El masón francés Vincent Auriol, impone la biretta cardenalicia a Angelo Roncalli, futuro antipapa Juan XXIII.
En el contexto del mensaje parecería darse a entender que un masón está consagrando a un cardenal, como infiltrándolo en la secta.

Imponer la birreta cardenalicia por el Jefe del Estado de un país católico (masón o no) era la costumbre corriente anterior al Vaticano II; Franco se hartó de imponersela a nuncios italianos en España y a cardenales españoles. Los primeros a los que ya no se la impuso Franco (en 1969) fueron, precisamente los antifranquistas cardenales Tarancón y Tabera (a quienes se la impuso en Roma su amado jefe).