Descomposición del catolicismo en EE.UU. (años 60): la “Underground Church”
Revista FUERZA NUEVA, nº 139, 6-Sep-1969
(Desde U.S.A.): LA IGLESIA PARALELA (THE UNDERGROUND CHURCH)
Traducido de “L’Homme Nouveau”, 15 junio, 1969)
La Underground Church (Iglesia subterránea) es un fenómeno que está tomando en los Estados Unidos caracteres de epidemia nacional. Esta Iglesia, que surge paralelamente a la Iglesia, viva fundada en Pedro, prolongación del Cuerpo Místico, vive en “contestación” permanente contra la Iglesia oficial, la Established Church (Iglesia establecida). Tiene características que es necesario conocer para poder descubrirlas. ¿Cuáles son?
• 1. La Iglesia subterránea es una Iglesia crítica. La autoridad de la Iglesia, ya sea la del Papa o la del obispo, se pasa por la criba de las oficinas de la Iglesia paralela. Esta actitud crítica no es sólo un aire de independencia que sopla un poco más fuerte que de costumbre. Ni siquiera un deseo de desobediencia que afirma la autonomía del cristiano llegada a su adultez. Es algo mucho más profundo que todo esto. La crítica alcanza los fundamentos teológicos y teologales de la autoridad en la Iglesia.
Teológicos: se niega la existencia de una autoridad pontificia o episcopal de derecho divino; se niega que exista algo que sea “voluntad de Dios” o “plan providencial de Dios” sobre la humanidad, o “asistencia especial del Espíritu Santo prometida Pedro…” etc. Todas estas serían categorías caducas de una Edad Media, que se deben dejar al oscurantismo de aquellos tiempos.
Teologales: se sustrae del corazón y de la inteligencia del cristiano el espíritu filial que, a través del Jefe de la Iglesia, le arroja en la paternidad de Dios Padre y le convierte, con toda sumisión y amor, en hijo, Hijo de Dios. La Iglesia subterránea es, desde luego, la muerte, el “asesinato del Padre”.
• 2. La Iglesia subterránea es una Iglesia experimental. Es decir, una Iglesia que hace experiencias… en materia de liturgia. La Eucaristía, por ser el signo de Cristo en medio de los hombres, dicen que debe ser celebrada con estilo y modos modernos. La liturgia parroquial del domingo sería inasequible, ininteligible, carente de valor para espíritus comprometidos existencialmente en las situaciones del mundo de hoy. Poco importa que en esta búsqueda del símbolo eucarístico se desnaturalice completamente el Signo real, es decir, Jesucristo consagrado y ofrecido por la Iglesia. Poco importa que se saquee la liturgia de la palabra para reemplazarla por discusiones de política; ni que el “ágape” comunitario de los grupos holandeses Shalom haya degenerado hacia una manera típicamente americana de vivir el “toast and coffee”. Esto importa poco, lo que cuenta es el signo de la fraternidad tal y como hoy se vive. Este signo se vive de manera más intensa alrededor de un “hamburger” y una “coca-cola” que delante de un cáliz dorado y de un pequeño pedazo de materia blanca que se llama Hostia.
¿Que son exageraciones? Pues lean el “The Underground Church” de Malcolm Boyd, publicado el año 1968 en la editorial Sheed and Ward.
• 3. La Iglesia subterránea es una Iglesia en investigación. Es decir, pone como Descartes, todo el patrimonio cristiano en duda. Este patrimonio son las verdades del Credo: la Trinidad (Dios habría sido durante demasiado tiempo una representación patriarcal dotado de una autoridad absoluta); el nacimiento virginal del Salvador, la naturaleza divina de Cristo, el cielo, el infierno, etc. Todo aquello que era considerado como el conjunto de las verdades de la fe. Esta antigua noción de la fe -escribe Mary Daly- “significa que el creyente da su asentimiento a un auto-lavado de cerebro, a su propia mutilación espiritual”. La fe deberá implicar el riesgo de la duda; ella debe estar en evolución, sobrepasarse a sí misma y, por consiguiente, colocarse en un continuo proceso de autocrítica. En otras palabras, como la inteligencia hegeliana o la praxis marxista, debe ser dialéctica.
• 4. La iglesia subterránea es una Iglesia ecuménica. El judío de la sinagoga se sienta en la misma mesa que el miembro de la Iglesia católica romana. El episcopaliano y el metodista fraternizan. ¿Por qué no? estas categorías o denominaciones religiosas hoy no tienen ya sentido. Para decirlo con palabras de otro teólogo, Rosemary Reuther, “el mundo ha superado la época de las “cristiandades”. Estamos en la era de la “secularización” (ib.) Harvey Cox, Bonhoeffer y los teólogos de “la muerte de Dios” son los maestros de la nueva Iglesia
• 5. La Iglesia subterránea es una Iglesia comprometida… activamente en la “reforma” de la sociedad. Este compromiso obliga a dos cosas. Por un lado, es necesario lanzar injurias contra la Iglesia oficial, denunciar su coalición con el capitalismo. Es necesario destruir la Iglesia “establecida”, porque es propietaria: tiene cuenta en los Bancos, acciones, edificios; y utiliza lo que ella es para mantener lo que es, a través de las parroquias, las escuelas libres, el servicio social, los hospitales, etc. En una palabra, es una Institución.
De otro lado, es necesario tomar partido en todo lo que divide actualmente (1969) a las sociedades: por los negros, contra los blancos; por el Vietcong, contra la máquina de guerra norteamericana; por el pacifismo, contra el servicio militar; por los hippies, contra el buen sentido del orden… etc. Tomar partido quiere decir, según la ocasión, manifestarse o saquear un edificio público, denunciar de manera virulenta la brutalidad de la policía, la torpeza de los encargados del orden. Quiere decir también, elaborar en las células “subterráneas” la teología de la Revolución. Marx, Mao, Che Guevara, Carmichael, son los profetas de la nueva Iglesia; Bonhoeffer, los bonzos del Vietnam, Camilo Torres, el padre Berrigan, inauguran el canon de los santos y de los mártires.
• 6. La iglesia subterránea es finalmente una Iglesia que se dice cristiana. Es decir, que es para nuestro tiempo la encarnación de Cristo. Porque es en nombre de Cristo por el que hay que destruir la Iglesia actual… Es en nombre de Cristo por lo que hay que sustituir la consagración del pan y del vino por la comida de un “hamburger”. Siempre en nombre de Cristo es necesario hacer la revolución. Pero este Cristo no es el Hijo de Dios; no es el Hijo del hombre que, con su vida, su muerte y su resurrección nos ha enseñado el precio del sufrimiento; nos ha enseñado a poner la otra mejilla. El Cristo de la Iglesia paralela es el Cristo de Bonhoefffer: es un Cristo despojado de su divinidad; un Cristo que es el hombre para los otros; un Cristo que encuentra su ser y su substancia en la fraternidad, antítesis de la paternidad, y cuya parusía, lejos de ser el triunfo de la Resurrección es, en muchos labios, el canto de la Internacional.
Las células de la Iglesia subterránea
¿Se trata sólo de una mentalidad? ¿Una mentalidad que se encuentra más o menos esparcida en buen número de cristianos, tanto de Europa como de América? ¡Ah! No, desgraciadamente no. Esta mentalidad se organiza en “células” que corrompen, desde su interior, las sociedades cristianas y deshacen “invisiblemente” el cuerpo orgánico de la Iglesia americana. Estas células, cuyas ramificaciones cubren casi todas las grandes ciudades americanas: Nueva York, Washington, Detroit, Chicago, Boston, Milwaukee, Filadelfia, Saint Louis, Los Ángeles… etc., forman realmente y eficazmente la “Underground Church”. Nacen a la sombra de las catedrales, como en Saint Paul (Minnesota); alrededor de un sacerdote, de un pastor o de un pequeño grupo de laicos que tiene el valor-de-contestar-a-sus- obispos. Aparecen en la lucha por la igualdad de los derechos civiles, como en Milwaukee, donde los grupos del sacerdote James Groppi practican y actúan con toda libertad en la acción social por el problema negro. Nacen también en las universidades, sobre todo en las católicas, como las de Cornell, Fordham, Notre Dame, etc.
Las células, cuyo número se desconoce, llevan nombres que descubren su existencia. Se saben algunos: son los grupos ALIVE, de Filadelfia, o los CONSPIRADORES DE DIOS, que se extienden en Washington. Son también ciertos “Peace Corps” que, sobre todo en Berkeley, adoptan diversos nombres; retengamos el de BENEDICTUS. Las células de la Iglesia Subterránea pueden ser también asociaciones religiosas como la SISTER`S COMITTEE OF THE BOSTON CATHOLIC INTERRACIAL COUNCIL; sindicatos de sacerdotes, como los grupos que emanan de las actividades del sacerdote W. H. DuBay, de Los Ángeles; asociaciones de laicos como la CHRISTIAN LAYMEN’S EXPERIMENTAL ORGANISATION, de Tenton (New Jersey) o los equipos de trabajo social, como el grupo VISITA, las EMMAUS HOUSE, COMMIT, y el último que viene de hundirse en la “Iglesia Subterránea”: el CIDOC.
Participando del mismo espíritu, las células se multiplican, proliferan y perfilan sus técnicas y su teología a través de todas las diócesis de los Estados Unidos. Tienen sus teólogos: DuBay, Grewley, Fichter, Mary Daly, Rosemary Reuther; sus periódicos: The National Catholic Reporter, Remparts, Commonwealth; su terreno de elección para ejercer sus “actividades apostólicas”: el Black Power, cuyo jefe Carmichael, recibe abiertamente sus órdenes de Moscú y de Cuba; y la New Left, cuya inspiración trostkista no es un misterio para nadie.
Pero sobre todo, de una manera o de otra a propósito de la Liturgia o de la “Humanae vitae”, ya sea por razón de una medida disciplinaria o de una enseñanza dogmática, frente a una política social, familiar o escolar, estos grupos son centros permanentes de contestación de la autoridad. La de la Iglesia desde luego, la del Papa y la de los obispos; y la del Estado después, por lógica consecuencia.
Así se puede comprender que “fieles ultras” abandonen la iglesia parroquial a la lectura de una carta pastoral del cardenal O´Boyle. Así se entiende también por qué se acusa de conservador al cardenal Mc Intyre cuando toma medidas disciplinarias contra el sacerdote DuBay. Se pueden entender mucho mejor los “Teach in” y los “Sit-in” que se organizan en las catedrales cuando un obispo afirma de una manera “desagradable” su autoridad.
En una palabra, se puede comprender que estos fenómenos no nacen de ninguna manera por generación espontánea. Estamos ante una red de células que obedecen órdenes y organizan la subversión.
Conclusión
El crecimiento, misteriosamente ordenado, de un organismo es el desarrollo de una célula-madre que se expansiona, se proyecta fuera de sí misma y se va diferenciando en órganos. Pero la proliferación desordenada de células en un organismo vivo, su crecimiento realizado en detrimento de células sanas, es el cáncer.
En la Iglesia, el crecimiento unificado de diversas familias espirituales, realizando cada una su vocación, en la armonía de la fe y del amor, es la edificación del Cuerpo Místico. Pero cuando las células empiezan a proliferar en el desorden, en la discordia, en la oposición, no es ciertamente “hacia un nuevo estilo de cristiandad” hacia el que se orientan. Es, a plazo más o menos largo, hacia la degeneración del cuerpo todo entero hacia donde caminan.
Debilitar desde dentro la Iglesia Católica americana y, a través de ella, las iglesias locales de varias cristiandades europeas o latinoamericanas, será el resultado final de la “Underground Church”. Ha llegado el momento de que las almas generosas salgan de su torpor y que los ojos de muchos se abrán a la realidad
Irving SHELTON
Última edición por ALACRAN; Hace 1 semana a las 14:28
"... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
Detrás de los sofistas vienen siempre los bárbaros, enviados por Dios para cortar con su espada el hilo del argumento." (Donoso Cortés)
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