Orson Welles presumía de conocer a la perfección a los grandes pintores españoles, y no era un orgullo superficial sino contrastado. En especial, presumía de su conocimiento de Velázquez, El Greco y Goya. De este último grabó en el Prado casi toda su obra durante maratonianas sesiones a puerta cerrada. Después, el director combinó las imágenes de Goya con otras de corte popular que él mismo rodó por pueblos y campos españoles, con la intención de subrayar cómo en ambos casos se trata de presentar un espejo que refleje una sociedad que no se contemplaba en la oficialidad, sino en la aguda transgresión del creador.
Welles le debe a Francisco de Goya encuadres e iluminaciones inolvidables, tal y como puede apreciarse en «Ciudadano Kane». Puntos de vista literalmente tomados de cuadros goyescos. Los teatrales frescos de San Antonio de la Florida son calcados en una escena del mitin de la película. De los famosos «Fusilamientos del tres de mayo» toma la iluminación del candil, que sustituye por la luz pegada a tierra de una chimenea.
Documentales de Televisión
A finales de los años 50, Orson Welles recorrió casi toda España con su cámara de 16 milímetros con la intención de venderlas para documentales de las televisiones italiana y británica y conseguir así fondos para rodar su «Don Quijote» y alguna que otra de sus películas inacabadas.
Pero no solo rodó para las televisiones extranjeras. También recopiló muchas imágenes de carácter familiar o de uso personal. Entre ellas, las de sus amigos toreros, cantantes, actores y actrices, así como Grandes de España, que lo frecuentaron y protegieron. Welles no solía tomar apuntes, prefería grabar todo lo que le suscitaba interés. Así, por ejemplo, en vez de tomar notas para saber cómo se hacía la paella, gran comilón como era, grabó todo el procedimiento.
Las imágenes fueron tomadas entre 1957 y 1961, en plena dictadura de Franco. Era una España que atraía irremediablemente a intelectuales norteamericanos, como Hemingway y Truman Capote, nómadas de identidad en fuga, a quienes la tauromaquia y el flamenco, con toda su carga telúrica, tal y como escribió el gran Walt Whitman, enlazaba con su propia cultura americana, tan atada a la tierra.
Era la España que buscaban también Ava Gardner, Frank Sinatra o Jean Cocteau, personajes que aparecen asimismo en el documental.
Era aquella la gran época en la que España era el escenario elegido para el rodaje de superproducciones como «Doctor Zivago», «55 días en Pekín», «Rey de Reyes» o «La caída del imperio romano» y que puso a España en el mapa de la industria del cine, en las que se hicieron enormes profesionales de la dirección de arte, del figurinismo y el decorado, algunos de los cuales viajaron a EE.UU. para trabajar allí en su industria del cine.
Welles viajaba en compañía de la que entonces era su segunda esposa, la actriz Paola Mori, y de su hija Beatriz. Y grababa con su cámara cuanto le llamaba la atención. Gracias a aquella compulsiva manía por el registro de imágenes tenemos hoy documentos inéditos de la época.
Todo le interesaba: desde las catedrales de Sevilla y Málaga, hasta las corridas de toros en Ronda, Madrid o Jerez, donde tampoco se perdió sus bodegas. Quizá uno de los asuntos que curiosamente acercan a Goya y a Orson Welles, más allá de las afinidades técnicas o artísticas, es la relación que ambos mantuvieron con la duquesa de Alba... cada cual con la de su tiempo. A Goya se le suponen amoríos con Teresa Cayetana de Alba, a quien pintó en repetidas ocasiones. En el cuadro en el que la representa vestida de negro le dibuja dos anillos. En uno puede leerse Alba y en el otro, Goya. Sin llegar tan lejos, Orson Welles mantuvo una gran amistad con su tataranieta, la actual duquesa de Alba, Cayetana, a quien filmó en los tendidos de la Maestranza o Las Ventas, en las capeas en la finca de Antonio Ordóñez o montando a caballo en la Feria de Sevilla.
La fiesta y el drama
Igual que Goya, Welles se sintió fascinado con las manifestaciones folclóricas y taurinas, sobre todo por el enfrentamiento entre toro y torero, esa mezcla de drama y fiesta que es la esencia de la tauromaquia y en la que la figura arquetípica del torero, una especie de doncel vestido con sedas y alamares de oro, se enfrenta a la monstruosidad masculina que simboliza el toro y toda su liturgia estética de muerte.
Welles era un enamorado del flamenco, las ferias, los pueblos encalados, los caballos y las bodegas que inmortalizó y exportó al resto del mundo. A Welles y a Goya les gustaba rodearse de actrices. Goya frecuentó -y pintó- a Rita Molina y a la cómica conocida como «La Tirana». Orson Welles se casó en tres ocasiones con mujeres de la gran pantalla: con una Rita, como la de Goya, Rita Hayworth, con Paola Mori y con Oja Kodar. Además, a los toros asistía acompañado de grandes estrellas, a Grace Kelly con Rainiero de Mónaco, Sofía Loren o Brigitte Bardot. Dos genios, con la España de su tiempo al fondo, enfrentados, mitad denuncia, mitad fascinación.
Orson Welles, en su Mercedes negro con matrícula de Roma recorrió casi toda la geografía de la Península Ibérica.
http://www.abc.es/hemeroteca/historico
Última edición por ALACRAN; 19/05/2013 a las 14:10
"... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
Detrás de los sofistas vienen siempre los bárbaros, enviados por Dios para cortar con su espada el hilo del argumento." (Donoso Cortés)
Actualmente hay 1 usuarios viendo este tema. (0 miembros y 1 visitantes)
Marcadores