Si luego en esa parroquia aparece un cura decente que sólo deja hacer la comunión a los que sepan de verdad de qué va, los "fieles" le montan un pollo enorme.
Conversación con un niño que va a Misa: “no comulgo porque no me gusta el sabor de la galleta”
Quiero relatar brevemente una “anécdota” muy ilustrativa de la clase de formación que se está impartiendo en MUCHAS parroquias a nuestros niños, al menos en la diócesis de Sevilla donde vivo, aunque mucho me temo es fácilmente extensible a infinidad de diócesis y parroquias.
Recientemente nos acompañó a Misa un amigo de mi hijo que hizo la comunión no hace mucho. En estos casos suelo preguntar alguna cosa al niño de camino, así como con el que no va la cosa, para ver si puede comulgar o no, puesto que hoy en día ya saben que la comunión es un café para todos sin contemplación alguna y que lo normal es que tras la primera comunión los padres no vuelvan a llevarlo a Misa y, menos aún, a confesarse.
Conversación (simplificada):
- YO: ¿te has confesado tras la primera comunión?
- sí sí varias veces
- YO: (ummmm me pongo mosca pues se que en la parroquia donde hizo la comunión la confesión brilla por su ausencia, y sigo). ¿pero tu vas a Misa todos los domingos?
- Yo no.
- YO: bueno pues entonces si quieres puedes aprovechar aquí y ahora puedes confesar con el sacerdote y Jesús te perdona eso y todos tus pecados.
- ¿cómo? ¿pero se confiesa uno con el cura?
- YO: (ummmm, me quedo perplejo ante la respuesta y pienso a qué se referiría este niño cuando dice que confiesa en la parroquia “sin hablar con el sacerdote”. Se me viene a la cabeza que a este niño le dan absoluciones colectivas o similares, pero no me doy por enterado y llegamos a la Iglesia. El niño decide confesarse y lo hace, eso sí le dedico un rato para que haga un examen de conciencia mínimo).
Llegado el momento de la comunión mi hijo le pregunta: “¿vas a comulgar?”, y le responde su amigo: “no, para que, es que no me gusta el sabor de la galleta“.
Esto no es una exageración ni una dramatización, real como la vida misma, y no es un caso aislado, es un ejemplo de la formación media con la que salen MUCHOS niños de primera comunión, sin noción alguna de los mandamientos, del pecado, ni de la presencia Real de Jesucristo en la Eucaristía. Conozco otro caso de la misma parroquia que sólo unos días antes de su primera comunión me preguntaba “¿a que sabe la ‘papa’ esa que dan en la misa?”.
No creo que a los niños le enseñen en la catequesis literalmente que la Eucaristía es “una galleta”, aunque seguro alguno lo hace, pero estoy seguro es el fruto de no enseñarles lo que Es correctamente, y perderlos en vaguedades y eufemismos indescifrables para un niño y para un adulto y, además, consecuencia directa de la falta de sacralidad y reverencia que ven y perciben en la catequesis visual que es la Misa para niños, donde se aprecia de todo menos la presencia de lo sagrado y del misterio. Hay que reconocer que si en ese ambiente, y con la formación que se da, el niño cree otra cosa diferente a que es “una galleta” será por una gracia especialísima, porque por los medios catequéticos puestos desde luego que no.
Mi señor Obispo, si me lee, sabrá perfectamente a qué parroquia me refiero, pues le he denunciado el caso personalmente hace más de una año… y allí sigue todo igual.
Miguel Angel Yáñez
Conversación con un niño que va a Misa: “no cumulgo porque no me gusta el sabor de la galleta” | Adelante la Fe
Si luego en esa parroquia aparece un cura decente que sólo deja hacer la comunión a los que sepan de verdad de qué va, los "fieles" le montan un pollo enorme.
Aquí corresponde hablar de aquella horrible y nunca bastante execrada y detestable libertad de la prensa, [...] la cual tienen algunos el atrevimiento de pedir y promover con gran clamoreo. Nos horrorizamos, Venerables Hermanos, al considerar cuánta extravagancia de doctrinas, o mejor, cuán estupenda monstruosidad de errores se difunden y siembran en todas partes por medio de innumerable muchedumbre de libros, opúsculos y escritos pequeños en verdad por razón del tamaño, pero grandes por su enormísima maldad, de los cuales vemos no sin muchas lágrimas que sale la maldición y que inunda toda la faz de la tierra.
Encíclica Mirari Vos, Gregorio XVI
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