- Ver cuáles son los lugares comunes para el dialogo, para compartir ideas e identificar puntos de encuentro, explorar los puntos de intersección, las esperanzas compartidas, una ética pública…

- Si el diálogo es una urgencia, no es bueno cerrar los cauces para el diálogo, para ello hay que trabajar la complicidad entre los diversos actores sociales.

- Es necesario identificar las dificultades que existen, ya que, en ocasiones, por causa de actitudes desfasadas, prejuicios e incluso resentimientos históricos, no siempre se da un diálogo fluido por los cauces más adecuados.


5. En este tiempo de transición, en este cambio de época, constatamos el esfuerzo que en la Iglesia estamos haciendo por hablar en el lenguaje de la cultura de nuestro tiempo, sin renunciar a Jesucristo.


6. Queremos enviar este mensaje a la sociedad: la aportación de la moral cristiana ayuda a conformar una ética social a favor del hombre y la mujer de hoy, que lleva a compromisos concretos y a esperanzas compartidas, a favor de una ética pública.


7. Para establecer ese dialogo con la cultura de hoy son necesarios valores antropológicos ya que el diálogo con la cultura no tiene como finalidad encontrar una ‘verdad intermedia’ sino profundizar sobre el concepto de persona que vive en una sociedad concreta y busca el bien común.
¿A que no adivinan Uds. como titularon esta sarta 'católico-nihilista'? Pues, con toda originalidad, definieron el texto como un 'manifiesto'. Otro más.

El manifiesto es ambiguo y contradictorio desde su primer párrafo (que no comento al detalle porque me da invencible pereza exegetizar paridas). Por cierto que lleva una llamativa coartada francisquista como razón de su enunciado: "La Iglesia necesita salir de sí misma (...) sin perder su esencia (...) siendo permeable a elementos no cristianos (...) en búsqueda de valores compartidos..." etc. etc. etc.

En el manifiesto, lo cristiano parece ser un apéndice que confiere cierta identidad que se debe procurar mantener discretamente, teniendo siempre en cuenta que el objetivo principal de la Iglesia laica de los laicos es expropiarse, alienarse, permeabilizarse, perderse y buscar con los desnortados, esforzarse en hablar el mismo lenguaje de la cultura de nuestro tiempo (sic) etc. etc. etc. Dialogar, en suma, sin evangelizar.

El manifiesto parece una especie de 'puesta en común', una 'lluvia de ideas', un resumen concordado de esos que 'se recogen' al final de una clase-cursillo de alguno de esos centros de de-formación para catequistas y/o seglares parroquiales, una de esas reuniones con sillas en círculo y bocadillo y refresco en el descanso. Por contaminación formal, las expresiones, el estilo, tienen también ese deje de jerga política, de comunicado, de comisión, de comité, de nota de prensa.

Que no sea una pieza digna de la Patrología Latina (contemporánea) no significa que no valga: Vale para confundir, vale para equivocar, vale para olvidar que es la Iglesia y cual es su misión, para ignorar qué es un cristiano seglar y cual es su vocación.

En la noticia del acto, decían que su intención era "...subrayar el papel de la cultura del diálogo en nuestra sociedad y la permanente actualidad del mensaje cristiano y los valores compartidos que se ofrecen en la vida pública". No sabría decir si son conscientes de que, precisamente, el dialoguismo que profesan y promueven anula la actualidad del mensaje cristiano por suplantación de acción y atención del mismo, dejando de ser 'mensaje' (Evangelio) para convertirse en 'tema de diálogo' (si es políticamente correcto como tal), diluyendo su esencialidad cristiana en cuanto que al dialogar se nivela con todo y se equipara a cualquier cosa, incluso al error y hasta lo anti-cristiano o anti-teísta.

La conferencia, mesa redonda, acto laical, se tituló "Hacia una cultura del diálogo. Propuesta de los laicos". Los asistentes, unos setenta laicos (contando también a las laicas), eran gente de la sociedad del lugar, la mayoría relacionados con ciertos estamentos laico-eclesiales, de amplio espectro (cofradías, empresas, enseñanza, ongs, instituciones y asociaciones varias), dignos señores y señoras que acuden sintiéndose 'élite laica', pues se les convoca y se les confiere cierto reconocimiento y posición dentro de ese 'estamento laical' eclesial.

He observado, curiosamente, que para este tipo de representaciones del 'laicado oficial' los laicos profesionales evitan cuidadosamente a los dos grupos de laicos más activos e incidentes de nuestra Iglesia: Opus Dei y Comunidades Neocatecumenales, que - gusten más o gusten menos - son la gran fuerza seglar en España (y en más sitios).

Ellos, los laicos profesionales, generalmente miembros de instituciones eclesiales seculares de bajo o mediano perfil, se contentan con este tipo de actos, quasi petit comité, recalcando que son 'jerarquía laica', profesionales laicos con aval jerárquico, los 'carriquirys' hic et nunc.

Si sueñan (o deliran) con ser, algún día, supervisores del clero (e incluso la Jerarquía), no me atrevo a decirlo, aunque lo sospecho.

Paradójicamente, aun siendo obedientes y obsequiosos con sus promotores, están más que próximos a los postulados de las vanguardias des-católicas de grupos radicales como los 'Somos Iglesia'. Puede que no lo adviertan, pero comparten mucho más de lo que se podría imaginar, a pesar de las distancias ideológicas (y fidelidades intra-eclesiales personales).


+T.

EX ORBE