Amoris Tristitia
Tiene cuatro hijos y cinco nietos. Se casó joven, y fue al matrimonio con la inocencia de aquellos años, hoy tan lejanos, cuando las madres todavía informaban a sus hijas con pudor lo que tenían que saber. Todo lo demás era vida, se iba haciendo vida, con el amor de cada día y también el dolor de algunos días.
Pero el dolor fue haciéndose más presente y más ausente el amor, que ya era raro, sólo algunas veces, cada vez menos. Se le esperaba, se suponía que algún día volvería. Después fue la ilusión de que retornaría. Después el sueño de que reviviría; luego sólo el temor de que no hubiera amor para volver.
Su esposo, su marido, su amor, el único que tuvo, la dejó. Dejó la casa, dejó a los hijos, dejó a su familia. Cuando todo parecía que se iba haciendo soportable, llegó el desconsuelo punzante con la noticia de que él había rehecho su vida con otra (con aquella), que tenían casa montada y esperaban un niño. Cada detalle era como un folletín por entregas, con la diferencia de que ahora era su vida, una vida destrozada que sufría el montaje de un nuevo nido a costa del suyo destruido. Pero el tiempo cicatriza, el dolor del amor se vuelve crónico, como una enfermedad vieja con la que se vive, aunque no se deje de sentir cuando duele...¿Y cuándo no duele?...
Lo que no esperaba es que al final le fueran a robar hasta su dignidad, su inocencia, el amor partido y herido que había atesorado como un ascua viva, quemante, como la clave de una certeza, el sentido de su resistencia, el cimiento de su fortaleza. Hace unas semanas recibió una notificación del Tribunal Diocesano para que se personase como parte en una demanda de nulidad. Cuando su abogado le explicó de qué se trataba y de la nueva forma expeditiva de los procesos de nulidad, por voluntad y decreto ad casum del PP Franciscus, no entendía nada, no encontraba razones, se imaginaba enredada en un laberinto de vida, de mentiras, de trampas, de leyes y leyendas que la abrumaban hasta consumirla.
Su consuelo más íntimo, sólo referido en el confesonario, era rezar por su familia, por su marido, delante de Dios, que todo lo sabe, sabiendo que su amor fue verdad, su matrimonio fue verdad y su dolor enamorado era prueba diaria de la verdad que Dios conoce. Su consuelo era rezar sabiendo que Él conocía todo, conocía los corazones.
Cuando se da cuenta de que hombres de Dios, en un tribunal de Dios, van a decir que no hubo amor, ni matrimonio, ni familia, que ella nunca fue esposa, ni tuvo jamás marido, que sus hijos fueron fruto de una falsa unión, que vivió la ficción de una familia que nunca existió, entonces, suspendida en el vacío de lo que le dicen que nunca tuvo y nunca fue, llora con un desconsuelo que nunca imaginó.
Sigue creyendo en Dios. Y como una oración evangélica reza su credo particular: - 'Tú sabes, Señor, que es verdad, Tú sabes que me quiso, tú sabes que le quiero, que mantuve lo que Te prometí y le prometí. Tú sabes, Señor, que es verdad'(...)
Y así tantas tardes de Sagrario, tantas noches de Rosarios.
Lo que le duele y amarga especialmente es ese documento del Papa, Amoris Laetitia, causa hoy de su tristeza.
+T.
EX ORBE
Sentido y precioso relato. Me cuesta creer que el testimonio de esta abnegada madre y esposa vaya o haya sido hecho sordo por la Iglesia.
Pero, a mi que no me gusta la forma de ser, por como se expresa este papa; yo me pregunto:
-Hasta qué punto todas las informaciones las damos por ciertas. El matrimonio para la Iglesia es orden, está protegido por la ley de Dios. No lo separa el hombre. La Iglesia para dar la nulidad tiene unas causas definidas. Aparte, claro, que siempre ha habido personas influyentes ( por el vil metal) que lo han conseguido...al menos eso se cuenta.
Creo que una cosa es que nuestro deseo sea el volver a la rigurosidad para con Dios, y otra es el ataque que se le está haciendo a la Iglesia católica por los mismos componentes eclesiásticos internos. No es lo mismo colmulgar, que estar excomulgado, ni que ahora la Iglesia ya permita desunir lo que Dios ha unido. Hasta que punto la Amoris Laetitia de Bergoglio afirma estas cuestiones, si es que lo hace. Por qué nos quieren enfrentar a nuestra Santa Iglesia.
Quizás la corruptela viene de antaño entre otras causas, porque la Iglesia se compone de personas. Y todas, todas las personas somos pecadores, clero incluido. Inmaculada fue la Virgen y humana, y San Juan....
Creo que equivocamos los ataques, o quizás la forma en que se ha de hacer. La Iglesia es la orden de Jesucristo.
Tándem Aquila Vincit
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Salve, llena de gracia; el Señor es contigo..
Bendita tú eres entre todas las mujeres que fueron, son y serán; Reina Virginal, Madre Santísima, Virgen Pura..El Espíritu Santo vendra sobre ti, y la virtud del Altísimo te cubrirá; por eso el santo Ser que nacerá será llamado Hijo de Dios.
Y el Oriente, Luz Verdadera vino al mundo e ilumina a todo hombre y toda mujer como Sol de justicia.
TÚ DIOS mío solo ayúdanos, que nosotros haremos para Su camino.
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