Un súper héroe estadounidense y el contraste con un caballero español

por Patricio Lons el 15/02/2019


¿QUÉ DIFERENCIA A BATMAN DE EL ZORRO?


El 9 de junio de 2017 fallece en Los Ángeles, California, William West Anderson, conocido por su seudónimo actoral de Adam West y que será recordado durante generaciones por su estelaridad como Batman, en la serie filmada en la década de los años ‘60. Tenía amigos argentinos y había sido recibido con mucho afecto en su visita a Buenos Aires.

Esta triste noticia me llevó a mi infancia y a recordar la cita impostergable junto a Silvina, una amiga de mi niñez, de todos los lunes a las 17 hs. para ver el capítulo semanal de Batman. Imperdible encuentro para ver como los villanos eran derrotados por nuestro héroe. Por supuesto que no nos faltó el disfraz, en aquellos años, que debíamos compartir para jugar entre nosotros.

La pregunta más frecuente que me hicieron en varias entrevistas radiales y televisivas, sobre este tema fue “¿Qué mueve al público a admirar y a divertirse con personajes heroicos de ficción?”.

Lo primero que me vino como respuesta fue el parecido, modernizado y con ribetes caricaturescos, de los caballeros andantes medievales. Aquellos lejanos hombres de a caballo, llenos de valor y coraje, eran capaces de deshacer entuertos, rescatar doncellas, apalear moros y ladrones y jurar fidelidad a un noble rey como Arturo de Britania, Fernando III el Santo de España o San Luis, Rey de Francia; magníficos soberanos protectores de sus pueblos y amados por su gente. Conjugaban en ellos el ideal de valentía y nobleza al servicio de causas justas, de Dios y de su rey. Ese ideal actúa dentro del imaginario colectivo de toda persona deseosa de justicia. Todos anhelamos a un gigante moral que rija nuestros gobiernos, capaz como Arturo, de sacar la espada de la piedra por declamación popular y elección divina, para impartir justicia; de ser tan honesto que al final de su mandato, como los caballeros que lanzaban su espada al agua para así poder sus almas, atravesar el camino a su morada final, el de ahora pudiese soportar un juicio de residencia sin morir manchado por la vergüenza. Sabemos que la democracia de partidos políticos no es el Camelot anhelado y por lo tanto no produce estos arquetipos de honor. Por eso amamos a los caudillos federales que defendían los derechos forales legados por España a nuestra tierra y por eso admiramos o sentimos simpatía por los superhéroes, que despiertan esa imaginación en una permanente niñez tardía, que quienes deseamos el bien, disfrutamos toda la vida.

Discurriendo en los personajes, fui descubriendo las características espirituales de varios de estos héroes de ficción. Grande fue mi sorpresa al ver que ellos tienen connotaciones culturales religiosas. Me pregunté ¿puede ser que estos superhéroes adscriban a alguna religión? Y me encontré que sí.

El personaje creado por Bob Kane era “Batman el caballero de la noche”; un nuevo tipo de antihéroe, muy obscuro y que peleaba contra el mal, sin ser el claramente muy bueno, por el contrario, es un personaje lleno de conflictos personales y movido más por un deseo de venganza que de justicia. Es malo lo que él considera que lo es. Mañana podría ser otra cosa, incluyendo los valores morales que Dios nos legó, no se sabe cuál es su marco moral. Como si hubiese querido preparar al público para aceptar la vigilancia del pensamiento que hoy sufrimos. Tanto ese Batman original como Superman, tienen características mesiánicas terrenales. Portan como mensaje subliminal la idea absolutamente heredada del puritanismo calvinista, de que los EEUU son una nación escogida para impartir justicia sobre otros, sea que estos otros la quieran o no. Personajes perseguidos por su origen y que no se pueden casar con mujeres comunes. Están por encima de nosotros, los mortales gentiles, pero siempre como hombres de una raza elegida para dominar, no para redimir a la humanidad. El nombre alienígena de Superman es Kal-El que en una mezcla de hebreo y arameo significa “voz de Dios”. Para ver este tema en profundidad, recomiendo el enjundioso trabajo del prestigioso profesor y abogado dr. Pablo Davoli al respecto:

SUPERMAN-UNA PRIMERA DISECCIÓN PSICO-SOCIOLÓGICA :: VER MÁS


A diferencia del original del comic,
la inocencia del personaje actuado por Adam West, acompañado por Burt Ward como su infatigable compañero de aventuras, tuvo el mérito de convertirlo en un héroe de brillante armadura, donde los malos son feos y desagradables y donde el, Batman, trata de ser un “cúmulo de virtudes”, como lo señala el comisionado Gordon o Fierro en su versión de habla hispana; que es capaz de enfrentar a todo tipo de tentaciones terrenales como los intentos de seducción de Gatúbela, aquel “súcubo del infierno”, así la acusa Robin, señalándola como a un demonio lujurioso. Incluso Batman trata de redimirla para que elija el camino del bien. Podemos arriesgarnos a decir, que esa versión televisiva tuvo algunas características cristianas, muy opuestas al original de la historieta. Nadie califica hoy a un personaje como virtuoso, pues vivimos en la época de los antivalores y donde toda alusión a características católicas como lo son las siete virtudes teologales y cardinales, se las persigue con el eufemismo de ser consideradas “políticamente incorrectas”.

En otro estilo,
más cercano a nuestra identidad, tenemos al Zorro, el personaje legendario cuyo alter ego es Diego de la Vega, un caballero español californiano, que al transformarse en el justiciero enmascarado, lucha por la justicia de Dios y de su rey contra los infiltrados traidores a España. Estos se presentan encarnados en una logia cuyo jefe es “El águila”. Sus enemigos, declaradamente malos, tienen todos los ribetes de las logias masónicas que buscaron y lograron balcanizar América, hasta convertirnos en veinte repúblicas debilitadas y sin manejo de nuestros destinos. Ante estos poderes es que el Zorro se planta sin temor alguno. La serie está ambientada en el pueblo de Los Ángeles, en la antigua California española, tierra irredenta novohispana, como todo el sur estadounidense. Tenía entre sus personajes, a un piadoso fraile español, ante quien ni los malos se atrevían a actuar contra él, y al que el Zorro socorría cuando era necesario. Mantiene siempre un planteo de un obrar moralmente correcto. El actor que lo inmortalizó en televisión para el sello Disney, fue Guy Williams, nacido en Nueva York como Armando Catalano y que murió en Buenos Aires, adonde se había retirado.

Recordemos que Walt Disney, en la presentación que el mismo hizo de un capítulo, explicó la importancia de las misiones construídas por los frailes, siendo el más recordado fray Junípero Serra y reivindicaba lo que el definía y demostraba como “el maravilloso pasado español de California”. El mito del posible nacimiento en España de Disney bajo el nombre de José Guirao, se mantiene hasta hoy sin dilucidar. Lo que es innegable fue su amor y simpatía por la cultura española, su amistad con Salvador Dalí, con quién compartió dibujos y proyectos inconclusos y sus viajes discretos a España donde visitaba a una familia. Los argentinos también lo recordamos a Disney por su visita a nuestro país donde conoció nuestros ciervos y visitó los bosques de Arrayanes de Bariloche, que fueron su inspiración para la creación de Bambi, aquel cervatillo inolvidable.

Por toda esa influencia mágica que tienen en nuestra vida, es que amamos a los héroes. Por aquellos valores encarnados es que abrazamos con admiración sincera a nuestros combatientes del Atlántico Sur y les mostramos con orgullo a nuestros amigos extranjeros, las hazañas aéreas de nuestros caballeros pilotos que realizaron durante la guerra por las Islas Malvinas y el Atlántico Sur en 1982. También es por eso que detestamos a nuestros políticos, personajes acomodaticios, pequeños y cobardes que rezuman odio y persecución hacia todo hombre valiente.

En otro parámetro,
muy ajeno a un ideal, tenemos a James Bond 007. Este año falleció Roger Moore, uno de los actores que lo encarnó en el cine. La moral de este personaje es típicamente anglicana. Sus intereses no adscriben a valores compartidos. Sus fines justifican sus medios. Adam West rechazó el papel, prefirió quedarse en Ciudad Gótica junto a la inocencia de los niños. Patrick Mc Goohan, el gran actor irlandés y de tradición católica, que personificó al mejor malo del cine, el rey Edward “The longshanks” en “Corazón valiente” y que produjo Mel Gibson, también lo rechazó porque consideraba al espía inglés como un personaje inmoral y hedonista. Bueno, es lógico que lo fuese, James Bond estaba “al servicio secreto de Su Majestad”, “con licencia para matar” y que como tal, carece de escrúpulos y no defiende una civilización, sino la simple supremacía británica.

Quiera la Providencia que algún día Inglaterra retorne a sus raíces de la “Old merry England” y a su tradición artúrica que nos une en los mismos valores. Que se ven tan bien reflejados en sus grandes literatos como Chesterton, C.S. Lewis, Agatha Christie, Charles Dickens y Tolkien, entre muchos otros.

Lo más importante de los héroes
es su supervivencia eterna en el mundo espiritual. Ellos siempre vuelven tras el llamado de socorro de sus pueblos.


Ya llegarán los tiempos de la Parusía donde veremos revivir al rey Arturo restaurando la fe en Inglaterra, a un rey de la sangre de San Luis para que los galos recuerden que son los hijos primogénitos de la iglesia y a un nuevo Cid o Isabel de Castilla poniendo orden en España, hija dilecta de Roma. Y en nuestras tierras australes, esperamos contra toda esperanza, que se levantará un valiente, un nuevo Santiago de Liniers amparado por la Cruz del Sur fiel a la tierra y a la identidad, para conducirnos a la gran restauración. Occidente se salvará con estos valores que les son propios y no con aquellos hoy imperantes que les son ajenos.

Y en este entretiempo, esperando que la magia haga su efecto, o mejor dicho, que la Providencia actúe en sus tiempos, cada uno mantiene el rescoldo del fuego sagrado como sus fuerzas le permiten. En mi parte, influyeron gratamente aquellos caballeros de nuestra niñez. ¡Gracias Bruce Wayne o Bruno Díaz! ¡Gracias Diego de la Vega!! ¡Que Dios les haya dado el descanso final! ¡Los estaremos esperando encarnados en nuevos valientes!!!

Ya no estará la zeta justiciera del Zorro defendiendo a España sobre su valiente caballo Tornado y que sabíamos que “al hombre de mal, él sabrá castigar…” ni estaremos esperando que llegue raudo el batimóvil en un nuevo baticapítulo y en el mismo baticanal. Pero aquí seguiremos, manteniendo el amor por el bien, la verdad y la belleza. Claro que a nuestra manera, que será en este portal.




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