Pellizco
Escribía ayer un comentarista del blog que le parecía estar viviendo en un mundo surrealista. Y tiene razón. Creo que es necesario que nos pellizquemos para despertarnos, o para abrir los ojos a lo que realmente está pasando en la Iglesia.
Es triste y doloroso ver lo que sucede con los cristianos caldeos y asirios. La semana pasada poníamos un link con fotos espantosas de las decapitaciones diarias que los yihadistas cometen en Irak. Pero cristianos decapitados, desollados, hervidos, asados y comidos por las fieras siempre hubo en la Iglesia, y siempre fue para ella motivo de dolor, pero también de gozo. En definitiva, los mártires son el testimonio supremo del triunfo de Cristo sobre el poder de las tinieblas y un aliciente para todos nosotros.
Pero resulta mucho grave el estado de postración que vemos hoy en gran parte de la jerarquía, comenzando por los niveles más altos. Me refiero a la cara exactamente inversa a la de los mártires orientales: no son testimonio del Evangelio sino testimonio de los arcontes y poderes oscuros. Es frente a esto que digo: ¡Pellizquémonos! Es real lo que estamos viviendo. Es real la apostasía. Es real el escándalo.
Me permito un brevísimo e incompleto racconto:
1. En Argentina, en los últimos diez años, tuvimos dos obispos que debieron dejar sus sedes debido a la vida desordenada que llevaba y al escándalo a que esto dio lugar: refocilos con remiseros, taxistas y jovenzuelos. Hace poco tiempo, los paparazzi descubrieron al obispo presidente de Cáritas en un resort de lujo caribeño acompañado de su amanta, una rubia y elegante señora. Ya es vox populi en su diócesis, el caso de un obispo que vive amancebado con un mancebo y que su curial más cercano que vive amancebado con una manceba. Y todo esto es de lo que nos enteramos; la punta del iceberg. No queramos pensar lo que hay más abajo.
2. A comienzos de este año se bautizó en la catedral metropolitana de Córdoba, con bombos, platillos, periodista y beso incluido, el hijo de dos lesbianas unidas en “matrimonio civil”. La semana pasada se dio la “bendición” a una pareja de personas del mismo sexo en una ceremonia exactamente igual a la que tiene lugar en la celebración del matrimonio. Más allá de una tímida aclaración episcopal que nadie leyó, nadie dijo nada: ni curas, ni monjas, ni obispos. Nadie. Todos calladitos. Solamente un grupo insignificante de laicos hacemos lo que podemos advirtiendo a través de los medios que tenemos sobre la situación. No me cabe duda, como ya lo dije, que ambos casos contaron con la tácita aprobación pontificia. Esas cosas no se hacen en Argentina sin consultarlas primero con Roma o, peor, sin que Roma sugiera que se hagan. Muchos dirán que exagero y que no tengo pruebas. Solamente copio lo que acaba de declarar el cardenal Raymundo Damasceno Assis, presidente de la Conferencia Episcopal Brasileña y uno de los presidentes del próximo sínodo sobre la familia nombrado por el Papa Francisco: “Con respecto a la unión estable entre dos personas del mismo sexo, no hay duda que la Iglesia siempre ha buscado respetar ese modo de vida”. Por favor, un nuevo pellizco: esto lo ha declarado un cardenal di Santa Romana Chiesa, presidente del sínodo sobre la familia.
3. No repetiremos los escándalos a los que nos tienen acostumbrados las audiencias que concede Bergoglio: otro pellizco nos vendría bien para caer en la cuenta del significado que posee recibir a Tinelli, Maradona y Wanda Nara. Pero lo peor de todo, es la gente de la que se ha rodeado el pontífice, comenzado por Mons. Ricca, su mano derecha en el IOR, cuyos escándalos en Uruguay cuesta creerlos (sus amoríos con el militar suizo a quien llevó a vivir a la sede diplomática; su accidente en el ascensor de la nunciatura en el que quedó atrapado con dos jovenzuelos; la gresca de la participó en un bar gay de Montevideo; las revistas y juguetes pornográficos que aparecieron en su equipaje, etc.), y terminando con lo que nos enteramos ayer: el famoso –para los que conocen los entresijos vaticanos- P. Luis Ducastella, cuya afición por los giovanotti italianos era bien conocida, presta su auto a un “amigo” al que conoce desde hace diez años, a bordo del cual se encuentran cuatro kilos de cocaína. El sacerdote es secretario privado del anciano cardenal Mejía y profesor de la Universidad Lateranense.
4. Nos enteramos hoy del fundado rumor de que el cardenal Burke sería apartado de un modo humillante de la Curia romana y destinado a una función honorífica, mientras temblamos por quien pueda ser nominado al frente de la Congregación del Culto. El Papa Bergoglio está socavando la Iglesia, más rápido de lo que se pensaba, con más odio, con más chabacanería y con más prepotencia. ¿Hasta dónde va a llegar?
Pellizquémonos.
The Wanderer
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