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Tema: sobre la hermandad de San Pio X.

  1. #1
    Avatar de rey_brigo
    rey_brigo está desconectado la TRADCIÓN es la ESPERANZA
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    sobre la hermandad de San Pio X.

    navegando por la pagina web del mpc, me e fijado q en los enlaces religiosos son todos vinculados al lefevrismo; ni sikiera enlaczan con la web oficial del vaticano...
    sabeis qu la situacion de dicha hermandad es noregular con el vaticano, vaya, que no estan en comunion con roma. esto e parece muy preocupante...

    CARTA APOSTOLICA
    "ECCLESIA DEI"
    DEL SUMO PONTIFICE
    JUAN PABLO II
    EN FORMA DE "MOTU PROPRIO"
    1. La Iglesia de Dios con gran afflicción ha tenido conocimiento de la ilegítima ordenación episcopal que el arzobispo Marcel Lefebvre confirió el pasado 30 de junio, de forma que han resultado inútiles todos los esfuerzos realizados desde hace años para asegurar la comunión da la Fraternidad Sacerdotal de San Pío X, fundada por el mismo reverendísmo monseñor Lefebvre, con la Iglesia. En efecto, para nada han servido esos esfuerzos, tan intensos de los meses pasados, con los que la Sede Apostólica ha manifestado paciencia y comprensión hasta el límite de lo posible(1).

    2. Esta tristeza la siente de modo especial el Sucesor de Pedro, el primero a quien corresponde tutelar la unidad de la Iglesia(2), por muy pequeño que sea el número de las personas directamente implicadas en estos sucesos, ya que cada hombre es amado por sí mismo per Dios, y ha sido redimido por la Sangre de Cristo, derramada en la cruz por la salvación de todos.

    Las particulares circunstancias, objetivas y subjetivas, en las que se ha realizado el acto del arzobispo Lefebvre, ofrecen a todos la ocasión para reflexionar profundamente y para renovar el deber de fidelidad a Cristo y a su Iglesia.

    3. Ese acto ha sido en sí mismo una desobediencia al Romano Pontífice en materia gravísima y de capital importancia para la unidad de la Iglesia, como es la ordenación de obispos, por medio de la cual se mantiene sacramentalmente la sucesión apostólica. Por ello, esa desobediencia - que lleva consigo un verdadero rechazo del Primado romano - constituye un acto cismático (3). Al realizar ese acto, a pesar del monitum público que le hizo el cardenal Prefecto de la Congregación para los Obispos el pasado día 17 de junio, el reverendísmo mons. Lefebvre y los sacerdotes Bernard Fellay, Bernard Tissier de Mallerais, Richard Williamson y Alfonso de Galarreta, han incurrido en la grave pena de excomunión prevista por la disciplina eclesiástica(4).

    4. La raíz de este acto cismático se puede individuar en una inperfecta y contradictoria noción de Tradición: imperfecta porque no tiene suficientemente en cuenta el carácter vivo de la Tradición, que - como enseña claramente el Concilio Vaticano II - arranca orginariamente de los Apóstolos, "va progresando en la Iglesia bajo la asistencia del Espíritu Santo; es decir, crece con la comprensión de las cosas y de las palabras transmitidas, cuando los fieles las contemplan y estudian repasándolas en su corazón, cuando conprenden internamente los misterios que viven, cuando las proclaman los obispos, sucesores de los Apóstoles en el carisma de la verdad"(5).

    Pero es sobre todo contradictoria una noción de Tradición que se oponga al Magisterio universal de la Iglesia, el cual corresponde al Obispo de Roma y al Colegio de los Obispos. Nadie pude permanecer fiel a la Tradición si rompe los lazos y vínculos con aquél a quien el mismo Cristo, en la persona del Apóstol Pedro, confió el ministerio de la unidad en su Iglesia(6).

    5. Teniendo presente la mala acción relizada, nos sentimos en el deber de recordar a todos los fieles algunos aspectos que este triste acontecimiento pone en evidencia de modo especial.

    a) En efecto, el éxito que ha tenido recientemente el movimiento promovido por mons. Lefebvre puede y debe ser, para todos los fieles, un motivo de reflexión sincera y profunda sobre su fidelidad a la Tradición de la Iglesia, propuesta auténticamente por el Magisterio eclesiástico, ordinario o extraordinario, especialmente en los Concilios Ecuménicos desde Nicea al Vaticano II. De esta meditación todos debemos sacar un nuevo y eficaz convencimiento de la necesidad de ampliar y aumentar esa fidelidad, rechazando totalmente interpretaciones erróneas y aplicaciones arbitrarias y abusivas en materia doctrinal, litúrgica y disciplinar.

    Corresponde sobre todo a los obispos, por su misión pastoral, el grave deber de ejercer una vigilancia clarividente, llena de caridad y de fortaleza, de modo que en todas partes se salvaguarde esa fidelidad(7).

    Sin embargo, es necesario que todos los Pastores y los demás fieles cristianos tomen nuevamente conciencia, no sólo de la legitimidad sino también de la riqueza que representa para la Iglesia la diversidad de carismas y tradiciones de espiritualidad y de apostolado, la cual constituye también la belleza de la unidad en la diversidad: esa "sintonía" que, bajo el impulso del Espíritu Santo, eleva la Iglesia terrestre al cielo.

    b) Quisiera, además, llamar la atención de los teólogos y de otros expertos en ciencias eclesiásticas, para que también se sientan interpelados por las circunstancias presentes. En efecto, las amplias y profundas enseñanzas del Concilio Vaticano II requieren un nuevo empeño de profundización, en el que se clarifique plenamente la continuidad del Concilio con la Tradición, sobre todo en los puntos doctrinales que, quizá por su novedad, aún no han sido bien comprendidos por algunos sectores de la Iglesia.

    c) En las presentes circunstancias, deseo sobre todo dirigir una llamada a la vez solemne y ferviente, paterna y fraterna, a todos los que hasta ahora han estado vinculados de diversos modos con las actividades del arzobispo Lefebvre, para que cumplan el grave deber de permanecer unidos al Vicario de Cristo en la unidad de la Iglesia católica y dejen de sostener de cualquier forma que sea esa reprobable forma de actuar. Todos deben saber que la adhesión formal al cisma constituye una grave ofensa a Dios y lleva consigo la excomunión debidamente establecida por la ley de la Iglesia(8).

    A todos esos fieles católicos que se sienten vinculados a algunas precedentes formas litúrgicas y disciplinares de la tradición latina, deseo también manifestar mi voluntad - a la que pido que se asocie la voluntad de los obispos y de todos los que desarrollan el ministerio pastoral en la Iglesia - de facilitar su vuelta a la comunión eclesial a través de las medidas necesarias para garantizar el respeto de sus justas aspiraciones.

    6. Habida cuenta de la importancia y complejidad de los problemas indicados en este documento, en virtud de mi autoridad apostólica, establecemos la siguiente:

    a) se constituye una Comisión, con la tarea de colaborar con los obispos, con los dicasterios de la Curia Romana y con los ambientes interesados, para facilitar la plena comunión eclesial de los sacerdotes, seminaristas, comunidades, religiosos o religiosas, que hasta ahora estaban ligados de distintas formas a la Fraternidad fundada por le arzobispo Lefebvre y que deseen permanecer unidos al Sucesor de Pedro en la Iglesia católica, conservando sus tradiciones espirituales y litúrgicas, según el protocolo firmado el pasado 5 de mayo por el cardenal Ratzinger y por el arzobispo Lefebvre;

    b) esta Comisión está formada por un cardenal Presidente y por otros miembros de la Curia Romana, en el número que se considere oportuno según las circunstancias;

    c) además, se habrá de respetar en todas partes, la sensibilidad de todos aquellos que se sienten unidos a la tradición litúrgica latina, por medio de una amplia y generosa aplicación de las normas emanadas hace algún tiempo por la Sede Apostólica, para el uso del Misal Romano según la edición típica de 1962(9).

    7. Al acercarse ya el final de este Año dedicado especialmente a la Santísima Virgen, deseamos exhortar a todos para que se unan a la oración incesante que el Vicario de Cristo, por intercesión de la Madre de la Iglesia, dirige al Padre con las mismas palabras del Hijo: Ut omnes unum sint!

    Dado en Roma, junto a San Pedro, día 2 del mes de julio del año 1988, X de Nuestro pontificado.

    Joannes Paulus PP. II

    (1)Cf. Nota informativa del 16 de junio de 1988; L'Osservatore Romano, Edición en Lengua Española, 26 de junio de 1988, pág. 6.

    (2)Cf. Concilio Ecuménico Vaticano I, Cost. Pastor æternus, cap. 3; DS 3.060.

    (3)Cf. Código de Derecho Canónico can. 751.

    (4)Cf. ib., can. 1.382.

    (5)Concilio Ecuménico Vaticano II, Constitución dogmática Dei Verbum, 8. Cf. Concilio Ecuménico Vaticano I, Constitución Dei Filius, cap. 4: DS 3.020.

    (6)Cf. Mt 16, 18; Lc 10, 16; Concilio Ecuménico Vaticano I, Constitución Pastor æternus, cap. 3: DS 3.060.

    (7) Cf. Código de Derecho Canónico, can. 386; Pablo VI, Exhortación Apostólica Quinque iam anni, 8-XII-1970: AAS 63, 1971, 97-106.

    (8)Cf. Código de Derecho Canónico, can. 1.364.

    (9)Cf. Congregación para el Culto Divino, Carta Quattuor abhinc annos, 3 de octubre de 1984: AAS 76, 1984, 1.088-1.089.
    Manuel Ribadavia dio el Víctor.

  2. #2
    Avatar de Kontrapoder
    Kontrapoder está desconectado Miembro graduado
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    Re: sobre la hermandad de San Pio X.

    Yo tenía entendido que en la capilla de la sede de Fuerza Nueva se organizaban misas tradicionales por algún sacerdote de la SSPX.

  3. #3
    Avatar de rey_brigo
    rey_brigo está desconectado la TRADCIÓN es la ESPERANZA
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    Re: sobre la hermandad de San Pio X.

    no me consta, se que hasta q el instituto cristo rey no se traslado a sn luis de los franceses celebraban en la capilla de fn...

    de todas formas q pasaria si celevrase en la sede de fn,?es fn la q stablece lo q esta biem o no, Blas no es infalible, pero casi jejjejejejee

  4. #4
    Avatar de Ordóñez
    Ordóñez está desconectado Puerto y Puerta D Yndias
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    Re: sobre la hermandad de San Pio X.

    Brigo ser católico no es ser vaticanólatra; yo jamás voy a sentarme con rabinos, mullahs y pastorcillos protestantes, por ponerte un ejemplo, a hablar sobre no se qué....

  5. #5
    Avatar de rey_brigo
    rey_brigo está desconectado la TRADCIÓN es la ESPERANZA
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    Re: sobre la hermandad de San Pio X.

    entiendo, no se debe ser papolatra, pero una cosa es eso no estr de acurdo con ciertas actitues q son de lo mas opinable y otra muy diferente es la desobediencia a roma y la inerpretacion al gusto del magisterio(en eso existe certo protestantismo)una cosa es la devocion a la misa tridentina( como yo la tengo, y pra ello esta la comisin eclesia dei pra promocionarla) y otra iem difernte es decir q el novus ordo no es misa. una cosa es tener especial debocion por algunos santos y otra decidir q santificaciones son validas y cuales no. una cosa es criticar los desmanes pòsterires al vaticano 2 y otra es decir q no es valido,,,,

    el concepto de tradicion q defiende la hermandad es enfermizo; la tradicion no es algo estatico...la tradicion es algo dinamico q esta en constante evolucion adaptandose a los tiempos sin renuciar a sus principios genesiacos....

    yo q conozco alguas personas del hermandad, son gente de gran piedad con una vida espiritual expraordinaria auteticos santos...pero otros q se mueven alrededor estoy convencido q lo hacen por estetica, pa darselas de listo...sin ninguna vida de piedad...y con escasa formacion....

  6. #6
    Avatar de Ordóñez
    Ordóñez está desconectado Puerto y Puerta D Yndias
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    Re: sobre la hermandad de San Pio X.

    Yo es que creo que tú más que de la hermandad en sí hablas del sedevacantismo. Aquí en este foro se han expuesto cartas de Monseñor Lefevbre sobre la Tradición y el Magisterio con las que concuerdo plenamente.

  7. #7
    Avatar de Ulibarri
    Ulibarri está desconectado Miembro graduado
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    Re: sobre la hermandad de San Pio X.

    El Motu Proprio Ecclesia Dei curiosamente es fruto de la actitud de resistencia numantina de Mons. Lefevbre, sin su pertinencia en rechazar los errores modernos nunca se habria "indultado" la Misa Tradicional. Fue una maniobra de Roma para atraerse a los seguidores del Arzobispo francés más superficiales que solo ponian el acento sobre el tema liturgico, cuando el tema de la Tradición es muchisimo más amplio, y atañe fundamentalmente a:

    1. Ecumenismo,
    2. Libertad religiosa,
    3. Colegialidad.

    Hasta que Roma no soluciene estos problemas la actitud de la HSSP X está más que justificada. Actitud ni cismática ni herética, tal y como reconoce la Santa Sede, señalando que están en plena comunión con la Iglesia y que sus Misas son totalmente válidad y legitimas. Y viendo las barbaridad que por ahí se ven son más válidas y legítimas que muchas diocesanas.

    La única duda podría estar en su falta de jurisdicción para oír confesiones y respecto a los Matrimonios.

    Las sanciones

    de Roma contra Ecône

    Monseñor Lefebvre



    Tal vez vosotros, lectores indecisos, seáis de los que ven con tristeza y angustia el camino que van siguiendo las cosas pero, sin em­bar­go, tenéis miedo de asistir a una misa verdadera, a pesar del deseo que experimentáis, porque se os ha hecho creer que está prohibida esta misa. Es posible que seáis de los que ya no van donde los sacerdotes vestidos con cazadora y jersey, pero que, sin embargo, miran con una cierta desconfianza a los sacer­do­tes que llevan sotana, como si es­tuvieran bajo alguna censura porque el que los ha ordenado ¿no se tra­ta de un obispo suspendido a divinis? Tenéis miedo a situaros fue­ra de la Iglesia; en un principio es­te temor es loable, pero mal enfo­cado. Deseo deciros lo que hay en estas sanciones, prendidas con alfileres y de las que se han regocijado grandemente los francma­sones y los marxistas. Es necesario hacer un pequeño relato histórico para que se comprenda bien.



    Cuando fui enviado al Gabón como misionero, mi Obispo me nom­bró en seguida profesor en el seminario de Libreville, donde formé se­minaristas durante dos años, de los cuales fueron varios los que recibieron después la gracia del episcopado. Llegado a Obispo a mi vez en Dakar, me pareció que mi primera ocupación debería ser la de buscar vocaciones, formar jóvenes que respondieran a la llamada del Señor, y conducirlos al sacerdocio. Tuve la dicha de ordenar a quien des­pués había de ser mi sucesor en Dakar, Mons. Thiandoum, y a Mons. Dionne, actual Arzobispo de Thiés, en el Senegal.



    De regreso en Europa, para asumir el cargo de Superior General de los Padres del Espíritu Santo, traté de conservar todos los valores esenciales de la formación sa­cer­dotal. Tengo que confesar que ya entonces, a prin­cipios de los años 60, era tal la presión, las dificultades tan considerables, que no pude alcanzar el resultado que deseaba; no pude man­tener el seminario francés de Ro­ma, bajo la autoridad de nuestra Congregación, en la buena línea que era la suya, cuando nosotros mismos estábamos en él, entre 1920 y 1930. Me vi obli­ga­do a dimitir en 1968 para no aceptar la reforma emprendida por el Capítulo General en un sentido contrario al de la tradición católica. Ya antes de esta fecha, numerosas familias y también sacerdotes, me habían rogado que les informara a qué lugares po­drían enviar a los jóvenes que desearan hacerse sacerdotes. Confieso que me hallaba lleno de dudas. Libre de mis responsabilidades y pensando en retirarme, pensé en la Universidad de Friburgo, en Suiza, todavía orientada y dirigida por la doctrina tomista. El Obispo, Mons. Charrière, me recibió con los brazos abiertos. Alquilé una casa y acogimos en ella a 9 seminaristas, que seguían los cursos en la universidad, y llevaban en lo demás una verdadera vida de seminario. Muy pronto manifestaron su deseo de continuar y de trabajar unidos, por lo que, después de reflexionar, pregunté a Mons. Charrière si quería firmar un decreto de fundación de una “Hermandad”. Mons. aprobó los estatutos y así nació, el 1 de noviembre de 1970, la “Hermandad Sacerdotal de San Pío X”. Estábamos erigidos canónica­mente en la diócesis de Friburgo.



    Estos detalles son importantes, como veréis. Un Obispo tiene canó­nicamente el derecho de erigir asociaciones en su diócesis, que Roma reconoce por el hecho mismo. A tal punto que si un Obispo, sucesor del primero, desea suprimir esta asociación o esta Hermandad, no puede hacerlo sin recurrir a Roma. La autoridad romana protege lo que ha hecho el primer Obispo, a fin de que las asociaciones no estén sometidas a una precariedad, que sería perjudicial a su desarrollo. ¡Así lo quiere el Derecho de la Iglesia!



    Por consiguiente, la Hermandad Sacerdotal de San Pío X está reco­no­cida por Roma de una manera absolutamente legal, aunque sea de derecho diocesano y no pontificio, lo que no es indispensable. Hay cen­tenares de congregaciones religiosas de derecho diocesano que tienen casas en el mundo entero.



    Cuando la Iglesia acepta una fundación, una asociación dioce­­sana, acepta que ésta forme sus miem­bros; si se trata de una congregación religiosa, acepta que ésta tenga un noviciado, una casa de formación. Este es el papel de nuestros seminarios. El 18 de febrero de 1971, el Card. Wright, Prefecto de la Congregación del Clero, nos envió una carta, estimulándome y mostrándose seguro de que la Hermandad “podría muy bien ponerse de acuerdo con el fin perseguido por el Concilio en este Santo Dicas­terio, para la distribución del clero en el mundo”. Y, sin embargo, en no­viem­bre de 1972 se hablaba, en la Asamblea Plenaria del Episcopado francés, en Lourdes, de “seminario salvaje”, sin que ninguno de los Obispos presentes, necesariamente al corriente de la situación jurídica del seminario de Ecône, protestase.



    ¿Por qué se nos considera como salvajes? Porque nosotros no dábamos la llave de la casa a los semi­naristas para poder salir todas las noches a su antojo; porque no les hacíamos ver la televisión de 8 a 11; porque no llevaban jerseys de cuello de cisne, y sí, en cambio, asistían todas las mañanas a Misa, en lugar de quedarse en la cama hasta la primera clase.



    Y, sin embargo, el Card. Garro­ne, con el que me reuní en aquel tiempo, me dijo : “Usted no depende de mí, y yo sólo puedo decirle una cosa: siga la ratio fundamenta­lis que he dado para la fundación de seminarios, y que todos los semi­narios deben seguir”. La ratio fun­damentalis prevee que se siga estudiando latín en el seminario; que los estudios se sigan según la doctrina de Santo Tomás. Me permití responderle: “Eminencia, creo que somos uno de los pocos que la siguen”. Y así continúa en el día de hoy, siguiendo la ratio fun­damen­talis en vigor. Entonces, ¿qué se nos reprocha?



    Cuando fue necesario abrir un verdadero seminario y alquilé la casa en Ecône, antigua casa de los Señores del Gran San Bernardo, fui a ver a Mons. Adam, Obispo de Sion, que me dio su consentimiento. Esta creación no era el resultado de un viejo proyecto que hubiera planeado durante años, sino que se impuso a mí pro­videncialmente. Yo dije: “si la obra se extiende universalmente, será la prueba de que Dios está con ella”. De año en año crece el número de se­minaristas; en 1970 hubo 11 ingresos; en 1974, 40. La inquietud cundió entre los in­novadores: era evidente que si nosotros formábamos se­minaristas era para ordenarlos y para que los futuros sacerdotes fueran fieles a la Misa de la Iglesia, a la Misa de la Tradición, a la Misa de siempre. No es necesario buscar otra razón para los ataques de que éramos objeto, no es posible encontrar otra. Ecône se revelaba como un peligro pa­ra la Iglesia neo-modernista; había que frenarlo antes de que fuera demasiado tarde.



    Así pues, el 11 de noviembre de 1974, con las primeras nieves, llegaban al seminario dos visitadores apostólicos, enviados por una co­mi­sión que había sido nombrada por el Papa Pablo VI, compuesta por tres Cardenales: Garrone, Wright y Tabera, éste último Prefecto de la Congregación de Religiosos. Interrogaron a 10 profesores y a 20 de los 104 alumnos presentes, así como a mí mismo, y se fueron dos días después dejando una desagradable impresión. Dijeron a los se­mi­naristas cosas escandalosas, estimando normal la ordenación de hombres casados, declarando que ellos no admitían una Verdad inmutable, y emitiendo dudas sobre el modo tradicional de concebir la Re­surrección de Jesucristo; del seminario no hicieron el menor comentario ni dejaron ningún protocolo. A conti­nuación e indignado por la conversación mantenida, publiqué una declaración, comenzando con estas frases:



    “Nos adherimos de todo corazón y con toda el alma a la Roma católica, guardiana de la fe católica y de las tradiciones necesarias al mantenimiento de esta fe, a la Roma eterna, maestra de Ciencia y de Verdad.

    Por el contrario, nos negamos, y siempre nos hemos negado, a seguir a la Roma neo-modernista y neo-protestante, que se ha manifestado claramente en el Concilio Vaticano II y después del Concilio, en todas las reformas que han salido del mismo”.



    Los términos eran un poco duros, pero traducían y siguen traduciendo mi pensamiento; por este texto, la comisión Cardenalicia decide aplastarnos, cosa que no podía hacer con referencia a la disciplina del seminario. Los Cardenales me dijeron dos meses después que los visitadores apostólicos habían recibido una buena impresión de su encuesta.



    Esta comisión me invitó el 13 de febrero siguiente a una “conversación” en Roma, para aclarar algunos puntos, y yo fui, sin sospechar que se trataba de una trampa. La “conversación” se convierte des­­de el primer momento en un in­terrogatorio cerrado, de tipo judicial, que fue seguido de otro el 3 de marzo y, 2 meses más tarde, la comisión me informaba “con la completa aprobación de Su Santidad” de las decisiones que ha­bía tomado. Mons. Mamie, nuevo Obispo de Friburgo, se reconocía el derecho de retirar la aprobación dada a la Hermandad por su predecesor. Por consecuencia, ésta como sus fundaciones y, especialmente, el seminario de E­cône, perdían “el derecho a la existencia”.



    Sin esperar la notificación de estas decisiones, Mons. Mamie me escribió: “Le informo, pues, que re­tiro las actas y las concesiones efectuadas por mi predecesor en lo que concierne a la Hermandad Sacerdotal de San Pío X, especialmente el decreto de erección del 1 de noviembre de 1970. Esta decisión tiene efecto inmediato”.



    Si me habéis seguido atentamente, podréis constatar que esta anulación estaba hecha por el Obispo de Friburgo y no por la Santa Sede. Según el canon 493, se trata de una medida nula de pleno derecho, por falta de competencia.



    A esto se añade un defecto de cau­sa suficiente. La decisión sólo se puede apoyar sobre mi declaración del 21 de noviembre de 1974, juz­gada por la comisión “en todos puntos inadmisible”, porque según di­cha comisión los resultados de la visita apos­tólica eran favorables. Ahora bien, mi declaración no fue jamás objeto de una condenación de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe (el antiguo San­to Oficio) única capacitada para juz­gar si ella se oponía a la fe católica. No fue juzgada “en todos puntos inadmisible” más que por tres Car­denales en el curso de lo que oficialmente aparece como una conversación.



    Jamás ha sido demostrada la existencia jurídica de la comisión. ¿Por qué acta pontificia fue instituida? ¿En qué fecha? ¿En qué forma fue decidido? ¿A quién fue notificado? El hecho de que las autoridades romanas se han negado a darlo a conocer, hace dudar de su existencia. “En la duda de derecho, la ley no obliga”, dice el Código de Derecho canónico. Menos aún cuando la competencia y quizás la misma existencia de la autoridad es dudosa. Los términos “con la en­tera aprobación de Su Santidad” son jurídicamente insuficientes; no pueden reemplazar el decreto por el que hu­biera debido constituirse la comisión Car­denalicia y definir sus poderes.



    Tantas irregularidades de procedimiento hacen nula la supresión de la Hermandad. No hay que olvidar tampoco que la Iglesia no es una sociedad totalitaria de tipo nazi o marxista, y que el derecho, incluso cuando es respetado (lo que no es el caso en este asunto), no constituye un absoluto. Está en relación a la verdad, a la fe, a la vida. El de­­recho canónico está concebido para hacernos vivir espiritualmente y conducirnos así a la Vida eterna. Si se usa esta ley para impedirnos llegar a ella, para abortar, en cierta manera, nuestra vida espiritual, estamos obligados a desobedecer, lo mismo que los ciudadanos de una nación están obligados a desobedecer la ley del aborto.



    A fin de permanecer en el plano jurídico, presenté dos recursos sucesivos a la Signatura Apostólica, que es un poco equivalente a la Corte de Casación en el derecho civil. El Card. Secretario de Estado, Mons. Villot, pro­hibió que este Tribunal los recibiera, lo que implica una intervención del ejecutivo en lo judicial. n



    Carta abierta a los católicos perplejos, cap. XIX


    Ni herético ni cismático

    Monseñor Marcel Lefebvre

    La declaración del 21 de noviembre de 1974, que desencadenó todo el proceso del que acabo de hablar, se terminaba con estas palabras: «Haciendo esto, estamos convencidos de permanecer fieles a la Iglesia católica y romana, a todos los sucesores de Pedro y de ser fieles dispensadores de los misterios de Nuestro Señor Jesucristo». El Osservatore Romano, al publicar el texto, omitió este párrafo. Después de 10 años y más, nuestros adversarios han estado muy interesados en arrojarnos de la comunión de la Iglesia, dejando entender que nosotros no aceptamos la autoridad del Papa. Esto sería muy práctico, hacer de nosotros una secta y declararnos cismáticos. ¡Cuántas veces la palabra “cisma” ha sido pronunciada a propósito de nosotros!



    Yo no he cesado de repetir: si alguno se separa del Papa, no seré yo. La cuestión se reduce a esto: el poder del Papa en la Iglesia es un poder supremo, pero no absoluto y sin límites, porque está subordinado al poder de Dios, que se expresa en la Tradición, en la Sagrada Escritura y en las definiciones ya promulgadas por el Magisterio eclesiástico. De hecho, este poder encuentra ya sus límites en el fin para el que ha sido dado ese poder al Vicario de Cristo en la tierra; fin que Pío IX ha definido claramente en la Constitución Pastor Ae­ternus del Concilio Vaticano I y yo no expreso, ni mucho menos, una teoría personal al declararlo.



    La obediencia ciega no es católica: ninguno está exento de responsabilidad por obedecer a los hombres antes que a Dios, aceptando órdenes de una autoridad superior, aunque sea la del Papa, si son contrarias a la voluntad de Dios tal como la Tradición nos la hace conocer con certeza.. Una tal eventualidad no sucederá ciertamente cuando el Papa compromete su infalibilidad; lo que no hace sino en un número reducido de casos. Es un error pensar que toda palabra que sale de la boca del Papa es infalible.



    Dicho esto, yo no soy de los que insinúan o afirman que Pablo VI era hereje y que, por el mismo hecho de su herejía, no era Papa. Consecuencia de lo cual, la mayor parte de los cardenales nombrados por él no serían cardenales y no habrían elegido válidamente a otro Papa. En consecuencia, Juan Pablo I y Juan Pablo II no habrían sido elegidos válidamente. He aquí la postura de los llamados “sedevacantistas”.



    Hay que reconocer que el Papa Pablo VI ha planteado un serio problema a la conciencia de los católicos. Este pontífice ha causado más daños a la Iglesia que la Revolución de 1789. Hechos precisos como las firmas puestas al artículo 7 de la Ins­titutio generalis del Nuevo Misal, como al documento de la Libertad religiosa, son escandalosos. Pero el problema de saber si un papa puede ser herético no es tan simple. Un buen número de teólogos piensan que puede serlo como doctor privado, pero no como doctor común de la Iglesia universal. Sería necesario, por consiguiente, examinar en qué medida Pablo VI ha querido comprometer su infalibilidad en casos como los que acabo de citar. Por lo que a nosotros toca, hemos podido constatar que Pa­blo VI ha actuado mucho más en liberal que proclive a la herejía. En efecto, en el momento en que se le advertía del peligro que corría, formulaba el texto contrario, añadiéndole una fórmula opuesta a lo que se afirmaba en su redacción: se recordará el ejemplo famoso de la nota explicativa previa añadida a la constitución Lumen gentium sobre la co­le­gialidad. O bien, redactaba una fórmula equívoca; lo que es propio de liberal, por naturaleza incoherente.



    El liberalismo de Pablo VI, reconocido por su amigo el cardenal Daniélou, basta para explicar los desastres de su pontificado. El católico liberal es una persona de doble cara, en una continua contradicción. Quiere permanecer católico, pero está dominado por el deseo de agradar al mundo. ¿Un Papa puede ser liberal y permanecer Papa? La Iglesia ha castigado siempre severamente a los católicos liberales, pero no los ha excomulgado a todos.



    Los “sedevacantistas” dan un nuevo argumento: el haber apartado a los cardenales de más de 80 años y los conventículos con que se prepararon los dos últimos cónclaves ¿no hacen inválida la elección de estos dos últimos Papas? Inválida es demasiado afirmar, pero eventualmente dudosa. Con todo, la aceptación de hecho, posterior a la elección y unánime de parte de los cardenales y del clero romano, basta para revalidarla. Tal es la opinión de los teólogos.



    El razonamiento de los que afirman la inexistencia del Papa pondría a la Iglesia en una situación inextricable. La cuestión de la visibilidad de la Iglesia es demasiado necesaria a su existencia para que Dios pudiese omitirla durante decenios. ¿Quién nos dirá dónde está el futuro Papa? ¿Có­mo se le podría designar, si no hay cardenales? Nosotros ve­mos en todo es­to un espíritu cismático. Nues­tra Fraternidad rehusa absolutamente entrar en semejantes razonamientos. Nosotros queremos mantenernos firmemente adeptos a Roma, al sucesor de Pedro, aunque rehusemos el liberalismo de Pablo VI por fidelidad a sus predecesores.

    Es claro que en casos como la libertad religiosa, la hospitalidad eu­ca­rística, autorizada por el nuevo De­recho canónico, o la colegialidad concebida como la afirmación de dos po­deres supremos en la Iglesia, es un deber de todo clérigo y fiel católico resistir y rehusar la obediencia. Esta resistencia debe ser pública si el mal es público y representa un objeto de escándalo para las almas. Por esto y refiriéndonos a Santo Tomás de Aqui­no, el 21 de noviembre de 1983, Mons. de Castro Mayer y yo hemos enviado una carta abierta al Papa Juan Pablo II para suplicarle que denuncie las causas principales de la situación dramática en que se debate la Iglesia. Todas las tentativas que hemos hecho en privado durante 15 años han resultado vanas; callarnos nos parecía hacernos cómplices del descarrío de tantas almas en el mundo entero.

    “Santísimo Padre -escribíamos- es urgente que este malestar desaparezca, porque el rebaño se dispersa y las ovejas abandonadas siguen a los mercenarios. Os conjuramos, por el bien de la fe católica y de la salvación de las almas, que reafirméis las verdades contrarias a estos errores”. Nuestro grito de alarma es más vehemente todavía por los desvíos del nuevo Derecho Canónico, por no decir herejías, y por las ceremonias y discursos con ocasión del V centenario del nacimiento de Lutero.



    No hemos tenido respuesta, pero hemos hecho lo que era nuestro deber. No podemos desesperar como si se tratase de una empresa humana. Las convulsiones actuales pasarán, co­mo todas las herejías han pasado. Habrá que volver algún día a la Tradición; en la autoridad del pontífice romano será necesario que aparezcan de nuevo los poderes significados por la tiara; que un tribunal protector de la fe y de las buenas costumbres se siente de nuevo permanentemente; que los obispos encuentren de nuevo los poderes y su iniciativa personal.



    Será necesario liberar al verdadero trabajo apostólico de todos los impedimentos que le paralizan hoy, haciendo desaparecer lo esencial del mensaje; devolver a los seminarios su verdadera función, rehacer las congregaciones religiosas, restaurar las escuelas católicas y las universidades, desembarazándolas de programas laicos del Estado; sostener las organizaciones patronales y obreras decididas a colaborar fraternalmente en el respeto a los deberes y derechos de todos, prohibiéndose el flagelo social de la huelga, que no es otra cosa que una guerra civil fría; promover en fin una legislación civil conforme a las leyes de la Iglesia y ayudar a la designación de representantes católicos, movidos por la voluntad de orientar a la sociedad hacia el reconocimiento oficial del Reinado social de Nuestro Señor Jesucristo.



    Porque, en fin, ¿qué decimos todos los días cuando rezamos, “Venga a nosotros tu Reino”, “hágase tu vo­luntad así en la tierra, como en el cielo”? ¿Y en el Gloria de la Misa, “Tú solo Señor, Jesucristo”? Nosotros cantamos esto, pero no más salir, diremos: “Ah no, estas nociones están desfasadas; imposible pensar, en el mundo de hoy, hablar del reinado de nuestro Señor Jesucristo”. ¿Vivimos, pues, en la contradicción, en el ilo­gismo? ¿Somo cristianos o no?



    Las naciones se debaten en dificultades inextricables, en muchos sitios la guerra se eterniza, los hombres tiemblan pensando en la posible catástrofe nuclear, se busca qué se puede hacer para enderezar la situación económica, que el dinero vuelva, que el paro desaparezca, que las industrias prosperen.



    Pues bien, aun desde el punto de vista económico es necesario que Cristo reine porque este reino es el de los principios del amor, de los mandamientos de Dios que crean el equilibrio en la sociedad y traen la justicia y la paz. ¿Pensáis que es una actitud cristiana poner la esperanza en tal o cual hombre político, en tal combinación de partidos, en imaginar que un día tal vez un programa político, mejor que otro, resolverá los problemas de una manera segura y definitiva, mientras que de propósito deliberado se aparta “el sólo Señor” como si no tuviese nada que ver con los asuntos humanos, como si todo esto no le concerniese? ¿Qué fe es la de aquellos que hacen de su vida dos partes, con una barrera entre su religión y sus preocupaciones políticas, profesionales, etc.? ¿Dios, que ha crea­do el cielo y la tierra, no será capaz de arreglar nuestras miserables dificultades materiales y sociales? Si le habéis suplicado y rezado en los malos momentos de vuestra existencia, sabéis por experiencia que El no da piedras a sus hijos que le piden pan.



    El orden social cristiano se sitúa en lo opuesto de las teorías marxistas que jamás han aportado, en todas las partes del mundo donde se han puesto en ejecución, nada más que la miseria, el aplastamiento de los más débiles, el desprecio del hombre y la muerte. El orden cristiano respeta la propiedad privada, protege a la familia contra todo lo que la corrompe, alienta a la familia numerosa y la presencia de la mujer en el hogar; deja una legítima autonomía a las iniciativas privadas, promueve las pequeñas y medianas industrias, favorece la vuelta a la tierra, estima en su justo valor la agricultura, preconiza las asociaciones profesionales, da la libertad escolar y protege a los ciudadanos contra toda forma de subversión y revolución.



    Este orden cristiano se distingue por supuesto también de los regímenes liberales, fundados sobre la separación de la Iglesia y el Estado, y cuya incapacidad para superar las crisis se afirma cada vez más. ¿Cómo podrían ser capaces de superarlas después de haberse voluntariamente privado de Aquél que es “la luz de los hombres”? ¿Cómo podrían reunir las energías de los ciudadanos, cuando no tienen otro ideal que proponerles más que el bienestar y el confort? Han podido entretener la ilusión por algún tiempo, porque los pueblos conservaban sus costumbres cristianas de pensar y sus dirigentes mantenían, más o menos conscientemente, algunos valores cristianos. Pero a la hora de la verdad las referencias implícitas a la voluntad de Dios desaparecen; los sistemas liberales dejados a sí mismos, no estando accionados por una idea superior, se extenúan y son presa fácil para las ideologías subversivas.



    Hablar del orden social cristiano no es incrustarse en un pasado invo­lucionado; al contrario, es una posición de futuro que no debéis tener miedo de proclamar y defender. No combatís en retirada sino sois los que sabéis, porque recibís vuestras lecciones de Aquel que ha dicho: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”. Tenemos la superioridad de la Verdad, que está con nosotros; no tenemos por qué or­gu­lle­cernos, no se debe a nosotros, pero tenemos que obrar en consecuencia; la Iglesia tiene sobre el error la superioridad de poseer la Verdad. A ella le toca, con la gracia de Dios, no ocultarla vergonzosamente ba­jo el celemín, sino darla a conocer y extender su fulgor.



    Menos debe to­davía mezclarla con la cizaña, co­mo lo vemos hacer constantemente. Leo en el Os­ser­vatore Romano, bajo la firma de Pao­lo Befani (18-1-1984), un artículo interesante sobre el favor concedido al socialismo por el Vaticano. El au­tor compara la situación de Améri­ca central con la de Polonia, y escribe:



    “La Iglesia, dejando la situación de Europa, se encuentra enfrentada, de una parte, con la situación de los países de América Latina y de la influencia de los EE.UU que se ejerce sobre ellos; y de otra parte, con la situación de Polonia que se encuentra en la órbita del imperio soviético”.



    “Chocando con estas dos frontera, la Iglesia que, con el Concilio, ha asumido y rebasado las conquistas liberales-democráticas de la Revolución francesa, y que en su marcha hacia adelante (ver la encíclica La­bo­rem exercens) se sitúa como un “después” de la Revolución ruso-marxista, ofrece una solución a la quiebra y fracaso del marxismo, en esta “clave”: un “socialismo post­mar­xista, democrático, de raíz cristiana, auto­gestionario y no totalitario”.



    “La réplica al Este está simbolizada por Solidarnosc, que planta la cruz frente a los astilleros Lenin. El error de la América Latina está en buscar la solución en el comunismo marxista, en un socialismo de raíz anticristiana”.



    He aquí la ilusión liberal, que asocia palabras contradictorias con la persuasión de expresar con ellas una verdad. A estos soñadores adúlteros y obsesionados por la idea del maridaje de la Iglesia con la revolución, de­bemos el caos en que se debate el mundo cristiano, que abre sus puertas al comunismo. San Pío X decía que los “sillonistas”: “Desean con ansias el socialismo, fijos los ojos en una quimera”. Sus sucesores continúan. ¡Después de la democracia cris­tia­na, el socialismo cristiano! Terminaremos por llegar a un cristianismo ateo.



    La solución, que hemos de encontrar, no concierne solamente a la quiebra y fracaso del marxismo, sino también a la quiebra y fracaso de la democracia cristiana, que ya no hace falta demostrar. ¡Basta de compromisos y de uniones contra naturam! ¿Qué vamos a buscar en esas aguas turbias?




    Última edición por Ulibarri; 09/06/2005 a las 21:03

  8. #8
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    Re: sobre la hermandad de San Pio X.

    [nota bene: Rey Brigo, ¿qué hace una carta de 1988 en el apartado "Noticias y actualidad"?]

    La exposición de Ulibarri ha dado en el clavo: existe una oposición anti-tradicionalista muy mal intencionada dentro de la Iglesia que ha intentado presentar a Lefebvre y a la SSPX como cismáticos y hasta heréticos. El objetivo es ahogar lo que ellos llaman "Lefrebvismo" a base de impedir la afluencia de fieles a sus misas y parroquias. Por su parte, la SSPX contribuye ella misma a esta campaña con su estilo y su retórica de "oposición", centrando su discurso en un panegírico anti-modernista muy monótono, que descuida otros aspectos de la vida religiosa y aumenta la propia imagen de "oposición". En esto contrasta la actitud de la Farternitas Sacerdotalis Sancti Petri (FSSP), escisión de la SSPX "reconciliada" con la Roma post-Vaticano II, que si bien defienden la Misa Tridentina lo hacen dentro de lo que algunos llaman relativismo litúrgico o "Fé a la carta": a ti te gusta la Novus Ordo Missa, en cualquiera de sus variantes, a mi la Tridentina, y todos felices. Pero por mucho que el eco todavía lo repita, por ignorancia o por maldad, la SSPX no está condenada por Roma como herética ni como cismática. En las siguientes páginas, puede encontrarse abundante documentación sobre el asunto -quien la busque la encontrará*:

    FSSP / Documentos - Fraternitas Sacerdotalis Sancti Petri (FSSP, en inglés; los contenidos en español son escasos)

    SSPX.org – Portal de la Sociedad Sacerdotal de San Pio X, en ingles. Ver: apologetics y FAQ, ver links para enlaces a otras delegaciones e instituciones de la SSPX.

    DICI.org – Docmentation Information Catholiques Internationales – Archivo online de artículos de la SSPX.

    EDOCERE.org – A resource for Catholic education (ligado a la SSPX)

    UNAVOCE.org / documentation – Portal independiente en defensa de la Misa Tridentina, el Canto Gregoriano y la Tradición Católica (en inglés)

    TRADITIO.com - An independent, balanced voice of traditional Catholicism (en ingles - ver listado de Documentos / FAQ)

    Traditionalist religious orders - list of Papally-approved societies and orders


    * --por cierto, el que en
    España, tan católica ella (de boquilla, hoy en día), apenas existan estas instituciones o portales nos debería dar qué pensar--


    Pero toda esta documentación sobra, si no hay voluntad para comprender y si lo que se quiere es condenar todos a una a los tradicionalistas. Por desgracia, la principal consecuencia de todo esto es que la Iglesia está dividida políticamente en un tiempo en que los ataques a la Fé son constantes. Además, la misma división política refleja dinámicas políticas no eclesiásticas, sino modernas: tradicionalistas vs. (conservadores + liberales + progresistas)


    Esto último es precisamente lo más curioso de todo el asunto tradicionalista: que los restantes sectores de la Iglesia han cerrado filas en torno a él, como si ese fuese su principal caballo de batalla: progresistas, liberales, cripto-liberales y conservadores (por cierto, Joseph Ratzinger pertenecía a los primeros en 1962-65 y hoy se encuentra entre los últimos). Esto es asi a pesar de que algunos cardenales, como Castrillón Hoyos, ofician con cierta frecuencia la Santa Missa de San Pedro V, incluso en algunas basílicas de Roma. Pero lo más sorprendente de todo el asunto sigue siendo que mientras Roma resulta más atacada por todo el mundo, mientras ella se vuelve más débil, más ecuménica y más "protestantizada" de facto ella misma, aquellos que dicen estar con Roma no hacen sino atacar virulentamente al tradicionalismo de la SSPX que llena de auténticos fieles devotos sus iglesias de Francia o de la Babilonia estadounidense.


    En España, me temo que el panorama no es mucho mejor. El clero español ha sufrido evoluciones más complejas aun que las del propio Ratzinger: del predicadores de la Cruzada de 1936, a estamento acomodado y privilegiado, impregnados del conservadurismo alfonsino del Franquismo de los 1960; de ahí luego de cabeza al cripto-socialismo, cripto-liberalismo y hipismo de los 1960, para más tarde despertar en los 1990 y darse cuenta de que se habla de clonar a seres humanos, casar a homosexuales y eutanasiar a todo el que padezca un cáncer terminal (las pensiones no dan para tanto, hay que ser "humanitario" con las arcas del Estado). Entonces, se pide perdón por la Inquisición, se invita a rabinos, ayatollahs y a protestantes a tomar el té, y se hace uno conservador post-concicliar, es decir, la se fija la piedra única e inamovible de la tradición católica en 1962-65 y a partir de ahí reaccionamos contra las tempestades que hemos sembrado y que se recojen solas. Para más inri, el catolicismo a la defensiva que sale al ruedo mediático es la versión cristiano-demócrata liberal de la COPE, con "paladines de Cristo" tales como Jimenez Losantos y Cesar Vidal, ambos pro-yankees y pro-israelíes, filo-sajones y liberales confesos que no entienden que en el Liberalismo la libertad individual que ellos pregonan sólo existe en el papel, y que el único papel de valor en el Liberalismo es el papel-moneda.


    Yo no soy miembro ni feligrés de la SSPX. A veces, en alguna de sus congregaciones he notado un cierto espíritu sectarismo, elitismo o reproche hacia aquellos que se acercan por primera vez a ellos o que sólo quieren ofrecer la Misa, sin navegar del todo en la nao de la SSPX. Debido a algunos viajes que he realizado, tambien he asistido a "misas" protestantes, como observador. Además de abominar el típico rótulo fuera de la iglesia cual anuncio ("comunión hoy a las 9.00 y las 11.00 - confesiones - misas"), me encontré con que aquellas misas anglo-sajonas eran prácticamente la misma que viví yo de niño en mi parroquia: la masa se funde en cánticos, presidida por un director de coro (clérigo), cual concierto de Gospel, concierto pop o cánticos del Partido Comunista. No hay Dios en la misa protestante, sino un colectivo de puritanos fanáticos cantando como en un desfile de la Salvation Army. Recuerdo tambien que de niño en la catequesis una devotilla del VaticanoII me explicó que seguramente la Ostia y el Vino no eran Dios, sino símbolos de Dios. Igualmente, el relativismo, la modernidad, la laxitud, la debilidad, el protestantismo y el ecumenismo de la Iglesia post-conciliar ha conducido a muchos fuera de las iglesias porque, al fin y al cabo, alli no había nada que tuviera un sentido transcendental y superior; todo era como lo de fuera, modernidad. Al mismo tiempo, el católico medio que cumple con su mínima obligación de acudir a misa los domingos, asiste a un ritual puramente social, no a un sacrificio ofrecido a Dios, en el que individualmente se dirige uno a Dios y en el que Dios está verdaderamente presente.


    Como ya he dicho no soy de la SSPX, aunque simpatizo con sus posiciones. Como otros muchos, me siento un católico tradicional o tradicionalista "independiente", sin adscripciones por grupos dentro de lo que es una batalla de política eclesiástica, en la que yo podría tener partido pero no parte. Mi catecismo es el de Trento. Mi Misa tambien. Donde se ofrezca una Santa Misa, sea de la SSPX o de la FSSP, de cualquier otra orden (ya que tradicionales hay más de veinte) o de un párroco que simplemente asi lo quiere, alli me voy. Sin ánimos de dividir políticamente aun más a la Iglesia, considero un deber de los católicos tradicionalistas el intentar convencer a sus hermanos y a la Iglesia para retornar a su antiguo esplendor. Sólo una Iglesia respetuosa de si misma y de su Tradición será capaz de prevalecer en el mundo sin Dios en el que nos han obligado a vivir, asi como de imponer nuevamente el Reinado de Nuestro Señor Jesucristo sobre la tierra. En realidad, sólo hace falta creer en esto, en vez de autoliquidarse como hace la Iglesia post-conciliar. Al fin y al cabo: si Deus pro nobis, quis contra nos?
    Última edición por Cavaleiro; 10/06/2005 a las 06:20
    ...
    Da patria e religion o fogo santo
    Na gente de Galicia atéa tanto,
    Que morrer só deseja,
    Primeiro que sufrir á negra mingua
    De que os Mouros lle manchen a sua lingua.
    Nin as leis, nin costumes, nin a Igrexa ...

    En toda las edades os Gallegos
    De España muy leales defensores
    Probaron po lo mar e po la terra
    Que non se presentaban nun-ha guerrra
    Soldados mais valentes nin mellores ...

    Non te acòres ti pois, nobre Galicia, ...
    Quizais teus fillos inda che precuren
    Un novo menumento,
    E ardendo no amor patrio que eu che juro
    Resóe traspasando o firmamento
    O nome de Galicia santo e puro.

    D' aqui non nos arrincan herejes nin gentios,
    Nin tod' os protestantes con mouros e judios.
    ---
    A' Galicia - Joan Manoel Pintos, 1861

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  9. #9
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    Re: sobre la hermandad de San Pio X.

    ¿Alguien podría informarme cómo contactar con un sacerdote de la SSPX, preferiblemente en el área de Valencia? En su defecto, Cataluña o Aragón.

    Gracias.

  10. #10
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    Re: sobre la hermandad de San Pio X.

    Llama a la casa de El Álamo, ahí sabrán: 918122881
    Aquí corresponde hablar de aquella horrible y nunca bastante execrada y detestable libertad de la prensa, [...] la cual tienen algunos el atrevimiento de pedir y promover con gran clamoreo. Nos horrorizamos, Venerables Hermanos, al considerar cuánta extravagancia de doctrinas, o mejor, cuán estupenda monstruosidad de errores se difunden y siembran en todas partes por medio de innumerable muchedumbre de libros, opúsculos y escritos pequeños en verdad por razón del tamaño, pero grandes por su enormísima maldad, de los cuales vemos no sin muchas lágrimas que sale la maldición y que inunda toda la faz de la tierra.

    Encíclica Mirari Vos, Gregorio XVI


  11. #11
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    Re: sobre la hermandad de San Pio X.

    Documentos desvelan que el cismático Lefebvre firmó el Concilio Vaticano II

    09.01.09 | 20:02. Archivado en Vaticano

    (RD/Efe).-Documentos del Concilio Vaticano II custodiados en el Archivo Secreto Vaticano desvelan que el fallecido arzobispo tradicionalista cismático Marcel Lefebvre firmó los textos de ese congreso eclesiástico, que cambió la Iglesia y que el prelado combatió.El semanario italiano Panorama publica en su última edición, a la venta hoy, la foto de un documento del Concilio Vaticano II sobre declaración de libertad religiosa que lleva la firma del arzobispo francés.

    "La firma que desenmascara una falsedad histórica, difundida entre los tradicionalistas", escribe Panorama.

    Señala que Lefebvre rubricó "de su puño y letra todos los documentos del Vaticano II, empezando por la constitución Gaudiam et Spes, que después criticó ásperamente".

    El oficial del Archivo Secreto, Piero Doria, entrevistado por la revista, destaca que la firma de Lefebvre aparece "a pie de página en todos los textos del Concilio".

    Del Vaticano II salieron 16 documentos, entre ellos Gaudium et Spes, con el que se pasaba de una iglesia encerrada en sí misma a una libre, sin teocracias, que se sentía parte del mundo y se abría a sus problemas.
    Marcel Lefebvre (1905-1991) fue excomulgado en 1988, tras ordenar cuatro obispos sin el permiso del Papa.

    Según su biografía, desde el primer momento se opuso a los vientos de renovación del Vaticano II y ya en las sesiones preparatorias, a las que asistía como miembro de la Comisión Central, expuso sus críticas.
    Durante el desarrollo del concilio fundó el Caetus Internationalis Patrum, al que se adhirieron 450 obispos, para defender la ortodoxia de la Iglesia Católica contra la nueva teología.

    Calificó de destructivas las reformas surgidas del Concilio Vaticano II y en 1968 fundó en Suiza la Fraternidad San Pío X y, un año después, el seminario Internacional de Econe, también en la Confederación Helvética.
    En 1976 fue suspendido "a divinis" (no poder celebrar misa, ni administrar los sacramentos, ni predicar) por sus ordenaciones sacerdotales irregulares.

    A pesar de las amonestaciones de Roma, primero del papa Pablo VI y después de Juan Pablo II, siguió ordenando.
    La gota que colmó el vaso fue el 30 de junio de 1988, cuando ordenó a cuatro obispos, entre ellos al español Alfonso de Galarreta, sin el permiso del Papa.

    Dos días después, la Congregación para los Obispos emitió el decreto oficial de excomunión de Lefebvre y los cuatro obispos por él consagrados.

    En los últimos años el Vaticano dio numerosos pasos para que los "lefebvrianos" volvieran al redil, entre ellos la recuperación, por parte de Benedicto XVI, de la misa en latín, en desuso desde que entró en vigor el Misal salido del Vaticano II.
    El pasado año, el superior general de la Fraternidad, Bernard Fellay, rechazó volver al seno de la Iglesia Católica, pues antes deberían levantarse las excomuniones.

    http://blogs.periodistadigital.com/r...-cismatico-lef
    Vita hominis brevis:
    ideo honesta mors est immortalitas

    Que no me abandone la Fe,
    cuando toque a bayoneta,
    que en tres días sitiamos Madrid
    y en otros quince la capital, Lisboa.


    Sic Semper Tyrannis

  12. #12
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    Re: sobre la hermandad de San Pio X.

    La peña progre de Roma parece un poco preocupada, por lo que se ve. Aunque no sé si tanto como el redactor de RD/EFE.
    Aquí corresponde hablar de aquella horrible y nunca bastante execrada y detestable libertad de la prensa, [...] la cual tienen algunos el atrevimiento de pedir y promover con gran clamoreo. Nos horrorizamos, Venerables Hermanos, al considerar cuánta extravagancia de doctrinas, o mejor, cuán estupenda monstruosidad de errores se difunden y siembran en todas partes por medio de innumerable muchedumbre de libros, opúsculos y escritos pequeños en verdad por razón del tamaño, pero grandes por su enormísima maldad, de los cuales vemos no sin muchas lágrimas que sale la maldición y que inunda toda la faz de la tierra.

    Encíclica Mirari Vos, Gregorio XVI


  13. #13
    Avatar de Arnau Jara
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    Re: sobre la hermandad de San Pio X.

    Estimado Donoso: Yo me limito a publicar lo publicado. Pero de todas formas, no está mal aceptar algo, y a su vez, poderlo criticar.
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  14. #14
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    Re: sobre la hermandad de San Pio X.

    Cita Iniciado por Arnau Jara Ver mensaje
    Estimado Donoso: Yo me limito a publicar lo publicado. Pero de todas formas, no está mal aceptar algo, y a su vez, poderlo criticar.
    Perdón, pero, aceptar, ¿qué? La historia de la firma de esos documentos por el Arzobispo Lefebvre es conocida y está explicada en sus biografías oficiales. El artículo es un cúmulo de epítetos de intención descalificatoria, falsedades, medias verdades, lugares comunes y exhibición de ignorancia progre. Sin ningún interés.

  15. #15
    Avatar de Hyeronimus
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    Re: sobre la hermandad de San Pio X.

    No tiene nada de nuevo. Están tergiversando, sacando de contexto y dando demasiado sensacionalismo a algo que ya se sabía. Acabo de hojear la revista en su versión digital y el reportaje viene a ser un collage de texto, fotos y pedazos de documentos ue no dice gran cosa. Lefebvre no firmó todos los documentos, por lo menos Gaudium et Spes y Dignitas Humanae, y en cuanto al de la liturgia pudo firmarlo porque el Novus Ordo vino después. Si uno hiciera caso de todo lo que dice la prensa...

  16. #16
    Avatar de FACON
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    Re: sobre la hermandad de San Pio X.

    Cita Iniciado por Hyeronimus Ver mensaje
    Si uno hiciera caso de todo lo que dice la prensa...
    estamos perdidos, te lo digo yo q estudio periodismo. En todo caso, si firmó o no firmó da lo mismo, ahi no radica para mi el problema sino el de la validez de la excomunion o su postura frente a los documentos eclesiásticos del Vaticano II. Que entiende Lefevbre sobre el CVII?? Eso es lo que me remuerde la inteligencia.
    El noble es aquel:
    que tiene alma para sí y para otros.
    Son los nacidos para mandar.
    Son los capaces de castigarse y castigar.
    Son los que en su conducta han puesto estilo.
    Son los que no piden libertad sino jerarquía.
    Son los que sienten el honor como la vida.
    Son los capaces de dar cosas que nadie obliga y abstenerse de cosas que nadie prohíbe. Son los...

    ("El nuevo gobierno de Sancho" Leonardo Castellani)

  17. #17
    Avatar de Lizcano de la Rosa
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    Re: sobre la hermandad de San Pio X.

    Cita Iniciado por FACON Ver mensaje
    estamos perdidos, te lo digo yo q estudio periodismo. En todo caso, si firmó o no firmó da lo mismo, ahi no radica para mi el problema sino el de la validez de la excomunion o su postura frente a los documentos eclesiásticos del Vaticano II. Que entiende Lefevbre sobre el CVII?? Eso es lo que me remuerde la inteligencia.
    Pues no tienes más que leer sus propias palabras, entre ellas:
    Carta abierta a los católicos perplejos
    Un obispo habla
    Le destronaron

    Que puedes descargar del sitio web: http://www.statveritas.com.ar/INDICE.htm

    Y sobre el decreto injusto e inválido, "materialiter", de excomunión:
    La Tradición excomulgada

    disponible también el mismo sitio web arriba indicado...

    ...y santas pascuas.

  18. #18
    Avatar de Godofredo de Bouillo
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    Re: sobre la hermandad de San Pio X.

    Vamos, hermanos, no es necesario analizar o indagar en documentos jerárquicos e intrincados para saber qué le pasó a Monseñor Lefebvre.
    Él tal vez estuvo de acuerdo con la mayoría de los cambios y novedades que proponía el CVII, pero el resultado (visto al poco tiempo de que comezaran a regir las disposiciones del CVII) catastrófico y escandaloso, le hizo dar marcha atrás y rebelarse.
    La teoría de lo que se proponía, no anduvo ni cerca de lo que produjo.
    Lo que le pasó a Monseñor Lefebvre fue lo que nos pasó a millones de católicos. Y aún hoy el CVII sigue produciendo "frutos".
    Pienso que Monseñor Lefebvre puso a resguardo la tradición y tantas otras cosas, que de otra forma se hubiesen perdido irremediablemente, lo que nos da la tranquilidad y la esperanza de saber que están allí, para cuando decidamos volver a ellas.

  19. #19
    Avatar de CRISTIÁN YÁÑEZ DURÁN
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    Re: sobre la hermandad de San Pio X.

    Estimado Facón:

    Basta que contrastes cualquier documento del CVII (especialmente Gaudium et Spes, Dignitatis Humanae o Nostra Aetate) con la doctrina católica (Mortalium Animos, Syllabus, Notre Charge Apostolique, Pascendi; entre los documentos más elocuentes y contemporáneos) y advertirás al punto que se trata de dos credos antagónicos.
    Monseñor Lefebvre, literalmente salvó la Fe Católica. Y el tiempo le ha dado la razón en todos y cada uno de los puntos que constituyeron su martirio.

    EXURGE DOMINE ET JUDICA CAUSAM TUAM

  20. #20
    Avatar de Reke_Ride
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    Re: sobre la hermandad de San Pio X.

    Libros antiguos y de colección en IberLibro
    CRISTIÁN, si la Excomunión se define como la pérdida de la gracia, y una ruptura con los vínculos que unen al creyente con Cristo por medio de la Iglesia ¿Qué supone eso en la hora de dejar este Mundo? Y mas si te has mantenido fiel a la Tradición de la Iglesia.

    Porque Mons. Lefebvre, falleció excomulgado.
    Última edición por Reke_Ride; 13/01/2009 a las 20:23
    "De ciertas empresas podría decirse que es mejor emprenderlas que rechazarlas, aunque el fin se anuncie sombrío"






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