Una ducha de agua fría desde Santa Marta
Fray Gerundio de Tormes
Llevamos año y medio en esta situación y nunca acabo de reponerme. Los desengaños son diarios y se acumulan en los Anales del Desastre Pontificio, que es lo que ahora ha sustituido a las imponentes Actae Apostolicae Sedis de otros tiempos. Ahora se publica todo lo que diariamente se escopetea (o sea, se profiere) en Santa Marta a nivel de parroquia de barrio periférico, mientras que los sermones de actos oficiales tardan en salir, se cambian, se remozan y se someten a cirugías estéticas gramaticales. Incluso me ha dado la impresión últimamente, de que el famoso P. Lombardi, bombero y apagafuegos hermenéutico de los dislates de Francisco, está desaparecido, o cansado, o inteligentemente escondido.
El caso es que aparte de todo esto que ya viene siendo habitual, la noticia de la instalación de duchas en los soportales vaticanos para acoger a los vagabundos de Roma, no me ha sorprendido nada. Como viene siendo habitual, tiene su contrapartida en alguna espectacularidad de las muchas que se vienen canturreando a diario para que se vea que la Iglesia está con los pobres. Aunque yo creo que lo que se pretende es que se vea que Francisco está con los pobres, porque ya se sabe que según él, la Iglesia nunca se había percatado de la existencia de los pobres hasta su desembarco en Santa Marta. Según hablaba con los protestantes amigotes hace días, la Iglesia se dedicaba a quemar herejes. Cosa que también ha venido a suplir él mismo en una nueva interpretación de la doctrina de la misericordia, que por cierto tampoco la había tenido nadie en cuenta hasta SU llegada.
No me extraña que en una reciente peroración, el mismo Papa avisara de que el Reino de Dios está en el silencio y no en el espectáculo. Pues justamente eso. Cada día hay un espectáculo nuevo que por aquí, por allá y por acullá… sitúa el ego del protagonista en un estado de euforia periodística que le vaya acercando al fragor del mundo y al aplauso de las revistas Forbes y compañía.
Decir ahora que hay duchas en el Vaticano, es muy llamativo, aunque es una chorrada. Y no lo digo por eso de la caida del agua. Es que a mí me parece que no son estas las necesidades a las que tiene que atender el Santo Padre, en medio del lío que está organizando. Es como si creara un jardín de infancia para bebés probetas o un geriátrico para esposos viudos de matrimonios homo. Aunque no sé si dentro de un tiempo alguien lo propondrá. Recuerdo cuando se habló de que el Limosnero Pontificio tenía instrucciones concretas de salir por las calles de Roma para llevar directamente el dinero a los necesitados. Como si antes de este Pontificado nadie hubiera atendido a los pobres. Desde luego que no está el Reino de Dios en la espectacularidad.
Todo esto me hace pensar que ha sido una forma más de espectacularidad. O al menos, tiene toda la pinta de serlo. Pero quizá sea una muestra más del nuevo estilo vaticano. Por cierto que, puestos a ser misericordiosos y amigos de los auténticos pobres, mejor hubiera sido instalar las duchas en Santa Marta, porque eso de colocar a los vagabundos en los baños generales parece que es discriminatorio.
Claro que habrá que enterarse de quién va a ser el Superintendente de Duchas y Baños Vaticanos Sin Techo. Como sea Mons. Ricca el del ascensor, yo desde luego no me ducho allí ni loco.
Fray Gerundio de Tormes
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