EL ESPÍRITU SANTO EN LA ESCULTURA PALEOCRISTIANA




VENI, CREATOR SPIRITUS... DIGITUS PATERNAE DEXTERAE



El arte paleocristiano que se ha descubierto y que conservamos, muestra multitud de monumentos que representan a Cristo sanando, resucitando, obrando milagros...

En la escultura, el arte de los antiguos cristianos destacó en la labra de relieves. En las franjas del sarcófago se labraban los relieves sepulcrales que eran fajas historiadas. Estos pueden formar una abigarrada muchedumbre de figuras (donde cuesta trabajo separar las escenas), pero también pueden disponerse de un modo tal que hagan más inteligible el programa iconográfico que nos presentan: esto último lo lograban mediante la colocación de columnas (a partir del siglo IV, estas columnas fueron sustituidas por árboles que, conjuntando sus copas, venían a formar hornacinas); estas columnas o árboles encajonan las figuras en relieve, mostrando -por "departamentos"- las escenas de la historia salvífica que plasma el artista.



Al margen de consideraciones propias de la Historia del Arte, lo que me interesa es destacar que estos relieves conforman una fuente riquísima de información dogmática. En el curso del tiempo, es inevitable que los gustos estéticos puedan cambiar; la iconografía religiosa en su desenvolvimiento pareciera que perpetúa unos motivos y puede prescindir de otros, pero lo más importante es que esas alteraciones sensibles no afectan al núcleo doctrinal que es la semilla y la fuente de vida cristiana. Estoy dispuesto a tratar de demostrar la riqueza dogmática que atesoran estos programas iconográficos plasmados en los relieves sepulcrales paleocristianos, haciendo ver lo que no se ve.



Sarcófago de San Justo de la Vega (Museo Arqueológico Nacional de Madrid)



En estos relieves se evocan con frecuencia los milagros de Jesucristo que se narran en los Evangelios. Aparece en estos relieves un elemento, en principio, chocante: la "vara taumatúrgica"; por ejemplo, en las Catacumbas de San Genaro (Nápoles) Jesucristo porta en la mano la vara taumatúrgica.

Podríamos decir que hay como una constante en la representación de los milagros de Jesucristo: parece que la "vara taumatúrgica" se reserva para representarlo cuando Jesucristo actúa sobre determinados objetos, como son las cosas inanimadas (el pan y los peces que multiplicó... el vino de las Bodas de Caná) o bien la resurrección de los difuntos; v. gr. podemos ver al Jesucristo Señor Nuestro blandir la vara taumatúrgica en la escena correspondiente a la resurreción del hijo de la viuda de Naim (sarcófago paleocristiano de Martos) o la resurrección de Lázaro (del fragmento correspondiente a un sarcófago paleocristiano hallado en Córdoba el 1997; en opinión muy autorizada del especialista Manuel Sotomayor, éste fragmento podría pertenecer a la necrópolis cristiana de Cercadilla). De la "vara taumatúrgica" hay testimonio en el Antiguo Testamento: de una vara taumatúrgica se servía Moisés, la misma que, ante los atónitos ojos del Faraón y sus brujos, se convirtió en serpiente. Es la famosa "varita mágica" de algunos magos.




Detalle de la Resurrección de Lázaro, con vara taumatúrgica. Perteneciente al relieve del sarcófago paleocristiano de Castiliscar (Sos del Rey Católico, Zaragoza, Aragón).


Sarcófago Paleocristiano de Martos


Pero remontemos la anécdota de la vara taumatúrgica, pongámoslo a un lado. Este elemento iconográfico de la tradición cristiana es curioso, pero no tan significativo como la representación escultórica que se hace de Jesucristo cuando está curando a un enfermo.

La sanación del enfermo la realiza Jesucristo mediante la imposición de manos, sin recurrir a la vara del taumaturgo; y siempre es un dedo o los dedos de la mano derecha, como puede apreciarse en la fotografía parcial del sarcófago de Martos, aquí abajo.




En la primera escena, empezando de izquierda a derecha: Jesucristo -aquí representado joven y sin barba- tiene en la mano derecha la vara taumatúrgica, aunque no la podemos ver por haber sido mutilada en el deterioro que ha sufrido el sarcófago a través del tiempo. En el segundo nicho central sí puede verse que Jesucristo impone sus dedos -de la mano derecha- sobre el niño que le presentan, para sanarlo. En la tercera, estamos ante la curación de la hemorroísa: la mujer toca la túnica del Señor, pero Jesucristo no deja de imponerle sus dedos.




El antiquísimo Himno "Veni, Creator Spiritus" ha sido atribuido a muchos autores y no se ponen de acuerdo los himnologistas. Unos lo atribuyen a Rabano Mauro, abad de Fulda y Arzobispo de Maguncia (muerto en 856), pero también se le atribuyó a Carlomagno, a San Ambrosio de Milán y a San Gregorio Magno. Lo que parece incuestionable es la venerable antigüedad del "Veni, Creator Spiritus".


En este Himno litúrgico se le llama al Espíritu Santo con esta bellísima metáfora:

"Digitus Paternae dexterae" (Dedo de la Diestra de Dios).



La divina metáfora cuenta con una tradición veterotestamentaria: el Deuteronomio (9, 10) nos dice que las Tablas de la Ley fueron escritas por el dedo de Dios. En los Salmos (8, 4) se canta que los cielos son obra de "los dedos de Dios". Los magos del Faraón, tras ver el prodigio de transformarse el bastón de Moisés en serpiente, así como otros portentos, tuvieron que reconocer que en las maravillas que obraba Moisés estaba "el dedo de Dios" (Ex. 8,15). En el Nuevo Testamento también podemos leer que Cristo expulsaba a los demonios "con el dedo de Dios" (Lucas 11, 20).


Según lo que podemos comprobar, contemplando y maravillándonos ante los venerables vestigios arqueológicos y artísticos que del arte paleocristiano nos han llegado, también podemos decir que Jesucristo curaba con el "dedo de Dios". Que el Espíritu Santo -dedo de Dios- está presente -invisible y visible a la vez, en el dedo y los dedos de la Diestra de Dios Padre- en las curaciones representadas en los relieves funerarios paleocristianos.


Entre los nombres apropiados del Espíritu Santo: Espíritu Paráclito, Espíritu Creador, Espíritu de Cristo, Espíritu de Verdad, Virtud del Altísimo, Huésped del Alma, Sello, Unión, Nexo, Vínculo, Ósculo, Fuente Viva, Fuego, Caridad, Unción Espiritual, Luz beatísima, Padre de los Pobres, Dador de dones, Luz de los corazones... el nombre de "Digitus Paternae dexterae" me parece bellísimo pues, a mis cortas luces, supone todo un tratado trinitario cifrado en una metáfora:


El Espíritu Santo -que procede del Padre y del Hijo- sería presentado como el "Dedo" de la Diestra del Padre.


¿Y Quién está sentado a la Diestra del Padre?


Que nos lo responda el Credo: "Iesum Christum...sedet ad dexteram Dei Patris" (Jesucristo... sentado a la derecha de Dios Padre).


La divina persona del Espíritu Santo es el dedo de la Diestra (el Divino Hijo Redentor nuestro) del Padre (el Padre Creador del cielo y la tierra).

Con ese mismo dedo nos representan los sarcófagos paleocristianos a Jesucristo sanando enfermos. Ahí, en ese dedo, en el dedo salvífico de Cristo Diestra de Dios Padre, está representado -en el mayestático y grandioso silencio de la piedra muda- el Espíritu Santo.

LIBRO DE HORAS Y HORA DE LIBROS