Se alquilan balcones
La entrevista que tuvo lugar el sábado pasado en Roma entre el papa Francisco y Mons. Fellay, y el secreto sobre los temas tratados, es casi una confirmación de lo que ya se sabía reservadamente desde hace algunos meses: la Santa Sede concederá unilateralmente el estatus canónico de prelatura personal a la Fraternidad San Pío X sin pedir nada a cambio. Cuando esto suceda - y sucederá mucho antes de lo previsto- se agotarán rápidamente los balcones puestos en alquiler: el espectáculo que veremos será antológico, mucho más entretenido e impactante que Aida. Imaginemos algunos actos:
1. Sin duda alguna, la escena que se llevará todos los aplausos será aquella en la que aparecerán los obispos con sus caras de asombro e incredulidad. No solamente serán incapaces de dar explicaciones por su tenaz oposición histórica a la Fraternidad, y por todas las calumnias que lanzaron contra sus fieles, acusándolos de estar fuera de la Iglesia y de administrar sacramentos inválidamente, sino que, repentinamente, tendrán en su diócesis una nueva casa religiosa, pujante y atractiva, y sobre la cual no tendrán ningún tipo de jurisdicción.
Seguramente, el prior se acercará a saludar al obispo como corresponde, y por cortesía le explicará cuáles son sus actividades litúrgicas y pastorales, y el prelado, con cara de bobo y clergyman gris, no podrá más que asentir y felicitarlos.
¿Y cuál será la expresión facial de obispillos de segunda o tercera categoría, cuando deban enfrentarse el Superior de Distrito de la Fraternidad que les comunicará que en los próximos días abrirán en su diócesis un nuevo priorato? Me temo que, cuando entren en escena prelados de reparto, como el sanrafaelino Taussig o uno de sus vecinos, amante de las distinciones y exigencias de la obediencia y sus objetos quo, quem y no sé cuánto disparate más, la platea aplaudirá a rabiar y las carcajadas resonarán como nunca.
2. Otra escena memorable será de las curas y curillas que alertaban a sus fieles hasta hace unos pocos días acerca de los peligros de aficionarse en demasía a la liturgia tradicional y los conminaban a ni siquiera acercarse a las iglesias de la Fraternidad. Y el problema, también en este caso, no será solamente el tener que desdecirse, sino las estrategias que deberán implementar rápidamente en sus parroquias a fin de retener a sus fieles, y a sus limosnas. Porque es muy probable que la asistencia las misas de los prioratos al menos se duplique. En los primeros días o meses, muchos fieles irán por simple curiosidad pero cuando descubran -sobre todo los más jóvenes-, la belleza y solemnidad de la liturgia tradicional y la comparen con los mejunjes vulgares y de mal gusto que están acostumbrados a ver en sus parroquias, comenzarán a emigrar rápidamente, y no por una cuestión de tradicionalismo, sino de simple y natural búsqueda de la belleza y de lo sobrenatural.
3. Será interesante también observar las reacciones de los mismos lefes, muchos de los cuales nacieron en la resistencia y poseen el hábito de ser eternos opositores. Y sabemos que los hábitos no son fáciles de erradicar. ¿Cómo se las arreglaran para ser, dentro de poco, tan oficiales como el párroco de la esquina?
4. Habrá que ver también las respuestas ingeniosas que deberán idear los curas o las comunidades religiosas más bien conservadoras que nunca quisieron celebrar la liturgia tradicional, aunque aseguraban por lo bajo en su superioridad, a fin de no “causar escándalo” o de “permanecer en la obediencia”. Ahora se les acabaran las excusas. Porque, de hecho, la distinción entre rito “ordinario” y “extraordinario” dejará de existir: serán tan ordinarios el uno como el otro; dos formas diversas y a libre elección del mismo rito romano.
5. Habrá que estar atento a las últimas escenas del último acto. Yo me huelo que en algunos países como Argentina, se comience a notar cambio bastante profundo en la topografía parroquial. Hay un hecho cierto: en la mayoría de las diócesis, las parroquias están despobladas, sobre todo, de jóvenes. Y los jóvenes de los grupos parroquiales, aún después de todos los escarceos y estrategias sociológicas que probaron los obispos, son pocos y de tercera selección. Y lo mismo ocurre en la mayor parte de los seminarios diocesanos: los que ingresan, son la resaca psicológica y social de las parroquias. En muchos países de Europa, -conozco particularmente los casos de Francia, Inglaterra y Alemania-, los prioratos de la Fraternidad y las parroquias donde se celebra la liturgia tradicional están colmadas de fieles de los cuales, la inmensa mayoría son jóvenes de primerísima selección. Es probable que lo mismo comience a ocurrir aquí.
Los prioratos, si son mínimamente perspicaces, deberán multiplicar no solamente las misas dominicales sino, incluso, los centros de misa, y esforzarse para que las ceremonias sean lo más bellas posibles, lo cual es muy fácil de lograr. Y así, comenzará la migración de los fieles de parroquias “normales” a parroquias “tradicionales”. Y los curas “normales” comenzarán a desesperarse, y no porque se les reduzca el trabajo, sino porque se le reducirá drásticamente la colecta. No sería extraño que a muchos de ellos se les diera por aprender a celebrar la misa tradicional: “la chequera bien vale una misa”.
6. Finalmente, habrá que estar atento también a las expresiones de algunos personajes secundarios: los miembros del Opus Dei, la única prelatura personal que existe hasta el momento, y uno de los que con mayor fuerza se opusieron a ceder su exclusividad. Serán como el hijo único al que, inesperadamente, le nace un hermanito.
Nota al pie: El misterio que rodea a toda esta obra es el motivo por el cual el papa Bergoglio hace todo esto. Es un colpo di scena para todos. Inesperado. Y no solamente para los medios progresista dentro de la Iglesia, que son muy poderosos, sino para la prensa y opinión pública mundial, que es mucho más poderosa. ¿De que se va a disfrazar la Piqué?
Yo tengo una hipótesis: el motivo es solamente el ejercicio omnímodo del poder. Como bien lo definió un importante personaje argentino que lo conocía profundamente, Bergoglio es un “enfermo de poder”. Al papa le importa un bledo la liturgia, el latín y la doctrina. Y es así: a Bergoglio le importa un comino que los lefes acepten más o menos, o nada, al Concilio Vaticano II, porque a Bergoglio no le importa ese bendito concilio, ni los otros concilios y ni siquiera el catecismo. Lo hemos dicho muchas veces: el papa Francisco tiene ablacionado su intelecto especulativo; es puro intelecto práctico o sea, es ejercicio puro de la voluntad, lo cual no es otra que jesuitismo en estado puro.
La decisión de normalizar unilateralmente a la Fraternidad solamente se explica, a mi entender, como un fabulos ejercicio de poder. La escena será similar a la que vimos los argentinos hace un par de años a través de una filmación clandestina: el expresidente Kirchner, con expresiones cuasi orgásmicas, frente a una caja de seguridad repleta de billetes.
The Wanderer
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